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“Yo vi cómo cocinaban a tu hermano”. Así funcionan las cocinas donde el narco desaparece a sus víctimas

Caminando sobre campos de exterminio, estas mujeres buscan a familiares de los que a veces sólo quedan restos masticados por cerdos: “Los reducen a cenizas para que nadie los encuentre, para que nadie pueda enterrarlos, para que nadie pueda llorarles, para que se olviden de ellos, para destruirlos por completo”.

Por Aldo Meza

Ciudad Mante, México.- La primera vez que Edith Pérez visitó El Papalote, en 2017, se encontró caminando sobre huesos humanos calcinados. De un lado tenía un fémur; del otro, fragmentos de vértebras y, al voltear al piso, vio un pedazo de diente. Estaba parada sobre un campo de exterminio de Los Zetas.

"Estaba lloviendo, nos escurrían las gotas de lluvia por la cara y resbalábamos con el lodo. Adonde tú voltearas, encontrabas restos humanos y cenizas. Incluso encontramos una prótesis de muñeca que el fuego no pudo deshacer", recuerda. 

En esta gran narco-cocina del municipio de Llera, en Tamaulipas, los asesinos cercenaban a sus víctimas, y metían sus restos en tambos llenos de ácido para disolverlos o les prendían fuego hasta que solo quedaban cenizas. 

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Desde 2017, la organización que dirige Edith Pérez, Voz y Dignidad por los Nuestros, ha encontrado en El Papalote más de 110 libras (150 kilos) de restos óseos humanos, la mayoría calcinados. Entre los pequeños fragmentos, ella espera encontrar a sus hijos. 

José Arturo y Alexis tenían 20 y 16 años respectivamente cuando desaparecieron en agosto de 2012 junto a otros tres familiares en los límites de Tamaulipas y San Luis Potosí. Regresaban desde Estados Unidos por carretera pero nunca llegaron a casa, ubicada en este último estado mexicano.

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Arturo Domínguez busca en las "cocinas" del narco a Alexis y José Arturo, sus dos hijos desparecidos en Tamaulipas en 2012.Noticias Telemundo Investiga

Tres meses después de la desaparición de sus hijos, Pérez increpó al entonces presidente, Felipe Calderón, durante un acto público en Tamuín, San Luis Potosí. 

“Perdón que lo interrumpa, mi único afán es encontrar a mi familia. Los levantaron en Ciudad Mante. Señor presidente, estamos viviendo 100 años de soledad las familias”

Le pidió ayuda para localizarlos y, aunque Calderón le ofreció asistencia ahí mismo, ella dice que nunca la recibió. Después de años de búsqueda, lo que más le duele a esta madre es la posibilidad de no recuperar ni un solo resto de sus hijos

“No les basta con matarlos, quieren desaparecerlos por completo para que nunca los encontremos como si no hubiera pasado nada, pero daremos la vida para encontrarlos en el infierno mismo si de eso se trata, como son estos lugares”, explica.

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Edith Pérez y Guadalupe Mendiola han recorrido diferentes campos de exterminio de los Zetas en busca de sus familiares desaparecidos en 2012 en Tamaulipas, México. Noticias Telemundo Investiga

El mapa del infierno

Desde 2010, las carreteras de Tamaulipas se convirtieron en hoyos negros donde desaparecían autobuses llenos de pasajeros, camionetas con familias completas, turistas o personas que un día salían de su casa y nunca más regresaban. 

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Los Zetas ensangrentaban el estado y, además del narcotráfico, utilizaban el secuestro y el terror para obtener ganancias millonarias. En ocasiones, pedían rescates de cientos de miles de dólares, según denuncian los familiares de los secuestrados. 

En aquellos años, el jefe de plaza de Los Zetas en Ciudad Mante era Ricardo N, alias El Ricky, buscado como uno de los objetivos prioritarios del Gobierno del entonces presidente, Enrique Peña Nieto. 

