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Mucho más que un simple partido de fútbol

mas que un partido

Por Carlos Rajo

En la superficie es un simple partido de fútbol, la selección de México contra su similar de Estados Unidos, ambos equipos tratando de asegurar un lugar para la Copa del Mundo en Brasil 2014.

En el fondo lo de esta noche en Columbus, Ohio, es mucho más, al menos para México: por la posibilidad de perder negocios de cientos de millones de dólares y por la humillación a su estima como nación futbolera que significaría no ir al Mundial.

Luego de la derrota del viernes en la noche ante Honduras -el ‘Aztecazo’ se le ha llamado-, el “Tri”, como se le conoce al equipo mexicano, el mundo futbolero y quien sabe cuánta gente más del resto del país, han pasado días de angustia. De recriminación. De ataques a directivos, entrenadores, futbolistas, comentaristas y a quien sea que tenga que ver con el fútbol -incluidos los dueños de las dos principales cadenas de televisión- y se le vea como responsable del fracaso de la selección de fútbol.

Algunos culpan a los jugadores, de ser estrellas infladas por la prensa -por las televisoras en particular- que nunca entendieron lo que significa vestir la camiseta nacional mexicana. Otros al entrenador, el cual por supuesto ya fue despedido, por su arrogancia y necedad de no querer cambiar sistemas y jugadores cuando desde hace meses todo el mundo -en el fútbol ‘todo el mundo’ se considera un experto- se dio cuenta que la selección no funcionaba.

Se culpa igualmente a los dirigentes del fútbol mexicano, quienes a juicio de muchos aficionados y comentarios también debieron haber renunciado en la misma noche del viernes. Culpables por mantener al entrenador por mucho tiempo más cuando era claro que iba camino al fracaso. Se culpa también a los patrones o jefes de estos federativos, los dueños de los equipos de fútbol.

Por esas cosas extrañas del fútbol mexicano, la selección nacional tiene un cordón umbilical con los dueños de los equipos del fútbol profesional. Son estos los que contratan y despiden al entrenador. Es memorable la frase del hoy cesado técnico José Manuel “el Chepo” de la Torre, luego del fracaso en la Copa de Oro hace unas semanas, quien ante los cuestionamientos de la prensa si renunciaría contestó que eran “sólo los dueños” quienes lo podían despedir.

Y todavía aun peor, detrás de los dueños -sea cierto o sea sólo percepción de los aficionados- para la gente hay otro par de villanos que también cargan la culpa de estas horas negras por las que pasa el futbol mexicano: los propietarios de las dos principales cadenas televisoras.

“A un montón de personas les fascinó el fracaso de nuestra selección nacional, a decenas de hombres y mujeres les dio gusto la muy alta probabilidad de que no vayamos al Mundial de Fútbol el próximo año”, escribía para el caso el comentarista Álvaro Cueva, comentando lo complejo de la reacción de la gente ante de lo del viernes.

“¿Por qué?”, sigue Cueva, “porque según ellos, esto significa que Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas, los dueños de nuestras dos más grandes televisoras, se la van a pasar pésimo” (perderán jugosos negocios).

“Si México no va al Mundial, no sólo Azcárraga y Salinas se la van a pasar mal, todos vamos a pagar las consecuencias. Todos”, continúa Cueva. “Cientos, por no decir miles, de personas de todos los estados y de todas las edades se van a quedar sin trabajo por todo lo que no se va a poder vender, por todo lo que no se va a poder hacer”.

El escrito del comentarista del diario Milenio dio lugar a un intenso tráfico de comentarios en línea en los cuales o bien se ridiculizaba al autor por confundir una competencia deportiva con literalmente la quiebra de la nación, o bien se aceptaba que los Azcárraga y Salinas del mundo son al final los responsables de la “tragedia” mexicana (nadie ha muerto por supuesto en todo este lío futbolero, pero lo que se vive es ya una especie de luto anticipado por no ir al Mundial que el término ‘tragedia’ es utilizado sin mayor consideración).

