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"A partir de ahora, por 45 todos 35": la extraña orden que paralizaba a la policía en el aeropuerto de México, según un exagente

Raúl Arellano Aguilera, un exagente de policía en la principal terminal aérea de México, testificó en el juicio contra el exsecretario de Seguridad mexicano Genaro García Luna que en los años 2000 los agentes “permanecían sin hacer detenciones ni revisar a nadie” durante largos ratos, sobre todo cuando llegaban vuelos de Sudamérica.

Nueva York— Allá por 2007, una o dos veces por semana, policías en el Aeropuerto de Ciudad de México recibían una extraña orden por radio: “A partir de ahora, por 45 todos 35”, dijo el martes Raúl Arellano Aguilera, un exagente de la Policía Federal mexicana, ante una corte federal de Nueva York. Desde ese momento y hasta nuevo aviso, explicó, no podían actuar como policías, no podían revisar maletas ni hacer arrestos de pasajeros.

Era una orden de stand by que usualmente duraba entre una y dos horas, relató el testigo al jurado, un código policial conocido por todos: por órdenes superiores (45), todos estar pendientes (35); y coincidía con la llegada de ciertos aviones. 

Arellano Aguilera describió el mecanismo al ser interrogado por la Fiscalía sobre lo que presenció entre 2007 y 2010 como policía federal destacado en la principal terminal aérea de México, durante la sesión este martes del juicio contra el exsecretario de Seguridad mexicano Genaro García Luna, acusado de recibir sobornos del narcotráfico para proveer protección y ayuda. 

“Teníamos que permanecer en el área sin hacer detenciones ni revisar a nadie”, dijo, “era una orden extraña: en cualquier momento se podía suscitar un delito y no podíamos hacer nada”.

Raúl Arellano Aguilera, un oficial retirado de la Policía Federal mexicana, da su testimonio en el juicio contra Genaro García Luna, en Nueva York.
Raúl Arellano Aguilera, un oficial retirado de la Policía Federal mexicana, da su testimonio en el juicio contra Genaro García Luna, en Nueva York. Jane Rosenberg

Arellano Aguilera subió al estrado tras una serie de testigos de la Fiscalía que incluye excapos narcos como Sergio El Grande Villarreal Barragán, exlíder del Cártel de Sinaloa; y Óscar El Lobo Nava Valencia, del grupo criminal El Milenio. Los testimonios han dado indicios sobre cómo habría funcionado el negocio narco ligado a la política mexicana, incluyendo desde avisos para salvar a los líderes narcos de operativos antidrogas, a la asistencia logística provista por los federales para mover o incluso trucar cargamentos.

La defensa ha cuestionado estos relatos aduciendo falta de pruebas como grabaciones y señalando que los testigos son de narcos condenados. García Luna ha negado todas las acusaciones. Si es hallado culpable, enfrenta una pena máxima de cadena perpetua. 

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Arellano Aguilera también aseguró que escuchó a algunos colegas de un grupo especial que sí actuaba durante esas órdenes —y parecía tener ciertos beneficios— diciendo que durante esos momentos en los que se suspendían las acciones policiales había pasado droga y dinero por el aeropuerto.

El relato del expolicía coincide, en este sentido, con algunas partes de los testimonios de El Grande y El Lobo sobre cómo operaban en el aeropuerto de México.

Arellano Aguilera dijo que estuvo en la policía federal nueve años y salió “muy decepcionado y desgastado” porque “los principios que me habían enseñado habían sido pisoteados”.

Precisamente este lunes, Óscar El Lobo Nava Valencia, exlíder del Cártel del Milenio, aseguró al jurado que el cártel de Sinaloa pagaba millones a Genaro García Luna y algunos de sus colaboradores para asegurarse que la droga y el dinero que obtenían por su venta transitara libre por aeropuertos y carreteras del país.

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El Lobo contó que escuchó de Arturo Beltrán, exlíder de la organización de los Beltrán Leyva, hablar sobre la colaboración del político con el Cártel de Sinaloa. “Arturo Beltrán decía que teníamos mayor seguridad en lo aeropuertos y teníamos la oportunidad de recibir información para atacar a nuestros rivales”, dijo.

Según El Lobo, en diversas ocasiones transportaban la droga desde países centroamericanos directamente al aeropuerto de la capital mexicana y algunos empleados de la terminal aérea se encargaban de mover la carga. El Lobo también aseguró que era Sergio El Grande Villarreal quien "manejaba el aeropuerto" para el cártel de Sinaloa.

Un grupo especial con "ventajas"

El expolicía explicó que, durante esas órdenes, algunos compañeros agentes se retiraban de sus puestos y regresaban más tarde. Las órdenes de suspender acciones, aseguró, usualmente coincidían con la llegada de vuelos de Sudamérica y la salida de vuelos a Estados Unidos y Europa.

Los agentes que se retiraban pertenecían a un “grupo especial”, explicó al jurado, "de unos 30 elementos", y tenían muchas ventajas como llegar tarde sin problemas. “Solían traer vehículos de lujo y joyas”, contó, algo que él no podrían acceder por su salario

Durante la audiencia, la defensa de García Luna ha tratado de retratar a Arellano Aguilera, como un expolicía resentido que tenía "envidia" de Genaro García Luna por haber escalado puestos en la Policía Federal sin haber pasado años en la organización ni recibir formación policiaca, tal como sí lo hizo el testigo.

Arellano aceptó que él "no estaba de acuerdo" con que este tipo de jefaturas, tales como la Secretaría de Seguridad Pública, le fuesen otorgadas a personas sin trayectoria policíal, pero negó que tuviese envidia de García Luna o de su mano derecha, Luis Cárdenas Palomino, exdirector de Seguridad Federal de la Policía Federal y actualmente preso en México (acusado de tortura).

