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Opinión: Biden da fuerte batalla a Ryan

Biden consigue dar batalla a Ryan

Por Carlos Rajo


El vicepresidente Joe Biden respondió a las expectativas del debate con su rival republicano Paul Ryan el día jueves por la noche. Tenía que ir a la ofensiva, no podía dejar pasar sin responder ninguno de los ataques contra la Administración Obama y, lo más importante, tenía que borrar de la conversación nacional el mal papel del presidente en el debate de la semana pasada.

(Mira el debate a la vicepresidencia aquí)


Lo que no queda claro es si Biden ganó el debate, al menos con ese segmento de votantes independientes o indecisos que al final de cuentas decidirán la elección.

El punto es que Biden ganó en la mayoría de los casos la batalla de los argumentos, pero se vio mal en su trato a Ryan. Durante buena parte del debate el vice presidente mostró una sonrisa burlona e interrumpió con frecuencia al congresista republicano.

Sí, es pura imagen, pura televisión, dirá alguien, nada que ver con los asuntos reales de política. Pero es de necios ignorar estos factores, particularmente entre esos votantes indecisos que ven la política desde la distancia y les molesta que los políticos en Washington ocupen más el tiempo en atacarse que en resolver problemas.

De seguro también que esos mismos gestos de Biden que sugerían una falta de respeto a su rival o falta de cortesía, habrán sido bien vistos por las bases demócratas. Para estas lo de Biden habrá sido una respuesta natural de alguien que no puede creer lo que está diciendo el adversario. Esa sonrisa del candidato hizo recordar de alguna manera al Obama del anterior debate con Romney. Pareciera que los demócratas tienen este problema con los republicanos: no los respetan y se burlan o les cuesta tomar en serio lo que dicen (muchas veces, por supuesto, porque no es cierto lo que dicen).

Pero este era uno de los objetivos de Biden, hacer que las bases demócratas salieran de ese agujero negro en que los metió Obama con el debate presidencial. Biden no dejó pasar una, bien sea en los temas de política exterior (Libia, Siria, Irán, Afganistán) o en temas de política doméstica como Medicare (el programa de seguro médico para la gente mayor), los impuestos y el aborto, tema en el que Biden se anotó importantes puntos de cara al voto femenino.

Nos estamos extendiendo en Biden debido a que fue quien tuvo el papel protagónico si se quiere, pero la verdad es que Ryan se plantó como debía ser, y al menos con las bases republicanas quedó bien.

En cuanto al tema del aborto, Ryan dijo cosas que caerán muy bien con las bases pero que son controversiales con el resto de la población. Esa es la posición republicana que se conoce: no al aborto (con unas pocas excepciones como violación, peligro a la vida de la madre, etc.) y lo más importante, y potencialmente dinamita en el resto de la campaña si es explotado por los demócratas: que la Corte -jueces que ‘no han sido electos’- no tiene nada que hacer en estos asuntos del aborto. Como se sabe, la razón por la cual el aborto es legal en Estados Unidos es por una decisión, en 1973, de la Suprema Corte de Justicia en el caso Roe vs. Wade.

Hubo discusión sustantiva también en temas como el Medicare y los impuestos, decíamos. El Medicare, porque es uno de los temas donde Ryan ha dicho más en el pasado.

Biden consiguió su objetivo de remachar la idea de que Ryan y el candidato Mitt Romney literalmente terminarán con el programa de Medicare como existe hasta hoy (donde los beneficiados reciben atención médica sin restricciones de costo y el seguro gubernamental lo paga). Ryan trató de defenderse con lo que ha sido su punto central en el tema, que así como con el programa de Seguridad Social, no hay fondos para seguirlo pagando y que por eso es necesario reformarlo.

El problema con muchos de estos temas -incluido también el de los impuestos- es que son muy técnicos y la discusión con frecuencia se va a los terrenos de los especialistas o profesionales de la política. Por eso el gran público se pierde en los detalles.

De nuevo, digamos que en materia sustantiva Biden ganó la mayoría de estos intercambios, aunque en ninguno Ryan hizo el ridículo o se vio mal (quizá la excepción haya sido en lo de Afganistán, donde el congresista criticó el plan de Obama de salida de las tropas pero no dijo cuál era su propuesta alternativa). Pero otra cosa es en la batalla de las imágenes. Cuesta borrar de la mente la sonrisa burlona o las interrupciones frecuentes de Biden.

En uno de los temas que a Biden se le movió el piso fue en el del ataque al Consulado de Estados Unidos en la ciudad libia de Bengazi, donde murió el embajador y varios empleados más. Aun cuando Biden trató de cambiar el enfoque -hablando de los logros del Gobierno en haber matado a Bin Laden y demás- Ryan consiguió meter la idea de que todo se debió a una falta de seguridad en el Consulado, palabras más, palabras menos, a una deficiencia de la Administración de Obama.

Lo de Libia dio lugar a una interesante discusión sobre el rol de Estados Unidos en el mundo. En la visión republicana, mucho del desorden e inestabilidad que hoy pasa en el Medio Oriente no es casualidad, es producto de una política exterior débil de la Administración Obama que le ha bajado el perfil a la presencia de Estados Unidos. Una política exterior que no es suficientemente vigorosa, bien sea en parársele de frente a Rusia en el problema sirio, o a los iraníes para que dejen su programa nuclear.

La respuesta de Biden fue negar que haya una supuesta debilidad de Estados Unidos. Que en lo de Irán las sanciones están funcionando, que además es lo que quiere la comunidad internacional. Que no es cierto que haya diferencias entre Estados Unidos e Israel en el tema. Y que en lo de Siria no hay mucho más que se pueda hacer, considerando lo explosivo que es el tema, entre otras cosas por el lugar donde está ubicado Siria y lo peligroso que sería para los países vecinos si hay una explosión o inestabilidad mayor.

A diferencia del debate entre Obama y Romney donde el moderador intervino poco, en el de los candidatos a vicepresidentes la moderadora Martha Raddatz -corresponsal de la cadena ABC News- tuvo un papel más prominente, particularmente en los asuntos de política exterior que es su especialidad. Fue ella la que presionó a Ryan a que dijera en qué se diferenciaba el plan de Romney/Ryan sobre Afganistán del de la Administración Obama. Ryan se vio dudoso, sugiriendo, sin decirlo abiertamente, que era un error sacar las tropas para el 2014, aunque al final aceptando que estaba bien.

Para el récord -como no se hizo en el primer debate- tampoco el jueves se habló del tema de inmigración. Esperemos que alguien del público traiga el tema a la discusión en el próximo debate presidencial el martes.

Como decíamos, era Biden quien tenía más presiones y en general cumplió su tarea. Más allá de si ganó el debate -un debate vicepresidencial nunca ha definido una elección- lo que consiguió fue parar el desangramiento de la campaña de Obama. En otras palabras, cambiar la narrativa de la elección.

Desde el jueves de la semana pasado casi toda la conversación alrededor de la campaña ha sido la enormidad de la derrota de Obama ante Romney. A partir de ahora, al menos, se volverá a hablar de las expectativas sobre el próximo debate.

Biden, aunque le haya caído pesado a algunos que no les gusta la pelea o que un rival interrumpa o se burle del otro, y que en general quieren una competencia política más cortés, hizo lo que tenía que hacer. Lo enviaron a dar la batalla y cumplió su cometido. Las bases demócratas lo celebran. Si movió voluntades en alguno de los estados como Ohio, Florida, Colorado o Nevada que pueden irse con uno u otro candidato, esa es otra historia.