El Congreso de Texas aprobó una propuesta legislativa que pretende reestructurar las leyes electorales del estado de una manera radical. La medida será enviada este martes a la oficina del gobernador, Greg Abbott, para su firma, lo que supone una dura derrota para los demócratas después de haberse opuesto férreamente a que se votara.
Abbott ya había asegurado que la firmará, lo que podría suceder en los próximos días.
Los enfrentamientos partidistas por la polémica ley que según los demócratas restringirá el voto de las minorías en el estado continuaron produciéndose hasta el último día de su votación.
A última hora, los senadores republicanos de Texas decidieron eliminar una de las pocas provisiones en las que había consenso bipartidista: una cláusula que protegía a los ciudadanos condenados por delitos graves de ser procesados si votaban por equivocación; es decir, sin saber que no eran elegibles para emitir el sufragio.

La ley también prohibirá los centros de votación que abren las 24 horas, convertirá en un delito para los funcionarios el enviar una boleta electoral por correo a quien no lo haya solicitado y empoderará a los observadores partidistas.
Los republicanos argumentan que la ley fortalece la seguridad de las elecciones y previene los fraudes, aunque han negado que esta nueva preocupación se deba a las acusaciones sin fundamento del expresidente Donald Trump, quien asegura sin ninguna prueba que los demócratas le robaron la elección presidencial cuando él perdió frente a Joe Biden el pasado mes de noviembre.
Los demócratas texanos se opusieron con vehemencia al proyecto de ley. Alegan que el verdadero objetivo es frenar el avance de su partido en el máximo bastión republicano, tras importantes victorias en un electorado que se ha vuelto más diverso y urbano.
A finales de mayo, un grupo de más de 50 legisladores decidieron abandonar el estado para dirigirse a Washington D.C. a manera de protesta por la discusión de la ley, privando a la Cámara de Representantes estatal del aforo necesario para que se votara.
Los republicanos reaccionaron amenazándolos con arrestarlos y Abbott congeló la paga de casi 2,000 empleados del Congreso estatal para obligar a los legisladores a sesionar de nuevo.
Tras las presiones en su contra, los demócratas decidieron regresar a la Cámara de Representantes a principios de este mes.
El representante demócrata Garnet Coleman, quien regresó al Capitolio en agosto, dijo que se trataba de un asunto emocional para él, pues no quería votar una ley que estaba diseñada para “provocar dificultades a las personas por su color de piel y su origen étnico”, una clase de personas de las que aseguró formar parte.
Con información de The Associated Press.