IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

Opinión: "Romo hizo lo suyo"

Opinión: "Romo hizo lo suyo"

Columna de opinión

Por Carlos Rajo

En el momento justo antes de tirar el lanzamiento final que poncharía al bateador rival y con ello darle a su equipo de los Gigantes de San Francisco el triunfo en la Serie Mundial de Beisbol, el pícher de padres mexicanos Sergio Romo hizo un gesto negativo con su cabeza. Iba dirigido a su receptor o “catcher”, indicándole que no estaba de acuerdo con lo que este le pedía, una curva rápida, un “slider” en el inglés beisbolero.

Romo hizo lo suyo. Sorprendiendo al “cátcher”, a su entrenador de picheo que miraba inquieto desde la distancia y al mismo bateador que esperaba el lanzamiento, nada menos que el gran Miguel Cabrera, el mejor bateador del año, Romo lanzó una bola recta rápida. El venezolano Cabrera se quedó congelado. Tercer “strike”, ponchado y se acabó el partido.

Los primeros en abrazarse en la celebración fueron el “cátcher” Buster Posey y Romo, uno blanco y rasurado, el otro moreno, con barba y bigote. Ambos de alguna manera símbolos de estos Gigantes representativos de la diversidad de California. A partir de ahí la locura. Los Gigantes de San Francisco, para sorpresa de muchos, campeones mundiales por segunda vez en tres años.

El detalle del “no” de Romo hacia su receptor y el éxito en el lanzamiento que eligió quedarán de seguro como un pie de nota en la gran historia del triunfo de los Gigantes sobre los Tigres de Detroit. Por fin, no es común que un pitcher desafíe a su receptor y lance a propósito una bola que nadie espera, en particular en un momento tan definitivo y de tanta tensión como en ese del domingo en la noche.

Lo de Romo sin embargo, no es inusual en su vida como beisbolista. Desde joven el hoy exitoso lanzador, nacido en Brawley, una pequeña ciudad en la esquina sureste de California a 35 km de la frontera con México, ha mostrado una vena independiente, de hacer siempre lo que cree correcto incluso si va contra lo establecido. “Nunca he hecho las cosas según el libro”, reconoció hace unos días Romo, de 29 años, cuando comenzó a ganar la atención de la prensa por su buen desempeño en la llamada “post temporada” del béisbol.

“Muestra el tipo de coraje que tiene y la fe en sus capacidades”, resumió el “cátcher” Posey hablando sobre ese último lanzamiento de Romo.

“Sabía que no era un ‘no’ falso”, dijo por su lado el entrenador de picheo de los Gigantes Dave Righetti, en referencia al gesto negativo de Romo hacia el “cátcher”. “(Sabía) que él lo haría”.

Hace varios años Romo tomó también una decisión de último momento que así como la del domingo contra Cabrera y los Tigres marcaría su vida. Recién había terminado la secundaria y al no ver otros prospectos en el béisbol y en la vida estuvo a punto de ingresar a la Marina. Cuando estaba por firmar y vestir el uniforme militar dio marcha atrás y convenció a su padre Frank de que lo dejara intentar con el béisbol universitario.

Una de las novedades de esta recién concluida Serie Mundial de Béisbol fue el gran número de jugadores venezolanos que destacaron. Sin duda que hay que darle crédito al aporte venezolano al béisbol de las Grandes Ligas. Es no sólo Cabrera de los Tigres, sino por supuesto jugadores como el tercera base de los Gigantes, Pablo Sandoval, quien fue declarado el MVP (mejor jugador) de la Serie Mundial. O el segunda base de los Gigantes, Marcos Scutaro, quien bateó el sencillo que empujó la carrera ganadora en el partido del domingo. Y varios otros más en ambos equipos.

Lo de Romo llama la atención porque es el único latino de origen mexicano que jugó a ese gran nivel en la Serie Mundial y quien en muchos sentidos refleja la vida de una familia inmigrante. Su padre Frank nació en México y fue traído pequeño a Estados Unidos. Su abuelo también nació en México y ambos, padre y abuelo, fueron trabajadores de la agricultura.

Tan así que la relación de Romo, o al menos de su familia, con los Gigantes viene de hace décadas. Su padre se hizo seguidor del equipo de San Francisco cuando trabaja en los campos de corte de lechuga en el norte del estado. Un día de 1969 fue a San Francisco a ver a los Gigantes y desde que vio jugar a Willie Mays -uno de los más grandes jugadores de la historia- quedó prendido con el equipo de la Bahía.

Frank le dio a un guante a Romo y comenzó a enseñarle el juego de la pelota cuando este tenía apenas dos años. Y es que el béisbol ha sido siempre parte de la familia. El abuelo de Romo jugó en México y tuvo que dejarlo por las demandas del trabajo de la agricultura en Estados Unidos. El padre lo mismo. Romo es como la culminación de los sueños no cumplidos de dos generaciones de Romos beisbolistas-trabajadores de la pizca-individuos de la frontera.

Esto de la frontera es clave para entender la trayectoria beisbolista de Romo. Sucede que ahí en Brawley, con una población de 25,000 habitantes y de extremo calor y frío en el llamado Valle Imperial, hay toda una tradición beisbolera con varios jugadores que han rozado las ligas mayores y menores y/o han jugado en la liga mexicana.

No es tanto que Brawley sea buena para el deporte sino que por estar tan cerca de México y en particular de la ciudad de Mexicali (en Baja California), los jóvenes van desde muy temprano a jugar a México donde aún en el invierno hay béisbol organizado. Y todavía mejor, con una liga donde se mezclan jóvenes y viejos, amateurs y semi profesionales. Los tres Romos jugaron béisbol en Mexicali.

Cuando Romo fue a la Universidad tuvo problemas disciplinarios. En una Universidad de Alabama le cancelaron la beca por pelearse con el entrenador. “Todos los días me recordaban que era diferente”, contó Romo en una entrevista con el San Francisco Chronicle. Aun cuando fue firmado por los Gigantes en 2005, pasaron tres años antes de que debutara en las ligas mayores, metiéndose en todo tipo de problemas cuando estaba en las ligas menores, desde salirse de la concentración hasta lastimarse una mano al golpear una pared de enojado. “Miran mi rostro, mi tamaño, el color de mi piel, de donde vengo, adonde crecí”, explicó Romo. “La autoridad y yo no nos llevamos bien”.

Hoy todo este pasado es historia. Romo es el cerrador estrella de los Gigantes. El pícher de origen mexicano aprovechó al máximo la oportunidad que le dio la vida. Sucede que quien era el cerrador estelar de los Gigantes, Brian Wilson, fue operado hace algunos meses. Romo se ganó el puesto.

De seguro que en la celebración del domingo Romo se habrá acordado de esos sueños nunca materializados del abuelo y el papá. De como de los Romos que rondaban los campos de la pizca en California hoy se pasa a un Romo que ronda los escenarios de lo más alto y exclusivo del béisbol de las grandes ligas. Si hubiera que ponerle nombre y apellido a este sueño americano hecho realidad habría que llamarle Sergio Romo. El del “no” al pitcher en los momentos finales de la Serie Mundial. El que ganó el título con el ponche al mejor bateador del 2012.