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Ricardo "N", alias "El Ricky", líder de los Zetas en Tamaulipas, considerado objetivo prioritario del presidente Enrique Peña Nieto. Noticias Telemundo Investiga

Cuando fue capturado con 29 años, en junio de 2014, declaró que en El Papalote Los Zetas habían matado y cocinado a más de 50 personas. Noticias Telemundo Investiga tuvo acceso a su declaración judicial, donde describe el procedimiento que seguía el grupo criminal para matar y hacer desaparecer los restos de los secuestrados cuando los familiares no pagaban rescate: 

“Los queman en un tambo de 200 litros, los cuales agujerean en los lados y por abajo, después echan el cuerpo ya destazado, les echan diesel y lo prenden. Solo se les está echando diesel de vez en cuando, esto aproximadamente por dos horas hasta que queda en cenizas para finalmente voltear el tambo y vaciar las cenizas. O, a veces, se le echa tierra para que no se vea la mancha negra ”.

Desde prisión, donde purga una sentencia de 23 años por delincuencia organizada, dibujó un croquis con indicaciones precisas para localizar las cocinas. Así es como Edith Pérez llegó a El Papalote. 

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Croquis trazado por "El Ricky", líder de los Zetas en Tamaulipas, donde indica la ubicación de dos cocinas que utilizaban para deshacer cuerpos.Noticias Telemundo Investiga

“La primera vez que vinimos, mientras íbamos subiendo, me iba imaginando cómo los pudieron haber traído hasta acá, si a golpes, empujones, con los ojos vendados, maniatados, tal vez descalzos o desnudos”, dice ella. 

En esa primera visita encontraron fragmentos de hueso, bidones con un fuerte olor a diesel, latas de cerveza vacías y vasos de yogur y mermelada. Según los informantes que ayudan al grupo de Edith Pérez, los sicarios bebían yogur para quitarse el sabor amargo de la droga que consumían antes de matar a los secuestrados. 

“Yo vi cómo cocinaban a tu hermano”

Guadalupe Mendiola hace una pausa, traga saliva y se limpia el sudor antes de explicar qué es una cocina del narco: “Cocinarlos significa reducirlos a cenizas para que nadie los encuentre, para que nadie pueda enterrarlos, para que nadie pueda llorarles, para que se olviden de ellos, para destruirlos por completo”.

Su hermano, Daniel Mendiola, de 39 años, fue secuestrado en noviembre de 2012 junto con Gerardo Uribe, de 30 años, en Ciudad Mante, Tamaulipas, por un comando armado de Los Zetas que los golpeó y se los llevó.

“Eran diez secuestros diarios o desapariciones. A nosotros nos tocó que fuera un secuestro, pero había de todo: extorsiones, asesinatos y ejecuciones de narcotraficantes”, dice Guadalupe Mendiola. 

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Desde 2012, Guadalupe busca a Daniel Mendiola, su hermano secuestrado por los Zetas en Ciudad Mante, Tamaulipas.Noticias Telemundo Investiga

Daniel era soltero, aficionado del Cruz Azul y el consentido de la familia porque era el hijo menor, cuenta su hermana, que lo busca desde hace nueve años. 

Los delincuentes pidieron 125,000 dólares a cambio de su liberación. La familia solo logró reunir 25,000 dólares y entregarlos junto con la factura de la camioneta en la que se lo llevaron, que era propiedad de Daniel. 

No volvieron a saber nada de él hasta que El Ricky confesó que a Daniel lo habían cocinado en El Papalote. Tras su detención en 2014, el delincuente aceptó hablar con algunos familiares de desaparecidos, entre ellos, su hermana, en la sede de la Procuraduría General de la República en Tampico. Siete años después, lo recuerda palabra por palabra: 

  • Yo vi cómo cocinaban a tu hermano.
  • ¿Cómo sabes?
  • Pues porque yo estaba ahí.
  • Entonces, ¡tú lo hiciste!
  • No, no, no, yo solo cobraba secuestros.
  • ¿Tú diste la orden? 
  • No, yo no hacía eso, yo no dejaba rastro.

Para Guadalupe, esta fue la prueba de que, aunque El Ricky quizás no hubiera cocinado a su hermano, sí había dado la orden de hacerlo o había cocinado a otros más: “No dejar rastro era, justamente, cocinarlos y algunos lo reconocen sin remordimiento. Tanto, que hasta tenían un cocinero, es decir, era la persona que los cortaba y los metía al ácido o los quemaba”, asegura.

Con la información que les dio El Ricky, madres, padres, esposas y hermanas como ella comenzaron la búsqueda de las cocinas. Las encontraron en las partes más altas de la sierra, en lugares donde los árboles son tan altos que ocultan lo que ocurre en el suelo. 

