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'Páncreas Biónico ' para la Diabetes

'Páncreas Biónico ' para la Diabetes

Por Maggie Fox

NBC News

Un "páncreas biónico" que utiliza un teléfono inteligente, un monitor de glucosa y un impulsor de insulina para controlar automáticamente los niveles de azúcar en la sangre, ayudó a más de dos docenas de personas a vivir libre de pinchazos y de otros molestos recordatorios de la diabetes, informó un grupo de investigadores el domingo.

El sistema controló los niveles de azúcar en la sangre mucho mejor de lo que ellos hubieran podido hacer por su cuenta, dijeron los investigadores durante la reunión de la Asociación Americana de Diabetes.

"Estaba impresionado de lo bien que funcionó en el ambiente real", expresó Ed Damiano, quien trabaja en el proyecto de la Universidad de Boston.

Finalmente, el sistema vislumbra una vida normal para las personas con diabetes Tipo 1, también conocida como diabetes juvenil.

Christopher Herndon odiaba disparar el dispositivo. Herndon, de 13 años, probó el sistema el pasado agosto cuando estaba en un campamento especial de verano para niños con diabetes. Como requisito del campamento, debía chequearse a diario el nivel de azúcar en sangre, pero podía haberlo evitado.

"Mi nivel de azúcar en la sangre nunca llegó a ser tan bajo que tuviera que sentarme", dijo Herndon a NBC News.

"Es como un sueño para un diabético. Te quita la responsabilidad. Te quita los niveles alto y bajo de azúcar en la sangre. Evita los daños en el cuerpo y te hace sentir mejor todo el tiempo".

Herndon, que cursa el octavo grado en Newburyport, Massachusetts, usualmente utiliza una bomba de insulina estándar y probó el que imita al de la vida real por cinco días, tras los cuales regresó al viejo sistema. "Cuando no lo llevaba puesto tenía que sentarme muchas veces durante las actividades porque tengo bajo los niveles de azúcar. Fue frustrante ", añadió.

La vida de una persona con diabetes Tipo 1 gira alrededor de lo que come y de las pruebas de azúcar en la sangre. "En el campamento comenzamos el día chequeando los niveles de  azúcar en sangre", dijo Herndon. "Los consejeros nos entregan los menús, nosotros contamos los carbohidratos, los sumamos y luego nos inyectamos insulina o programamos la bomba para extraer un poco". Sólo después es que pueden comer.

Después del desayuno, los campistas pueden practicar deportes. Herndon juega al baloncesto, corre y juega lacrosse en la escuela, pero debe chequear para asegurarse de que el ejercicio no haya bajado demasiado su nivel de azúcar en sangre. Luego continúa la misma rutina de chequearse el azúcar, estimar cuantos carbohidratos puede ingerir, librarse de la insulina y, por último, comer. Igual sucede a la hora de la cena.

"Esto hay que afrontarlo 24 horas al día, los siete días de la semana. De eso no hay vacaciones ", comentó Kristina Herndon, la madre de Christopher.

Alrededor del 5 por ciento de los 29 millones de diabéticos en Estados Unidos tienen diabetes Tipo 1.

La diabetes es una enfermedad metabólica que impide al cuerpo procesar adecuadamente el azúcar en la sangre. La diabetes Tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo destruye por error las células pancreáticas que producen hormonas, como la insulina y el glucagón, que controlan el azúcar en la sangre. Los altos niveles de glucosa dañan los pequeños vasos sanguíneos, lo que a su vez puede conducir a la ceguera, a enfermedades cardíacas, a daños cerebro-vasculares y a la insuficiencia renal. Las personas pueden llegar a perder los  dedos, pies, o piernas por amputación.

Cuando los niveles de azúcar son muy bajos existe el riesgo de muerte.

"Es diabólicamente difícil controlar la glucosa en la sangre, como sabemos que tiene que ser", comentó el doctor Steven Russell, del Hospital General de Massachusetts en Boston, quien ha trabajado con Damiano y su equipo durante años.

"Usted está constantemente en riesgo de tener un bajo nivel de azúcar en sangre, lo que puede ser muy peligroso. Es difícil para las personas entender lo difícil que es".

El equipo que ha estado trabajando durante años en la fabricación de un páncreas artificial, inició los primeros estudios con las personas en el 2008. Su dispositivo monitorea el azúcar en la sangre, en lugar del pinchazo en el dedo que es la  prueba que realizan los diabéticos varias veces durante el día. Además, administra insulina cuando es necesario y en las cantidades correctas, algo que los diabéticos también hacen varias veces en el día, ya sea con una jeringuilla o pulsando el botón de la bomba de insulina.

