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Obama entre la espada y la pared en la situación Siria

Obama entre la espada y la pared en la situación Siria

Por Carlos Rajo

Lo dicho por el Secretario de Estado, John Kerry, sobre que a estas alturas no puede negarse que el ataque de la semana pasada en Siria que dejó centenares de víctimas fue hecho con armas químicas y que el gobierno del Presidente Obama le pedirá cuentas por lo sucedido al gobierno sirio, pareciera indicar que Estados Unidos ha tomado la decisión de responder militarmente ante la crisis.

Como se ha dicho varias veces en el pasado sin embargo, en esto de Siria, nada es blanco y negro. Al igual que en cualquier otro momento de los más de dos años que lleva el conflicto en el país del Medio Oriente, las opciones militares que se le presentan al Presidente Obama están llenas de obstáculos e incertidumbres. Cualquier cosa que haga Estados Unidos es complicada tanto en su decisión de hacerla como en las consecuencias -menos en su ejecución.

Hoy por supuesto, hay un par de elementos que complican aún más las cosas. O que hacen inevitable que algo suceda y que explican la retórica dura del Secretario Kerry.

Una, es el hecho precisamente de que pareciera de que en efecto se utilizaron armas químicas.

Y la otra, es la credibilidad de Estados Unidos como la primera potencia militar del planeta.Lo de que se utilizaron armas químicas es algo que no está documentado oficialmente ya que recién el lunes llegó al lugar de los hechos la delegación de expertos de las Naciones Unidas que eventualmente dará su informe sobre si fueron armas químicas y en lo posible dictaminar de donde procedieron (quién las lanzó, si el gobierno o la oposición).

Con todo, precisamente por esas palabras de Kerry, es claro que la Administración Obama, -y mucha de la comunidad internacional-, asumen que aun antes el reporte de la ONU no quedan dudas que sí fueron armas químicas las que ocasionaron la muerte de esos centenares de civiles sirios y que el ataque fue responsabilidad del gobierno sirio (este es un gobierno del cual desde hace décadas se sabe cuenta con gigantescos arsenales de armas químicas).

Cuando se habla de que la utilización de armas químicas es un nuevo elemento que le “complica” la vida al Presidente o lo hace valorar lo sucedido en Siria de manera diferente se quiere decir que Estados Unidos -y en cierto sentido la comunidad internacional- están obligados a responder. Las armas químicas son armas de destrucción masiva prohibidas por las Naciones Unidas y ante las cuales no pueden haber medias palabras: su uso está prohibido, es inaceptable y ahí se acaba la discusión.Y esto viene amarrado además al hecho de que el propio Presidente Obama ha empeñado su credibilidad cuando varias veces ha señalado que si se utilizaban armas químicas significaría el cruzar “una línea roja” a la cual Estados Unidos respondería con su poder militar.

El primer problema que se tiene en el “qué hacer” de Estados Unidos ante lo de Siria es la cuestión diplomática. Obama mismo ha dicho que no quiere una intervención militar que no cuente con el respaldo de una resolución de Naciones Unidas. El presidente tiene claro el gran costo que le trajo al prestigio de Estados Unidos el haber intervenido en Irak sin el apoyo de las Naciones Unidas.

El detalle por supuesto, es que esta eventual resolución tiene que darse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en donde en este momento es poco menos que imposible conseguirla. Tanto Rusia como China tienen poder de veto y ambos han dicho que no votarán a favor de una resolución que le dé el visto bueno a USA para intervenir militarmente en Siria (lo hacen porque son aliados de Siria y porque sienten que en el pasado cuando algo similar pasó en Libia, Estados Unidos ‘los engaño’ ya que la autorización para intervenir en ayuda de la población civil libia sirvió para derrocar al gobierno libio de Gadafi).Una salida ante esta falta de resolución de Naciones Unidas sería hacer algo con los países europeos bajo la sombrilla de que es un asunto de carácter humanitario. De que el uso de armas químicas es algo de tal gravedad que va contra el derecho humanitario internacional y que se justifica una intervención militar aun si las Naciones Unidas no han dado el visto bueno.

Algo similar se hizo a mediados de la década de los años 90s cuando Estados Unidos decidió que había que intervenir militarmente en el conflicto en la ex Yugoslavia para detener la última barbaridad del presidente serbio Milosevic contra la población civil de Bosnia (la masacre de varios miles de civiles bosnios en la población de Srebrenica).