Más allá de quién tenga la culpa por fracaso del “Tri”, o si el comentarista se excedió en su apocalíptica descripción de lo que sucedería si México no va al Mundial, lo cierto es que en efecto hay mucho dinero de por medio. De que esa “tragedia” de la que se habla ciertamente tiene un genuino componente futbolero, de dignidad nacional, de sentirse fracasados ante los supuestos “países menores” de Centro América -en términos de fútbol-. Pero que también tiene un elemento mercantil, de que igualmente es un asunto de billetes verdes.

“Si yo sumara todos estos factores, directos e indirectos, macros y micros, sin exagerar la pérdida de toda la industria sería de unos $600 millones de dólares”, señaló el experto mexicano en mercadotecnia deportiva Rogelio Roa, citado por ESPN.com. Lo que según algunos críticos sonaba exagerado en el análisis de Cueva, comentarista no experto en fútbol o economía, suena a frio pero brutal análisis en palabras de Roa.

Según el experto, quien estudió Industria del Deporte en Inglaterra y es director comercial de la firma de mercadotecnia deportiva DreaMatch, son no sólo las televisoras las que serán afectadas si México no va al Mundial, sino también los muchos negocios y firmas que oficialmente o extra oficialmente se suben al tren de la selección mundialista.

Un par de ejemplos: hay una empresa de telefonía celular que ha pagado $22 millones de dólares por anunciarse en el ciclo mundialista (2011-2014); la firma de ropa deportiva que viste la selección, la cual paga $10 millones de dólares anuales, contratos ambos por supuesto, que en gran parte hacen sentido en términos financieros y de mercadotecnia si México va al Mundial.

“Las pérdidas irán de acuerdo a cada contrato establecido con los patrocinadores de acuerdo al nivel de estos y (a) una bolsa acumulada que va de 300 a 400 millones de dólares por todo el ciclo mundialista”, agregó Roa.

La preocupación -o las potenciales pérdidas por la ausencia de México en el Mundial- se extiende al mismo Brasil, el país organizador. Se habla de que los aficionados mexicanos son de los que más viajan al Mundial (unos 40 mil) y que por supuesto cada viajero genera una derrama económica de miles de dólares. Que hasta la FIFA, el organismo internacional que rige el futbol, está preocupada si México no va al Mundial, señala la prensa.

Pero dejemos lo financiero y volvamos a lo futbolero. México no sólo llega humillado ante Estados Unidos -no es de todos los días que se pierde en el Azteca-, con un nuevo técnico que en cierto sentido es “más de lo mismo” ya que él era uno de los auxiliares del entrenador anterior, sino que además tendrá un rival serio. Un Estados Unidos que ha conseguido más puntos que México en la eliminatoria, que ya le sacó un empate en el Azteca y que jugará hoy en un estadio donde México nunca ha ganado.

A no ser que el nuevo técnico -Luis Fernando ‘el Flaco’ Tena- haya estado en la obscuridad y en silencio durante todo el periodo del Chepo y tenga todo un catálogo de sistemas y movimientos tácticos que nunca su jefe le dejo utilizar o siquiera dejar que los aireara, no hay que esperar grandes cosas nuevas en el planteo mexicano. Son básicamente los mismos jugadores y las mismas ideas del entrenador.

Lo que sí puede cambiar es eso inexplicable que pasa muchas veces en el fútbol: que con el simple cambio de entrenador, esos mismos jugadores inseguros, chatos y sin imaginación, de pronto redescubran todo lo que saben. A estas alturas no hay donde reinventar la rueda.

Todo dependerá de que esos futbolistas que salieron humillados del Azteca, con la cabeza baja y la acusación de que son unas prima donnas que no entienden lo que significa vestir la camiseta nacional, crean en sí mismos y sus cualidades futboleras. Muchos lo han dicho, lo de México es básicamente una cuestión mental.

Más allá de “Chepos” o “Flacos”, de Azcárragas o Salinas, de que si son ellos los que han bajado de nivel o los centroamericanos -y los estadounidenses- los que han subido, al final todo es asunto de lo que pasa por la cabeza. Si en algo puede contribuir Tena es en hacerles creer en ellos mismos. Un país entero -y millonarios negocios de por medio- está(n) a la expectativa por ver qué pasa con el “Tri”. Es un partido de fútbol nada más, pero es mucho lo que está en juego en Columbus, Ohio.