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Opinión: Marco Rubio, navegando las aguas de la Reforma Migratoria

Opinión: Marco Rubio, navegando las aguas de la Reforma Migratoria

Por Carlos Rajo/Columna de Opinión

Marco Rubio, el novato pero influyente senador por la Florida clave en la formulación del proyecto de reforma migratoria, está hoy en el ojo del huracán.

Los que se oponen a la reforma migratoria han incrementado sus ataques contra Rubio. En la Florida, incluso, hay anuncios en televisión y en bardas dándole de golpes al senador republicano por su rol central en lo de la reforma migratoria.

Desde Washington, figuras del partido republicano y del movimiento conservador -tanto congresistas como líderes de opinión pública- también han lanzado sus dardos contra Rubio. Todavía es tiempo de abandonar el proyecto de reforma migratoria, le sugieren al senador, en velada advertencia de que se está jugando su futuro político si lo sigue apoyando.

En sectores liberales también se comenta sobre Rubio, en este caso, llamando la atención sobre que al parecer el propio senador se ha echado atrás y  modificado sus posiciones sobre un proyecto de ley del cual él mismo ha sido uno de sus campeones.

Vaya posición en la que se encuentra el senador quien apenas cumple dos años y medio en los corredores del poder de Washington. En parte no sorprende esto que hoy sucede con el político de padres cubanos. Por un lado, Rubio es considerado uno de los políticos republicanos con mejores posibilidades de disputar la candidatura de su partido para la elección presidencial de 2016. Rubio es joven para la edad de un político (42 años), es latino y tiene una historia de vida óptima para ser presentada como el símbolo del “sueño americano” hecho realidad (de familia pobre e inmigrante, hombre de familia, mucho esfuerzo individual, etc.).

Por otro, es gracias a su credibilidad con el Tea Party y demás sectores duros del movimiento conservador que su aporte en lo de inmigración ha sido no sólo clave sino único. Básicamente es sobre sus hombros que ha caído la responsabilidad de “venderle” la idea de una reforma migratoria a los republicanos. Ni gente como los senadores John McCain de Arizona o Lindsey Graham de Carolina del Sur -quienes también apoyan la reforma y junto con Rubio y otros fueron los que escribieron el proyecto de ley- tienen la credibilidad del senador de la Florida con los grupos conservadores.

Pero dejemos algo claro: la oficina de Rubio se da golpes de pecho asegurando que no hay tal cambio de opinión en el senador sobre la reforma migratoria. Que lo sucedido en los últimos días, en los cuales el legislador ha dicho en varios foros que está de acuerdo en algunos de los reclamos de grupos conservadores sobre el proyecto de reforma -que se le cambie esto o lo otro- no significa que en el fondo no siga apoyando la reforma.

“Después de los últimos cuatro o cinco meses, no creo que nadie debería cuestionar el compromiso del senador Rubio porque se apruebe la reforma migratoria”, señaló Alex Conant, vocero del senador citado por Reuters. Según Conant, es precisamente por tal compromiso que Rubio acepta “la necesidad de ser de mente abierta ante cualquier crítica” para “mejorar el proyecto de ley”.

Uno de los puntos centrales de estos cambios que exigen los conservadores tiene que ver con la llamada “seguridad en la frontera”. En general lo que se quiere es que antes de dársele la legalización temporal a los millones de indocumentados, primero se garantice que se ha “blindado” la frontera.

Hasta el momento Rubio ha dicho que está abierto a considerar cambios en este punto tales como que sea el Congreso el que esté a cargo del plan de seguridad y no el Departamento de Seguridad Interna como lo establece el proyecto de ley de reforma migratoria. “A no ser que la gente esté convencida de que vamos a asegurar la frontera, está ley no pasará”, aceptó Rubio en un programa de preguntas y respuestas con el público en la cadena Fox News.

No queda claro si Rubio llegará tan lejos de aceptar ese cambio fundamental de que primero se blinde la frontera y sólo después se proceda a la legalización transitoria.

El problema de Rubio es que debe lidiar no sólo con su base conservadora sino también con los demócratas y demás sectores liberales que apoyan la reforma. En este punto de que es primero, si la legalización o el blindaje de la frontera, los demócratas y demás sectores pro inmigrantes están unidos: no hay negociación. Primero debe darse la legalización y eventualmente el blindaje o como se le quiera llamar al control de la frontera.

En toda esta discusión sobre adonde se encuentra Rubio en lo de la reforma migratoria no puede obviarse el tema de la elección presidencial de 2016. El senador juega sus cartas políticas y sabe que tiene que caminar una línea muy fina entre convencer a los conservadores de la necesidad de la reforma pero teniendo cuidado de no convertirlos en adversarios ya que sin ellos es casi imposible que sea escogido el candidato republicano.

Los sectores más duros del partido ya hablan de que Rubio fue muy lejos en el tema migratorio. “Rubio parece tan dañado que será difícil que se recupere aquí en Iowa (clave en la primaria presidencial)”, señaló para el caso el congresista Steve King, un opositor tenaz de la reforma migratoria. “Mi perspectiva es que el tema migratorio servirá para escoger los candidatos”, agregó King citado por el Washington Examiner.

Figuras de mucha influencia entre los conservadores como Bill Kristol, editor del semanario The Weekly Standard de donde sale mucho del músculo intelectual del conservadurismo, han aconsejado a Rubio que abandone el proyecto de reforma migratoria. “El (Rubio) debería decir: hice mi mejor esfuerzo, pero saben que, esta no es una pieza de legislación”, explico Kristol en una entrevista con el programa “The Laura Ingraham Show”. Según el editor, el problema con el proyecto de reforma es que le da demasiadas atribuciones a la burocracia gubernamental.

“Habrá certificaciones y seguridad en la frontera, habrá pruebas para demostrar si la gente ha pagado impuestos de años anteriores”, detalló Kristol sobre el proyecto de reforma. “Si a ustedes les gusta ‘Obamacare’ (la ley de salud), a ustedes les debería gustar esta ley de inmigración. Y honestamente creo que sólo este punto es suficiente para que los conservadores se opongan”.

Al final de cuentas sólo Rubio sabe cuál será su posición final en el debate que viene el próximo mes sobre el proyecto de ley de reforma migratoria. Lo que si es cierto es que el senador está entre la espada y la pared. Sabe muy bien que necesita que haya reforma migratoria porque él mejor que nadie entiende que los republicanos necesitan acercarse a los votantes latinos. Que sin estos votantes el partido la tendrá muy difícil para ganar elecciones a nivel nacional.

Al mismo tiempo, Rubio está claro que no puede ir muy lejos y alejarse de sus bases republicanas. Al final de cuentas, son estas bases las que votan en las primarias presidenciales y es de ellas que dependerá su futuro como eventual candidato republicano. Un poco como que Rubio necesitará de actuar como un mago de la política: conseguir el balance entre ser un gran legislador (apoyo a la reforma aun en contra de lo que dicen sus bases) y un político pragmático (no perder el apoyo de esas bases).

Ciertamente que todas las miradas estarán sobre Rubio cuando se inicie el debate en el pleno del senado. Los liberales dicen que los pone “ansiosos” las últimas posturas de Rubio, tal lo dicho por Frank Sherry, de la organización pro inmigrante America’s Voice. O que esperan de él que vaya ante los republicanos “como un campeón y no como un crítico” del proyecto de reforma, tal lo dicho por David Leopold, de la Asociación de Abogados de Inmigración, citados ambos por Reuters. Los conservadores señalan que alguien tiene que actuar como “un amigo” de Rubio y decirle que “se aleje del precipicio” de la reforma, tal lo dicho por Ingraham.