Hoy pareciera que éste será el camino que se tomará. Estados Unidos llevará la batuta en la eventual acción militar con el apoyo de países como Gran Bretaña, Francia, Turquía y otros, todo bajo el pretexto de que se está actuando por una cuestión básica de derechos humanos. De que por un simple principio humanitario internacional y por la credibilidad de la comunidad de naciones lo hecho por Siria simplemente no puede quedar sin castigo.

El siguiente problema es qué tipo de acción militar. Es una acción militar sólo “para darle una lección” o castigar al gobierno sirio por su uso de armas químicas, o será acaso una acción militar de fondo con el objetivo de derrocar al presidente sirio Bashir Al-Assad y permitir la llegada al poder de los rebeldes que lo combaten.

Es casi seguro que la Administración Obama se decidirá por la primera opción. La segunda trae demasiados riesgos, en particular el que no se sabe quién de esos grupos rebeldes se quedará con el poder (algunos de estos grupos son fundamentalistas islámicos enemigos de USA).La acción militar para castigar al gobierno sirio de la que más se habla en este momento es de un ataque aéreo sobre posiciones estratégicas del gobierno sirio o también de ataques a similares blancos pero utilizando misiles “Tomahawk” lanzados desde alguno de los cuatro barcos de guerra que Estados Unidos tiene en el mar Mediterráneo (donde Siria tiene sus costas).

En términos puramente militares cualquiera de estas opciones se puede llevar a cabo sin mayores dificultades, el problema es qué viene después. Más allá del escándalo y enojo que pueda provocar entre mucha gente en el mundo que ve toda intervención de USA como una “intervención del imperio” y cosas similares -Rusia habla ya de que eso será una grave violación al derecho internacional- lo más grave es qué sucederá en el terreno. ¿Cuáles son los objetivos militares de un bombardeo, más allá de “darle una lección” al presidente Assad?

Es posible por un lado que Assad sea como Milosevic lo fue en Serbia y que después de amenazas de que incendiaría el mundo, una vez que cayeron las bombas nada sucedió y eventualmente aceptó negociar con sus enemigos bajo la tutela de USA. Cuesta creer sin embargo, que éste sea el caso con el líder sirio. Lo de Siria es mucho más complicado entre otras razones porque Siria tiene dos aliados (Irán y el grupo armado Hezbollah del vecino Líbano) para los cuales la sobrevivencia del gobierno sirio es un asunto estratégico. En una frase, no se quedarán cruzados de brazos ante un ataque a Siria.

Siria -y por extensión Irán y Hezbollah- pueden realmente “incendiar” la región. Con Siria hacen frontera Jordania, Israel, Líbano, Turquía e Irak, países todos con los cuales  Siria puede iniciar cierto tipo de acción militar y generar una desestabilización mayor en esa región del Medio Oriente. Región que por supuesto, es clave para USA, no necesariamente por petróleo sino que porque la mayoría de estos países son aliados de Estados Unidos y porque lo último que Washington desea es mayor desestabilización en el Medio Oriente (ya complicada la tiene con lo que sucede en Siria  misma y Egipto).

El otro punto a considerar es que la historia enseña que cuando una potencia militar lanza una acción de fuerza -sólo bombardeos como hasta ahora se piensa- el asunto nunca termina ahí. Por varias razones esa acción militar se hace más grande, más profunda y a no ser que el país blanco de los ataques “se rinda”, tarde o temprano lo que al inicio fue una simple acción de fuerza termina en una intervención a todo tren sobre el país que se atacó.

Y en este caso no hay que perder de vista una consideración que le quita el sueño a Obama: no hay apoyo del pueblo estadounidense a una intervención en Siria (actualmente es del 9%, menos popular recordaba alguien, que lo que fue el propio Richard Nixon cuando hubo de renunciar a la presidencia de USA).

Y algo más: como en un círculo, si volvemos a las opciones iniciales la Administración Obama tampoco ve con buenos ojos que caiga mañana el gobierno de Assad. La oposición siria es una ensalada de grupos rebeldes muchos de los cuales tan enemigos de Assad como de USA.

Sí, sin duda que la credibilidad de Estados Unidos y la comunidad internacional están en juego. No es posible que en esta época de leyes, derecho humanitario y organismos internacionales el mundo acepte que un país utilice armas químicas y que este país no sufra las consecuencias. El problema es que lo de Siria es particularmente complejo.

Por su situación interna, por sus aliados internacionales, por su posición geográfica e incluso por la naturaleza de quienes lo combaten, el gobierno de Assad tiene muchas cartas que jugar. Lo que haga Obama será cuestionado por propios y extraños, y lo peor, traerá consecuencias que nadie sabe en qué terminarán y que quizá incluso sean peor que lo que hoy existe.