En esta fotografía de archivo de 2008, se muestra a agentes de la Policía Federal de la unidad antidrogas asignados al área bajo control del Cártel de Sinaloa.
En esta fotografía de archivo de 2008, se muestra a agentes de la Policía Federal de la unidad antidrogas asignados al área bajo control del Cártel de Sinaloa. OMAR TORRES / AFP via Getty Images

Una maleta negra a la vista

Arellano Aguilera relató además que el jefe de seguridad del aeropuerto se solía reunir con jefes de otros aeropuertos del país Tijuana, Monterrey, Guadalajara, Cancún y el estado de México, y que usualmente llevaban pequeños maletines a las reuniones.

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Arellano Aguilera afirmó que en una ocasión fue testigo de cómo, cuando un jefe de un aeropuerto ingresaba a una de estas reuniones, chocó con un agente y se le cayó la maleta. “Y cuando se le abre, tenía dinero”, dijo, “traía dólares”. 

“Me sorprendió mucho: No había ninguna razón para que le llevara dinero al jefe”, indicó. 

Exlíderes narcos han hablado ante el mismo estrado de supuestas "maletas negras" repletas de dinero que eran entregadas a García Luna a cambio de favores como información confidencial. Millones de dólares eran recolectados en el Cártel de Sinaloa para el exfuncionario, que habría recibido en dinero primero en persona y luego por medio de su mano derecha, entre 2001 y 2012. Mientras el cártel crecía, más dinero se le otorgaba.

Por la tarde, la Fiscalía llamó como testigo a Israel Ávila, un exmiembro del cártel de Sinaloa que trabajó para los hermanos Mario y Alberto Pineda Villa, fallecidos en 2009, y quien actualmente está preso en Estados Unidos condenado por tráfico de heroína.

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Ávila, quien se encargaba de conseguir casas, bodegas y avionetas para la organización criminal, también aseguró que García Luna trabajaba para el cártel cuando era secretario de Seguridad Pública y que el cártel le pagaba "millones de dólares".

"Por supuesto, también trabajaba para ellos", dijo ante las preguntas de la fiscal Erin Reid.

Ávila, quien se ganaba la vida como agente de bienes raíces, contó que comenzó a trabajar para el cártel en 2005, luego de que los Pineda Villa lo buscaran para alquilar una casa y un vehículo.

Dijo que inicialmente no sabía que sus clientes eran narcotraficantes, pues vestían uniformes con los logotipos de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI), que en ese momento lideraba García Luna, y conducían vehículos con emblemas de la misma organización. "Llevaban chalecos, charolas y armas que solo miembros de la AFI llevaban. Decían que trabajaban para la AFI y para Genaro García Luna", contó.

El testigo dijo que cuando finalmente conoció a Mario Pineda Villa, alias el MP, este le preguntó si sabía quién era él. "Sí, ustedes trabajan para Genaro García Luna", respondió Ávila.

"Ni tú ni nosotros trabajamos para Genaro García Luna. Genaro García Luna trabaja para nosotros", le respondió Pineda, según el relato del testigo.

Ávila reconoció en el estrado que fue él quien mató a balazos a Mario Pineda Villa por orden de los Beltrán Leyva en 2009, luego de que lo torturaran durante dos días. El cuerpo del narco fue encontrado con 17 balazos en una calle de Huitzilac, Morelos.

También contó que supo del supuesto secuestro express de Genaro García Luna y sus escoltas ordenado por Arturo Beltrán Leyva para presionar al entonces secretario de Seguridad Pública, la misma historia que contó el excapo Sergio El Grande Villarreal Barragán el martes 24 de enero.

Ávila también contó que llevaba la contabilidad de las actividades de los hermanos Pineda Villa y que en los registros contables se registraban los pagos a García Luna con sus apodos El Tartamudo o La Metralleta, pero dijo que nunca con su nombre real.

Sin embargo, este miércoles la defensa de García Luna evidenció algunas contradicciones en el testimonio de Ávila. En febrero del 2020, el ex narco había declarado antes los fiscales estadounidenses que el nombre de García Luna aparecía en los libros contables, pero en el juicio dijo que los pagos nunca fueron registrados con el nombre del ex secretario de Seguridad Pública, sino con sus apodos. También reconoció que nunca escuchó que García Luna hubiese sido secuestrado personalmente, sino que fue su "gente" a la que detuvieron por orden de los hermanos Beltrán Leyva. Dijo que él asumió que García Luna estaba entre esa "gente".

De igual forma, contó de supuestos pagos de dinero que hacía el cártel a Luis Ángel Cabeza de Vaca, exsecretario de Seguridad Pública de Morelos, quien en 2016 fue absuelto tras ser investigado por supuestos vínculos con los hermanos Beltrán Leyva.

El testigo también dijo que el Cártel de Sinaloa movía drogas por los puertos aéreos mexicanos, principalmente la terminal de la ciudad de México y los aeropuertos de Acapulco, Chiapas y Morelos.

Contó que en una ocasión, en diciembre del 2008, agentes de la Policía Federal que trabajaban con el cártel los ayudaron a sacar 1,200 kilos de cocaína del aeropuerto de Morelos, luego de que la DEA enviara una alerta a las autoridades mexicanas sobre la carga.

"Entramos al aeropuerto con la ayuda de ellos, bajamos la droga y la movimos con su ayuda", dijo Ávila.

*Ronny Rojas reporta desde la corte en Nueva York.