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Este lobo recorrió decenas de millas en busca de una pareja. Un obstáculo se lo impedía: el muro fronterizo

Es la primera vez que los investigadores observan cómo las vallas fronterizas obstaculizan la vida de esta especie a punto de extinguirse, el lobo gris mexicano, de la que solo quedan 186 ejemplares en Estados Unidos.

Una madrugada fría de noviembre, un lobo deambulaba sin descanso por el suroeste de Las Cruces, Nuevo México, en la frontera sur de Estados Unidos. Probablemente lo impulsaba el llamado de la supervivencia y quería aparearse, dicen los investigadores.

En su búsqueda de pareja, o de mejores oportunidades como les sucede a los centenares de personas migrantes que transitan por las zonas fronterizas, el lobo intentó atravesar el peligroso desierto de Chihuahua, una región que conoce muy bien pues es el hábitat de su especie desde tiempos inmemoriales. Esta vez, sin embargo, no pudo cruzar. Las barreras que conforman el muro fronterizo impidieron que atravesara la frontera hacia México.

“Durante cinco días caminó de un lado a otro, fueron al menos 23 millas de distancia real pero, como iba y venía, indudablemente recorrió mucho más que eso”, explica Michael Robinson, directivo del Centro para la Diversidad Biológica, una organización sin fines de lucro que defiende y monitorea a las especies que se encuentran en peligro de extinción, como es el caso de este lobo gris mexicano a quien llamaron Mr. Goodbar.

Robinson, que vive en Silver City, muy cerca del Bosque Nacional Gila, fue quien se percató de las peripecias del lobo al revisar un mapa del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre que registra las ubicaciones de los lobos por medio de unos dispositivos GPS que tienen en sus collares. Esta es la primera vez que los investigadores observan de manera directa cómo el muro fronterizo obstaculiza la vida de esta especie que corre el riesgo de extinguirse.

“El Día de Acción de Gracias de Mr. Goodbar fue triste, ya que sus intenciones de tener un romance con una hembra y cazar ciervos y conejos se vieron frustradas”, dijo Robinson, en una entrevista con Noticias Telemundo.

Y agregó: “Pero más allá de las frustraciones de un animal, es evidente que esto vuelve a mostrar que el muro separa a los lobos del suroeste de Estados Unidos de los ejemplares que se encuentran en México. Y esa situación exacerba la endogamia en ambas poblaciones”.

Un mapa que muestra el recorrido de Mr. Goodbar en su intento por cruzar la frontera hacia México.
Un mapa que muestra el recorrido de Mr. Goodbar en su intento por cruzar la frontera hacia México.Curt Bradley / Centro para la Diversidad Biológica

Los peligros del muro

El Centro para la Diversidad Biológica, y otras organizaciones, han denunciado que el muro fronterizo corta la conectividad de la vida silvestre en la zona. El centro ha presentado múltiples demandas para detener la construcción de las barreras entre ambos países y así proteger a la población de lobos grises y otros animales en peligro.

De hecho, el 21 de diciembre, esa organización anunció que planea demandar al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) por no proteger a los ocelotes y otras especies durante la construcción de diques fronterizos a lo largo del Valle del Río Grande en Texas.

El muro separa a los lobos del suroeste de Estados Unidos de los ejemplares que se encuentran en México. Y esa situación exacerba la endogamia".

Michael Robinson, ambientalista

“Es hipócrita usar la seguridad como excusa para reparar diques y luego ignorar leyes federales que protegen a las personas y a la vida silvestre. Estas supuestas reparaciones se ven más como una excusa para apresurar la construcción del muro fronterizo”, dijo Paulo Lopes, abogado del Centro para la Diversidad Biológica, en un comunicado.

Según la organización, más de 13 millas de diques serán construidos en terrenos del Refugio Nacional de Vida Salvaje del Bajo Valle del Río Grande, además atravesarán granjas familiares y otras propiedades privadas en el condado de Hidalgo, Texas.

Los ocelotes están en peligro de extinción desde 1982 y, según datos oficiales, se estima que quedan menos de 50 ejemplares en Estados Unidos, todos en el sur de Texas.

La restauración de su hábitat, incluida la creación de corredores de vida silvestre, es una prioridad para el refugio de vida silvestre de Río Grande pero el proyecto de los diques —que implica la remoción de la vegetación junto al río para construir una zona de control de 150 pies de ancho con nuevas carreteras para las agencias de seguridad, además de sistemas de iluminación, cámaras y sensores— amenaza el hábitat del ocelote.

La construcción de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos fue una de las principales promesas de la campaña presidencial de Donald Trump y, durante su mandato, se terminaron unas 450 millas de ese proyecto. Aunque el Gobierno de Joe Biden suspendió los trabajos de construcción, Greg Abbott, el gobernador republicano de Texas, inició la construcción de su propio muro el 20 de diciembre.

El presidente Biden debería derribar el muro y permitir que los lobos grises mexicanos, y otras especies, deambulen libremente por el sublime desierto de Chihuahua y sus exuberantes montañas. No podemos permitir que ese brutal monumento a la estupidez humana afecte a ese vasto ecosistema”, asevera Robinson.

Los retos para la supervivencia del lobo

Para marzo de 2021, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre calculaba que hay unos 186 ejemplares de lobo gris mexicano (Canis lupus baileyi) en estado salvaje, lo que representa un incremento del 14% respecto a 2020, con lo que la población ha aumentado durante cinco años consecutivos. Según datos del Gobierno mexicano, solo hay 35 ejemplares en su territorio.

