Por Natasha Korecki - NBC News
Con su popularidad en picada en las encuestas y los casos de COVID-19 al alza, el presidente, Joe Biden, empezó el año nuevo desesperado por encontrar una nueva narrativa.
Este jueves, el "orgullo herido" de Donald Trump le pudo haber dado justo lo que necesitaba.
En un discurso contundente, mejor descrito como el más poderoso que ha pronunciado desde que asumió el cargo, Biden responsabilizó a Trump de la barbarie del ataque al Capitolio el 6 de enero del año pasado, pintándolo como un mal perdedor cuya incapacidad para aceptar la verdad de su derrota ahondó la división política entre los estadounidenses.

"El expresidente de Estados Unidos ha tejido y ha esparcido una red de mentiras sobre las elecciones de 2020. Lo ha hecho porque valora el poder por encima de los principios, porque considera que su propio interés es más importante que el de su país, que el interés de Estados Unidos”, dijo Biden al referirse a Trump. “Y como su orgullo herido es más importante para él que nuestra democracia o nuestra Constitución, no puede aceptar que perdió”, remató.
Fue un momento inusual en la presidencia de Biden, en el que se apartó de su discurso de unidad nacional y culpó directamente a Trump de la insurrección violenta.
Biden se aseguró de declarar explícitamente lo obvio: “No es solo el expresidente. Es un expresidente derrotado”.
La decisión de Biden de hablar tan sinceramente alegró a muchos de sus seguidores.
“Esto es algo que será aplaudido por casi todos los demócratas”, dijo el operador político demócrata Simon Rosenberg, presidente de NDN, un grupo de expertos de centro izquierda con sede en Washington.
[La mentira del año 2021: las falsedades sobre el violento asalto al Capitolio y su significado]
Rosenberg fue uno de los analistas que exhortó a la Casa Blanca durante meses a intensificar su retórica sobre las continuas amenazas a la democracia.
“La radicalización del Partido Republicano es algo que ya no podemos ignorar”, afirmó.
Greg Schultz, el exdirector de campaña de Biden, dijo que al final del discurso su teléfono se llenó de mensajes que decían cosas como, "Este es el Biden al que apoyé" y "literalmente, el mejor discurso que ha dado en años".

“Aquí es cuando Biden es más poderoso”, aseguró Schultz en una entrevista, citando el temor de Biden a una erosión de la democracia como la fuerza motivadora detrás de su campaña como candidato. Agregó que Biden finalmente envió un mensaje personal a Trump, porque no había forma de no hacerlo.
“Este es uno de los momentos en los que no tienes otra opción. Está claro que el 6 de enero no habría sucedido si no fuera por Trump”, dijo Schultz. “Esta es una ocasión en la que no se puede eliminar al instigador, porque el evento fue tan atroz para la república”, precisó.
Aprovechar la indignación de su partido hacia “el expresidente” ofreció un respiro, aunque breve, de los sombríos e implacables recordatorios de los números récord de casos de COVID-19, el cierre de las escuelas y el aumento de los precios para el consumidor.
Algunos demócratas percibieron el discurso como un uso legítimo del púlpito presidencial, dada la inminencia de las elecciones intermedias, en las que podría haber un sin fin de desafíos infundados a los resultados electorales e incluso la amenaza de violencia.
[Del Capitolio a la política local: así cambió el extremismo en EE.UU. tras el 6 de enero]
En el año que transcurrió desde que una multitud de sus partidarios asaltó el Capitolio para interrumpir el recuento de los votos electorales que formalizaba la victoria de Biden, Trump ha insistido que le robaron la elección. Y ha afianzado su poder sobre el Partido Republicano, a medida que se fragmenta y radicaliza cada vez más.
"El presidente dejó bastante claro hoy que defender la democracia será fundamental en su agenda de 2022", dijo Rosenberg. "Siempre estuvo ahí, y fue la razón principal por la que se postuló para presidente. Pero en 2021 otras prioridades vitales desplazaron la agenda democrática del presidente".

Según Rosenberg, los comentarios de Biden dejaron en claro que la batalla entre la democracia y la autocracia ahora es "definitoria de la presidencia de Biden".
Ese es el caso de los demócratas en Wisconsin, donde el escaño en el Senado del republicano Ron Johnson y el puesto del gobernador estarán en juego en las elecciones intermedias. La Legislatura controlada por los republicanos no ha tenido reparos en mostrar su fuerza para cuestionar los sistemas electorales.
En 2018, cuando Biden aún estaba considerando una candidatura presidencial, estaba leyendo el libro Cómo mueren las democracias y en muchas conversaciones que tuvo habló sobre el peligro de que proliferaran eventos violentos como el mitin nacionalista blanco de Charlottesville, Virginia, en 2017.
"Cien veces lo escuché contarle a la gente sobre este libro", aseguró Schultz. Biden les decía a todos que la muerte de la democracia ocurría tras una erosión paulatina de los principios democráticos, que él vio como una amenaza real con Trump. "Nunca se habría postulado para presidente si pensara que nuestra democracia y nuestra república estaban a salvo", dijo Schultz.
El mantra de la campaña de Biden se centró en recuperar el “alma de Estados Unidos”, un tema que Schultz, junto con el principal asesor de Biden, Mike Donilon, ayudó a desarrollar, y que Biden resucitó el jueves.
[Estas son las lecciones que dejó el asalto al Capitolio según analista]
Sin embargo, una vez que estuvo en el cargo, Biden entendió su papel como el de la reconciliación. Citando la necesidad de la "unidad" trabajó para calmar los ánimos y buscar el bipartidismo, incluso cuando facciones republicanas se empeñaron en rechazar los resultados de las elecciones de 2020.
Tras su discurso, los periodistas le preguntaron a Biden este jueves si culpar a Trump había politizado aún más el evento.
"No, mire, la forma de sanar, tiene que reconocer el alcance de la herida. No puede fingir”, dijo Biden. “Preferiría no enfrentarlo. Pero tiene que enfrentarlo. Eso es lo que hacen las grandes naciones. Enfrentan la verdad, la enfrentan y siguen adelante", destacó.
Biden, de manera deliberada, evitó hablar sobre la legislación relacionada con el derecho al voto, como algunos esperaban.
Era una manera de mantener el enfoque en la gravedad de los ataques del 6 de enero, explicó un asesor de la Casa Blanca.
Sin embargo, la Casa Blanca aseguró que Biden dará un discurso sobre la legislación sobre el derecho al voto en Atlanta el próximo martes, en medio del renovado impulso de los senadores demócratas para legislar a nivel federal sobre este tema.
Es difícil pasar por alto la importancia del tema, teniendo en cuenta el papel fundamental de Georgia en sellar la derrota de Trump en 2020 y su prominencia en la batalla por el derecho al voto. Antes de Biden, un demócrata no había ganado el estado en una contienda presidencial en 30 años.