Por Dana Piccoli, redactora jefa de QueerMediaMatters - NBC News
Ha pasado casi una semana desde que la actriz Naya Rivera desapareció mientras navegaba en bote con su hijo pequeño en el lago Piru en el sur de California. Unas noticias devastadoras revelaron que sus restos fueron hallados. Sus amigos y familiares han pasado por una experiencia inimaginable mientras esperaban novedades que saben que solo podían ser malas. Los seguidores de la estrella también han vivido en un perpetuo estado de parálisis estos últimos días, incapaces de llorar, no solo por la vida de Naya Rivera, si no también por la intérprete que ha significado a lo largo de los años.
Sus seguidores recurrieron a las redes sociales para suplicar a los rescatistas y a otros fans que no perdieran la esperanza. Fue un gesto inútil aunque apropiado, porque la esperanza es exactamente lo que también eleva el legado de Naya Rivera. Esperanza de un mundo donde el amor y la aceptación sean la norma.
No uso la palabra "legado" a la ligera. Pero Rivera y su querido personaje de Glee, Santana López, ayudaron a cambiar la historia de la televisión queer. Ella allanó el camino para los Waverly Earps y Elena Alverezes del mundo. Santana bailó y cantó a través de su dolor, su confusión y, en última instancia, su alegría. Y mientras lo hacía, nosotros la acompañamos.
En 2009, se estrenó un pequeño y peculiar show sobre un coro estudiantil de Secundaria e inmediatamente se convirtió en una sensación. Glee, de Ryan Murphy, con su humor mordaz y sus temáticas de índole más seria, era diferente a todo lo que muchos de nosotros habíamos visto antes.
En la primera temporada de la serie, Naya Rivera fue elegida como la ocasionalmente cruel Santana López, una especie de cómplice de Quinn Fabray, la animadora principal. Pero la brillantez de Rivera se volvió rápidamente difícil de contener, y su papel se hizo más grande.
Glee aumentó su popularidad al mismo tiempo que Twitter, que se convirtió en parte integral del éxito del programa. Los fans no fueron tímidos al compartir lo que amaban y detestaban sobre el programa. Y lo que adoraban era la química entre la Santana de Naya y el personaje de Brittany S. Pierce, que interpretaba a Heather Morris.
En el episodio 13 de la primera temporada, un diálogo que afirmaba que Santana y Brittany habían dormido juntas provocó un frenesí entre los seriéfilos del programa. Brittany y Santana, o Brittana, como las llaman los seguidores, estaban destinadas a estar juntas. Glee siguió el rollo y la relación se desarrolló en la serie hasta convertirse en la pareja favorita.
En la segunda temporada, Glee permitió que Rivera abriera sus alas.
Deslumbró con una versión de Valerie de Amy Winehouse (otro talento que desapareció demasiado pronto) y comenzó a explorar la sexualidad de su personaje con una mezcla de actitud defensiva y delicada vulnerabilidad.
Sin matices, Santana fácilmente podría haber sido descartada como una matona de escuela secundaria unidimensional, pero Rivera sabía tocar los acordes adecuados. Mientras rogaba por el amor cantando Songbird de Fleetwood Mac para Brittany, sus fans estaban a su lado.
Para su reconocimiento, Rivera abrazó el amor que le daban sus seguidores y reconoció desde el principio lo importante que era su papel para la televisión y la comunidad LGBTQ que la seguía. En 2011, Naya incluso organizó los Premios GLAAD (de la Alianza de Gays y Lesbianas contra la difamación) junto con su coprotagonista Cory Monteith, que murió trágicamente hace casi exactamente siete años.
El papel de Rivera continuó siendo un pilar de la historia de Glee, y la relación intermitente entre los personajes de Santana y Brittany fue el corazón de la serie para muchos de los espectadores. Muchas personas queer se sintieron reconocidas de una manera que nunca antes habían visto.
Como ha quedado documentado en las redes sociales, muchas personas se inspiraron en la historia de amor de Brittana. Algunos hablaron con sus padres. Otros se enamoraron. Encontraron familias. Encontraron coraje. Incluso hubo una convención dedicada a Santana y Bretaña.
Personalmente, mi carrera fue impulsada por esta pareja: mi primera tarea como periodista profesional fue hacer un video blog sobre la serie y la relación de Brittana. El show cambió el curso de mi vida de muchas maneras, y siempre estaré agradecida por la franqueza y el mimo con el que Rivera interpretó a Santana.
Naya Rivera, por supuesto, fue mucho más que un papel en su carrera. Tenía una increíble vis cómica. Sus monólogos, relatados con un sentido febril de ingenio, fueron algunos de sus mejores momentos cómicos y dramáticos. Sus suaves notas altas evocaban a algunos de los mejores cantantes de R&B, pop-rock e incluso folk. Su canto evocaba emociones universales: el deseo de amar y ser amado, de hablar y de ser escuchado.
Como cronista y parte de la base de seguidores de Glee, sufro el dolor de todas las personas cuyas vidas fueron tocadas por Naya Rivera. Su legado sigue vivo en todos nosotros y en cada final feliz entre dos personajes queer. Esta noche cantamos para ti, Naya.
Y los pájaros cantores siguen cantando como si
Conocieran la partitura
Y te amo, te amo, te amo
Como nunca antes.
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