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El comité que investiga el asalto al Capitolio analiza los 187 minutos de inacción de Trump

Testigos del caos relatan en una audiencia en horario estelar cómo el expresidente decidió no actuar mientras observaba la brutal batalla campal por televisión desde la Oficina Oval.

Por Jonathan Allen - NBC News

WASHINGTON — Mientras la turba irrumpía en el Capitolio el 6 de enero, el entonces presidente Donald Trump se quedó de brazos cruzados mientras observaba el brutal enfrentamiento por televisión desde el comedor privado de la Oficina Oval de la Casa Blanca.

En esos 187 minutos, entre que pronunció un discurso instando a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio hasta que llamó a la calma desde su cuenta de Twitter, el presidente brilló por su ausencia, según la investigación que detalla este jueves por la noche en horario de máxima audiencia el Comité Selecto de la Cámara de Representantes.

“Este hombre de energía destructiva y desenfrenada no podía ser conmovido, ni por sus ayudantes, ni por sus aliados, ni por los cánticos violentos de los alborotadores o las súplicas desesperadas de quienes enfrentaban los disturbios”, afirmó el presidente del Comité Selecto, Bennie Thompson, demócrata por Missouri, quien se dirigió al Congreso por medio de un video debido a que dio positivo a COVID-19. La vicepresidenta del comité, Liz Cheney, asumió su papel.

El entonces presidente, Donald Trump, durante un mitin frente a la Casa Blanca, el 6 de enero de 2021.
El entonces presidente, Donald Trump, durante un mitin frente a la Casa Blanca, el 6 de enero de 2021.Jacquelyn Martin / AP

“Y lo que es más revelador, Donald Trump ignoró e hizo caso omiso de las súplicas desesperadas de su propia familia, incluidos Ivanka y Don Jr.”, agregó Thompson.

Si el comité tiene éxito, demostrará que Trump no solo toleró la violencia librada en su nombre, y contra la transferencia pacífica del poder político en el corazón de la democracia estadounidense, sino que estaba complacido por ello.

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“La turba que atacó el Capitolio provocó rápidamente la evacuación tanto de la Cámara de Representantes como del Senado”, dijo el representante Adam Kinzinger, republicano por Illinois. “El conteo se detuvo por completo y finalmente se retrasó durante horas. La turba estaba logrando el propósito del presidente y él no intervino”.

Entre los testigos programados a testificar están Sarah Matthews y Matthew Pottinger, asistente de prensa y funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de Trump, respectivamente.

Cheney afirmó que la audiencia del jueves, la octava que lleva a cabo el comité, no será la última. Citando nueva evidencia y batallas legales para obtener declaraciones, Cheney, quien se enfrenta a una carrera cuesta arriba para volver a ser nominado en Wyoming este agosto, prometió que el comité reanudaría las audiencias en otoño.

“Tenemos mucha más evidencia que compartir y recopilar. Entonces, nuestro comité se la pasará en agosto buscando nueva información en muchos lugares, antes de convocar más audiencias en septiembre”, explicó.

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Después de tres horas de caos tras su llamado a marchar al Capitolio el 6 de enero, Trump finalmente les pidió que se fueran a su casa en paz.

Durante ese tiempo, según el testimonio anterior de Hutchinson, asistente del entonces jefe de gabinete, Mark Meadows, se le informó a Trump que la turba estaba atacando el Capitolio y que algunos coreaban “cuelguen a Mike Pence”, el vicepresidente, y el hombre responsable de supervisar el recuento de votos electorales del Congreso que selló la derrota de Trump en la reelección de 2020.

“A los 15 minutos de abandonar el estrado, el presidente sabía que el Capitolio estaba sitiado y bajo ataque”, afirmó Luria.

En las siete audiencias previas, el comité escuchó evidencia de que Trump y un equipo de asesores externos buscaron todos los medios disponibles para tratar de anular la elección, a menudo en conflicto con los abogados y asesores oficiales de la Casa Blanca.

Ese esfuerzo incluyó la solicitud directa de Trump al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, para encontrar exactamente la cantidad de votos que se habrían necesitado para cambiar el resultado electoral en ese estado. Raffensperger, un republicano, se negó.

También presionó a los líderes legislativos en los estados donde la elección estaba más reñida para que reemplazaran las listas de electores al Colegio Electoral con suplentes que respaldarían a Trump, según el testimonio del presidente de la Cámara de Representantes del estado de Arizona, Rusty Bowers, un republicano, entre otros. Cuando eso fracasó, los asesores externos de Trump craearon una lista de 'electores falsos' en los estados, que se envió a Pence y a los Archivos Nacionales.

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La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, testificó en un videoclip que Trump la llamó para presentarle a John Eastman, un abogado que quería que lo ayudara a “reunir” lo que ella llamó “electores contingentes”.

Al mismo tiempo, Trump presionó al entonces fiscal general William Barr y a otros funcionarios del Departamento de Justicia para que declararan que las elecciones habían estado plagadas de fraude. Cuando Trump se enteró de que Barr había dicho en una entrevista de prensa que el Departamento de Justicia había concluido que no había un fraude generalizado, el expresidente estaba furioso, según testificó el Barr mismo.

Luego, Trump presionó al sucesor de Barr, el entonces fiscal general interino Jeffrey Rosen, junto con el entonces fiscal general adjunto interino Richard Donoghue, para revertir el hallazgo de Barr.

“Simplemente diga que las elecciones fueron corruptas y déjeme el resto a mí y a los congresistas republicanos”, imploró Trump en una conversación del 27 de diciembre de 2020. En una reunión en la Oficina Oval, Trump amenazó con reemplazar a Rosen con Jeffrey Clark, un funcionario de justicia de nivel inferior que apoyaba el plan de los “electores falsos”, según testigos.

A principios de enero, Trump se había concentrado en cambiar a Pence, según los asesores que testificaron en audiencias anteriores. Trump reprendió a Pence por negarse a manipular el conteo electoral en una llamada telefónica el 6 de enero, y un testigo dijo que le dijo un insulto misógino a su segundo al mando.

Trump, según documentos obtenidos por el comité, agregó referencias a Pence en el discurso que pronunció durante el mitin del 6 de enero y le dijo a sus seguidores que él era la única persona que podía mantenerlo en el cargo, al tiempo que les ordenó marchar al Capitolio, donde se encontraba Pence.

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Cuando le dijeron tras bambalinas que había menos gente en el mitin del que esperaban porque muchos de sus seguidores estaban armados y no podían pasar los detectores de metal, Trump se enfureció, según Hutchinson.

“Me importa un carajo que tengan armas”, afirmó Trump, según Hutchinson. “No están aquí para lastimarme a mí. Quítenles los malditos detectores”.

Se enojó aun más después del mitin, cuando su equipo de seguridad le dijo que lo iban a llevar de vuelta a la Casa Blanca, en lugar de al Capitolio, como le había prometido a sus seguidores, según Hutchinson.

Luego, mientras los alborotadores atacaban a la policía, irrumpían en el Capitolio y merodeaban el recinto del Senado y las oficinas del Congreso, Trump observó el desarrollo de los eventos desde la relativa calma de uno de los lugares más seguros del planeta.