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Quién era Aimee Stephens, la mujer que logró se respeten los derechos laborales de personas LGBTQ

El máximo tribunal declaró ilegal discriminar laboralmente a personas trans, gays, lesbianas o bisexuales tras una demanda de Stephens. Esta es su historia.

En julio de 2013, Aimee Stephens le entregó una carta a su jefe en una casa funeraria de Michigan: "Lo que debo decir es muy difícil para mí y me está costando todo el valor que tengo".

Dos semanas después, fue despedida por aquella carta. Este lunes, siete años más tarde y también por aquella carta, Stephens ha hecho historia para toda la comunidad LGBTQ.

La carta, que Stephens redactó con ayuda de sus compañeros de trabajo, hablaba sobre cómo había luchado durante años con sentirse "prisionera de un cuerpo que no corresponde" a su mente, de la soledad y desesperación de sentirse desconectada de sí misma.

Hacia el final, la misiva decía: "Con el amoroso apoyo de mi esposa, he decidido volverme la persona que ya soy en mi mente [...] Necesito hacer esto por mí y para ponerle fin a la agonía que siento en mi alma".

Stephens llevaba años pretendiendo en su trabajo, donde se vestía con trajes de hombre a pesar de saber, como expresa en su carta, que era mujer. Con su escrito quería dejar claro que comenzaría a acudir a su empleo sin más engaños ni tapujos, vistiéndose como era.

Y por esa razón fue despedida sin indemnización monetaria de un empleo en el que se había desempeñado por seis años, para el cual tenía tres décadas de experiencia y el que, en sus palabras, era su "llamado".

Aimee Stephens falleció el 12 de mayo, antes de conocerse el fallo de la corte.
Aimee Stephens falleció el 12 de mayo, antes de conocerse el fallo de la corte.Reuters

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Perdió su sostén económico y su seguro médico cuando más lo necesitaba, por una enfermedad de riñón y problemas de la espalda que necesitaron cirugías. Stephens y su esposa, Donna, comenzaron a vender sus pertenencias para mantenerse.

Stephens decidió presentar una demanda judicial, con apoyo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) y la Comisión para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo, una agencia federal.

Una corte de circuito le dio la razón en marzo de 2018, al determinar que el título VII de la Ley de Derechos Civiles establece que no debe haber discriminación con base al sexo y que eso incluye no forzar a personas LGBTQ a cumplir con conceptos estereotípicos.

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El dueño de la casa funeraria que había despedido a Stephens apeló.

El caso, nombrado R.G. & G.R. Harris Funeral Homes Inc. v. Equal Employment Opportunity Commission, llegó hasta la Corte Suprema, junto con dos casos de hombres gays despedidos por comentar su orientación sexual.

Era la primera vez que la Corte Suprema deliberaba sobre temas trans en la historia de Estados Unidos.

Este lunes, los magistrados determinaron que es ilegal discriminar a alguien en un trabajo por su identidad de género o su orientación sexual.

La discriminación hacia personas LGBTQ tiene muchas formas en Estados Unidos.

Aunque las parejas del mismo sexo gozan de reconocimiento legal a nivel nacional cuando deciden casarse, en la mayoría de los estados no cuentan con protecciones específicas si se les niega rentar una casa por su orientación sexual o su identidad de género.

Se estima que hasta el 40% de los jóvenes sin hogar son personas LGBTQ que fueron corridos de sus casas o sintieron que era mejor huir dspués que salieron del clóset.

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En 26 de los 50 estados todavía estaba permitido hasta el lunes despedir a personas gays, lesbianas y bisexuales por quién es su pareja, o dejar sin trabajo a alguien trans por creer que no debe vestirse del género que es.

Personas trans entrevistadas por NBC News enumeraron problemas que van desde comentarios hirientes de colegas o no poder usar el baño que corresponde a su identidad, hasta que los reclutadores se rían en su cara durante una entrevista de trabajo o ser despedidas, como le sucedió a Aimee Stephens.

Ella no ha vivido para ver el resultado de su lucha: falleció a mediados de mayo por sus problemas de salud. La sobreviven su esposa y su hija, Elizabeth.

En una columna que publicó en el diario The Washington Post, Aimee Stephens dejó claro: "Si tuviera que volver a hacerlo todo de nuevo, lo haría".

"Estoy luchando por mis derechos y los derechos de otros para poder ser quienes somos", dice en un video de abril, "que esto no le suceda a nadie más".

Gracias a ella, en un voto de 6 magistrados a favor y 3 en contra, la Corte Suprema dictaminó que nadie más debe pasar por lo mismo.

"Aimee no pretendía ser una heroína y pionera, pero lo es", declaró en mayo uno de sus abogados, Chase Strangio, de ACLU, "y este paía debe estar agradecido por su compromiso con la justicia para todas las personas".

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