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Vista aérea de "El Papalote", una de las narco cocinas utilizada por los Zetas, ubicada en el municipio de Llera, Tamaulipas.Noticias Telemundo Investiga

“Son campos de exterminio que estos malandros establecen en lugares muy apartados de las poblaciones. Nadie va a escuchar los gritos de las personas cuando los están torturando y matando y, si los escuchan, nadie se atreve a subir”, afirma la mujer. 

En 2020, en el kilómetro 10 de la carretera de Ciudad Mante a Tampico, descubrieron una cocina que bautizaron como Las Marraneras porque los pequeños fragmentos de huesos humanos que encontraron habían sido masticados por cerdos. La antropóloga forense que acompañaba al grupo analizó las heces de los animales y confirmó el hallazgo. 

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“Los desmembraban y los pedazos se los tiraban a los marranos o a los cocodrilos en un río muy cercano al lugar. A eso reducen a nuestros familiares, a comida para marranos. Es un horror imaginar eso”, dice Guadalupe Mendiola.

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Integrantes de "Voz y Dignidad por los Nuestros" buscan algún resto óseo calcinado que podría ser de alguno de sus familiares. Noticias Telemundo Investiga

José Reveles, especialista en cárteles criminales mexicanos, cree que reducir a cenizas o a fragmentos minúsculos a una persona, constituye una doble desaparición: “Primero los secuestran y dejan de saber de ellos sus familiares. Esa es la primera desaparición. Después, a los desaparecidos, los desaparecen por completo para no dejar nada de ellos en esos centros de exterminio”.

La práctica de cocinarlos fue utilizada principalmente por Los Zetas durante la década pasada en estados como Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, y aún hoy varios grupos de la delincuencia continúan ejerciéndola. “Podría ser el caso de algunos de los 43 normalistas de Ayotzinapa a quienes, supuestamente, quemaron para desaparecerlos”, señala Reveles.

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Más de 150 kilogramos de fragmentos óseos humanos se han encontrado en "El Papalote", la narco cocina utilizada por los Zetas.Noticias Telemundo Investiga

Las cocinas que ignora el Gobierno de México

Voz y Dignidad por los Nuestros ha identificado y recorrido 20 centros de exterminio o cocinas en el sur de Tamaulipas y otras 18 en San Luis Potosí, estados colindantes donde operaban los Zetas en la década pasada. 

Los restos óseos calcinados que se encuentran se llevan a analizar a la fiscalía de cada estado para extraer el ADN y cotejarlo con los familiares que los buscan. Sin embargo, en algunas ocasiones no pueden extraer el ADN porque los restos fueron quemados a temperaturas muy altas durante mucho tiempo. 

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Tan solo en el sur de Tamaulipas se han localizado 21 campos de extermino o narco cocinas de los Zetas."Voz y Dignidad por los Nuestros"

Otros colectivos de desaparecidos han documentado en Nuevo León siete centros de exterminio que también utilizaron Los Zetas, donde han encontrado más de 867, 000 kilos de restos humanos.

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A pesar de los hallazgos, el Gobierno no tiene un registro oficial de esos lugares y solo contabiliza las fosas o entierros clandestinos. No hace diferencia entre campos de exterminio, cocinas o fosas clandestinas y solo contabiliza los lugares donde se encuentran cuerpos completos. 

Noticias Telemundo Investiga pidió entrevistas y envió un cuestionario a la Comisión Nacional de Búsqueda, para saber si tienen registradas las cocinas que encuentran los grupos de buscadoras, pero no hubo respuesta. 

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En el estado de San Luis Potosí, colindante con Tamaulipas, se han localizado 18 centros de exterminio o narco cocinas con restos óseos."Voz y Dignidad por los Nuestros"

En México hay 89,488 personas desaparecidas. De ellas, 49,581 han desaparecido durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. En este mismo período, se han localizado 1,749 fosas clandestinas y se han exhumado 3,025 cuerpos, pero los restos óseos calcinados no cuentan y son miles, denuncia Voz y Dignidad por los Nuestros.

“Hay más cocinas que fosas clandestinas, pero a los Gobiernos les interesa más contabilizar cuerpos humanos que kilos de huesos. En las cocinas puede haber cenizas de uno o de cientos de personas asesinadas”, asegura Edith Pérez. 

Para ellas, las madres buscadoras, un fragmento de hueso, lo mínimo que sea, podría ser lo único que les quede de sus hijos.