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¿Qué tendrá que decir EEUU a México y Francia?

nuevos casos de espionaje

Por Carlos Rajo

Hay un par de cosas que sorprenden o llaman la atención sobre las últimas revelaciones periodísticas del supuesto espionaje de Estados Unidos sobre México y Francia. Una, el que se haya hecho sobre países aliados, y dos, las reacciones ante lo publicado, tanto en las naciones afectadas como en EEUU mismo.

En el caso de México, del cual lo hemos sabido gracias a lo publicado en el semanario alemán Der Spiegel, basándose en documentos del ex empleado de la Agencia Nacional de Seguridad, NSA, Edward Snowden se llegó incluso a tener acceso a la cuenta de correo electrónico del por entonces presidente mexicano Felipe Calderón y de todo el sistema de “e-mail” de la oficina presidencial.

En el caso de Francia, en este caso sabido por lo publicado por el diario francés Le Monde y también basado en documentos que entregó Snowden, Estados Unidos tuvo acceso o interceptó más de 70 millones de llamadas telefónicas y otras comunicaciones digitales en un periodo de más o menos un mes (al final de 2012 y principios de 2013).

Llama la atención decíamos el hecho de que se haga este espionaje sobre países aliados de Estados Unidos. En el caso de México es más grave ya que aun cuando se acepta -aunque no sea legal pero al final de cuentas es la realidad de lidiar con la nación más poderosa del planeta- que EEUU hará todo lo posible por espiar a otros países, hay un cierto límite o regla no escrita de cortesía política de que no se espiará al  presidente, jefe de estado o mandamás del país blanco del espionaje.Si a esto se le agrega que ese presidente mexicano fue el mandatario en décadas que más abrió el país a Estados Unidos -en particular a sus agencias de inteligencia y de seguridad y combate al tráfico de drogas- la ofensa del vecino del norte contra México se agrava.

La revelación  -de nuevo, es sólo supuesta pero no hay razón para pensar que no sea cierta, en especial porque Washington mismo no la ha negado y porque todo lo de Snowden tarde o temprano se ha confirmado- reafirmaría aquel viejo dicho de que Estados Unidos, y aquí vale aplicar el popular término “Tio Sam”, no tiene amigos. Que lo único que tiene son intereses.

Una de las respuestas de Estados Unidos ante estas revelaciones -no sólo estas últimas sino todas las que se han dado desde que Snowden viajo a Hong Kong y habló con los dos periodistas que han venido destapando lo del espionaje en el mundo y lo de las escuchas y demás a los propios estadounidenses- es que es algo necesario para proteger a la gente en Estados Unidos de potenciales ataques terroristas.

El problema con lo de México, Calderón y el actual presidente Enrique Peña Nieto -a este se le espió cuando era candidato presidencial- es que el vecino del Sur no tiene nada que ver con el terrorismo. Es decir, bajo la óptica o pretexto de que la Agencia Nacional de hace lo que hace, aun si es sucio e ilegal según las leyes de otros países o del derecho internacional, debido a que así combate al terrorismo, no hay justificación para haber espiado a los líderes políticos mexicanos. A México se le puede acusar de cualquier cosa menos de estar involucrado en terrorismo o sino involucrado de ser base de operaciones para un ataque como en algún momento lo han sido varios países europeos.

Sería interesante saber cuál será la explicación de la Administración Obama al respecto  ya que cada vez que se ha destapado algo de Snowden la reacción en Washington es más o menos en el sentido de “bueno, lo hacemos para defender al pueblo estadounidense de cualquier ataque terrorista, etc”. Incluso en el caso de Francia alguien pudiera decir, bueno si es cierto, ahí en el país galo residen muchos musulmanes y no sería nada del otro mundo que algunos de ellos estén planeando algún ataque o algo similar. ¿Pero en México? ¿Y desde la residencia oficial de Los Pinos?Por cierto, al presidente francés no se le espió, lo cual llama también la atención.