Y hace algo extra – el equipo libera la hormona llamada glucagón, que es la encargada de estabilizar el nivel de azúcar en la sangre cuando está bajo.

Durante la última prueba, el equipo de investigadores probó el páncreas artificial en los pacientes del hospital. Ellos preferían que los pacientes estuvieran acostados descansando para que los niveles de azúcar en la sangre no fluctuaran demasiado. En ese momento tenían que estar cerca de una computadora portátil porque sólo a través de un complicado sistema de computación podían calcular la insulina que debía recibir un paciente en un momento dado.

Según Damiano, la invención de los teléfonos inteligentes fue lo que hizo posible el uso del dispositivo biónico.  Fue específicamente el iPhone 4, con una señal de Bluetooth de baja energía la que pudo utilizarse para ayudar a comunicar los diversos componentes del dispositivo.

"El iPhone es una plataforma perfecta. No podríamos haber hecho esto sin Steve Jobs (cofundador de Apple) ", afirmó Damiano. Los teléfonos inteligentes son poderosas computadoras que las personas pueden llevar, son perfectos para coordinar los componentes del páncreas artificial.

El sistema está todavía un poco torpe. La bomba de insulina se fija a un monitor de glucosa del tamaño de una moneda de 25 centavos, implantado debajo de la piel del abdomen. Una bomba externa del tamaño de un teléfono queda ajustada al abdomen con un adhesivo. Una segunda bomba suministra el glucagón y todo se controla a través del iPhone.

En dos experimentos independientes el equipo de Damiano y Russell probó el dispositivo en 20 adultos y 32 adolescentes en un campamento especial de verano para niños y jóvenes con diabetes. Los resultados superaron las expectativas de los investigadores, informó el equipo en la revista New England Journal of Medicine.

"El sistema fue capaz de ubicarlos a todos en el rango que reduce las complicaciones", dijo Russell. "No sólo la mitad de ellos. No sólo las tres cuartas partes de ellos. Todos ellos. "

Nadie tuvo un ataque de hipoglucemia. "No existe un tratamiento terapéutico estándar que iguale los resultados que hemos visto", señaló Damiano.

El siguiente paso en las pruebas clínicas comienza hoy lunes, cuando 10 pacientes del Hospital General de Massachusetts se enfrentarán a una prueba aún más difícil. Ellos usaran el dispositivo en las condiciones de la vida real, vivirán y trabajarán normalmente sin tener una enfermera a su alrededor.

Sus lecturas de azúcar en la sangre se enviarán a través del iPhone, las que serán chequeadas a millas de distancia en el hospital. No habrá intervención médica, a menos que se trate de una emergencia.

Otros treinta pacientes están inscritos en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, en la Universidad de Stanford y en la Universidad de Carolina del Norte. Además, tratarán de probarlo en campistas más jóvenes, esta vez entre 6 y 11 años de edad.

Kristina Herndon espera que Christopher tenga otra oportunidad. "Vamos a ser los primeros en levantar nuestras manos para el nuevo estudio", apuntó.

Damiano tiene prisa. Su hijo de 15 años tiene diabetes Tipo 1 y él quiere tener listo el dispositivo comercial para cuando el chico comience la universidad. "La diferencia más práctica sería no tener que pensar en la diabetes 24/7, no tener que tomar decisiones constantemente sobre las cosas que los que no tenemos diabetes Tipo 1 nunca pensamos", expresó.

"Otro de los problemas reales que aliviará será el miedo, el temor de ir a la cama por la noche sin saber sí el nivel de azúcar bajará peligrosamente durante el sueño."

El equipo, que está subvencionado por los Institutos Nacionales de Salud y por las donaciones privadas, entre ellas del grupo Leona M. y Harry B. Helmsley Charitable Trust, está trabajando con un fabricante de dispositivos - que no nombran-, para lograr convertir las dos bombas en una sola.

"Todavía tenemos un par de años de trabajo por delante", dijo Russell. Lograr bajar el precio será un factor importante. Sólo el glucagón cuesta $160 por día en la actualidad. "No queremos que sea sólo para algunos. Queremos que esté al alcance de todos ", afirmó.

Para Christopher y su madre Kristina, significará una buena noche de sueño.

"Mi mamá no tendrá que preocuparse por la noche", dijo Herndon. "Ella no tendrá que chequear mi sangre".