Lo de México es similar a lo que pasó con la presidenta de Brasil a quien también aparentemente se le espió. Pareciera que no han cambiado las cosas en la arena internacional. Los USA trata a sus aliados dependiendo del tamaño y la presencia política que el país tenga. Se vale con un presidente latinoamericano pero no con un europeo.

Y otro detalle más en este mismo apartado de cómo se trata a los diferentes aliados. Ante el escándalo en Francia por lo del artículo de Le Monde, el propio presidente Obama le llamó el lunes en la tarde al presidente francés Francois Hollande para supuestamente darle explicaciones sobre lo sucedido. Hasta donde sabemos no hubo llamada similar al presidente mexicano.

El otro aspecto decíamos que llama la atención de estos escándalos es la reacción en cada país. En Francia ya se dijo que hubo un escándalo y tanto el presidente como el Canciller expresaron su enojo, indignación y demás bla, bla. Pero sucede que al mismo tiempo mucha gente en Francia recuerda el hecho de que mucho de esto ya se sabía desde hace meses (lo de Snowden se comenzó a dar hace más de cuatro meses).

Que es únicamente porque hoy lo publicó un periódico francés que la presidencia gala se dio golpes de pecho protestando. Que además, es secreto a voces que el estado francés hace -o al menos intenta- el mismo tipo de espionaje de USA. En un frase, aunque inaceptable lo de la NSA en Francia, nadie está libre de pecado para tirar la pimera piedra en esto del espionaje.En México la reacción ha sido más de los comentaristas en los medios y de algunos legisladores que del gobierno mismo. Sí ha habido reacción del gobierno pero muy medida, muy de bajo perfil.

Pareciera que lo del espionaje se da como algo inevitable bien por tratar con Estados Unidos o por el simple hecho de estar a la par de la potencia militar. Que además, no se quiere hacer agujeros en la relación bilateral. Que México depende tanto de EEUU en el comercio, la inversión extranjera, la cooperación en combate al narcotráfico y otras áreas que no tiene sentido agravar una relación que inevitablemente se tensará con el escándalo del espionaje.

Por último, llama la atención la reacción en Estados Unidos mismo. Hay excepciones por supuesto, pero en general la tónica ha sido sino de silencio de un no darle mucha importancia a algo que se considera parte del trabajo sucio del gobierno. Hay escándalo y cierta indignación en la opinión pública cuando se trata de espiar a los mismos estadounidenses, pero cuando el caso es sobre extranjeros se le da el beneficio de la duda al gobierno. Esto no quiere decir que sea bueno por supuesto. Aun cuando el público piense una cosa, en el caso de las relaciones internacionales el gobierno no puede actuar en base a lo que diga la opinión pública.

Lo cierto es que todos estos escándalos del espionaje a nivel internacional han dañado la imagen de Estados Unidos en el mundo. Lo de Snowden, más allá de que mucha gente en Estados Unidos lo vea como un narcisista, un individualista, un traidor o lo que sea -una buena parte lo ve como un legítimo destapador de secretos sucios- en otras partes del mundo se le ve como un héroe.

Y al mismo tiempo, gracias a los documentos de Snowden la comunidad internacional se ha ido enterando de cosas que quizá sospechaba pero que hoy se han confirmado -que EEUU literalmente espían al mundo entero- y que no pintan un cuadro atractivo de Estados Unidos. Al contrario, es otra vez la imagen del Tío Sam arrogante, todopoderoso y “sólo tiene intereses no amigos” de tiempos que parecían pasados.

La Administración Obama ha dicho sobre estas últimas revelaciones que hay “preocupaciones legítimas” sobre lo hecho por la NSA, sugiriendo que investigará lo sucedido y que algún tipo de freno se pondrá a los al parecer insaciables técnicos -o las computadoras- que pareciera siempre quieren saber o recoger más información sobre propios y extraños. El mundo ciertamente espera las explicaciones del presidente.