De alguna manera, la lucha por la preservación de los lobos es una historia de éxito porque, entre 1915 y 1972, las autoridades estadounidenses envenenaron y atraparon a casi todos los ejemplares en estado silvestre. Tres de los últimos cinco lobos supervivientes, capturados entre 1977 y 1980, fueron criados en cautiverio junto con la progenie de cuatro lobos mexicanos capturados anteriormente.

Debido a una demanda interpuesta por el centro, los descendientes de esos siete lobos fueron reintroducidos en el suroeste de Estados Unidos en 1998. Del lado mexicano, la liberación de ejemplares se inició en 2011.

Esta subespecie mide unos de 5 pies de largo, suelen pesar entre 50 y 80 libras, y viven en manadas de cuatro a nueve animales. Su pelaje de color gris y tonos óxido es abundante. Viven de 2 a 8 años y, pese a las medidas de protección, muy pocos mueren de causas naturales.

Históricamente su hábitat ha sido la frontera: solían vivir a lo largo del suroeste de Texas, el sur de Nuevo México, el sureste de Arizona, y por el sur hasta el centro de México. Hoy solo se encuentran en el ecosistema Gila, en el este de Arizona y oeste de Nuevo México y la Sierra de San Luis, en el norte de México.

A pesar del modesto, pero constante, crecimiento de su población, activistas y expertos han hecho múltiples llamados con el fin de que se mantengan las protecciones para esta especie que rozó la extinción total. Mr. Goodbar es fruto de esas medidas porque nació en el zoológico del condado de Sedgwick, en Kansas, y fue liberado en la zona desértica de Arizona en el año 2020.

El espíritu aventurero y explorador de este lobo forma parte de los instintos más básicos de su especie. Además, le viene de familia.

A inicios de 2017, se produjeron dos incidentes con lobos procedentes de México que ingresaron a territorio estadounidense. Uno cruzó por el punto donde Mr. Goodbar no pudo hacerlo, y luego regresó a México. Dos meses después, una hembra cruzó hacia Arizona y las autoridades la capturaron para aplacar las quejas de personas vinculadas a la industria ganadera. Ese ejemplar todavía está en cautiverio y es la madre de Mr. Goodbar.

“Si las barreras permanecen en la frontera, y se siguen construyendo más, eso va a tener un impacto en la diversidad genética de los lobos porque podría afectar su reproducción. Si se pudiera derribar el muro, al menos en algunas zonas clave, hay que hacerlo. Eso permitirá la conectividad de la vida silvestre”, advierte Robinson.


Un lobo gris mexicano en un refugio del condado de Socorro, en Nuevo México.
Un lobo gris mexicano en un refugio del condado de Socorro, en Nuevo México.Jim Clark / AP

Un problema de las fronteras

Según los investigadores del Centro para la Diversidad Biológica, los lobos no son la única especie amenazada por el muro fronterizo.

Los estudios de telemetría de Aaron Flesch, investigador de la Universidad de Arizona, han advertido que el tecolote serrano, un ave de la zona, vuela a una altura promedio de 4.5 pies de altura, por lo que las vallas fronterizas también la afectarían.

Además, otros animales como el cacomixtle y la zorrita norteña necesitan transitar por grandes extensiones del desierto de Chihuahua para alimentarse y reproducirse, por lo que las barreras son un obstáculo en sus hábitats.

En muchos casos, una población atrapada está condenada al fracaso".

Lesley Evans Ogden, científica

“Es especulativo sugerir que una barrera pudo haber impactado los movimientos del lobo (por ejemplo, sin una barrera, el lobo pudo haber hecho el mismo recorrido a lo largo de caminos de tierra, moviéndose hacia el sur y luego hacia el norte, o avanzar más hacia el sur rumbo a México). El lobo continúa deambulando ampliamente”, dijo Aislinn Maestas, especialista en asuntos públicos del Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre, en un comunicado citado por El Paso Times.

Sin embargo, los impactos ecológicos de las barreras fronterizas han sido ampliamente documentados. Las carreteras y las tierras de cultivo aíslan a la vida silvestre, pero nada separa con tanta eficacia a algunas especies como los muros fronterizos

La valla erigida entre Eslovenia y Croacia en 2015 podría provocar la extinción gradual del lince de las montañas Dináricas. Los cadáveres de osos, ciervos y linces que murieron horriblemente después de engancharse en sus púas suelen encontrarse por toda esa zona.

La barrera entre India y Pakistán ha provocado un colapso en la población del markhor de Cachemira (una rara cabra salvaje). Las vallas fronterizas más largas del mundo dividen a China, Mongolia y Rusia aislando a las poblaciones de asnos salvajes, gacelas de Mongolia y otras especies en peligro de extinción de las estepas.

Los investigadores de la fauna moderna han advertido que, incluso en grandes zonas protegidas, las especies de vida silvestre corren el riesgo de extinguirse si no pueden dispersarse y mezclarse con poblaciones de otros lugares.

La diversidad genética se limita, reduciendo su éxito reproductivo y haciendo que sean más susceptibles a las enfermedades. Las barreras les impiden moverse cuando cambian las condiciones. Y, debido al cambio climático, las condiciones cambian rápidamente. En muchos casos, una población atrapada está condenada al fracaso”, señala la científica y divulgadora Lesley Evans Ogden, en un ensayo publicado en una revista de la Universidad de Oxford, en 2017.

Robinson, el activista, dice que solo una vez pudo ver a un lobo gris mexicano en estado salvaje. “Son unos animales increíbles y desempeñan un papel clave en el equilibrio de la naturaleza”, asevera con admiración.  

Luego del maratón que recorrió en noviembre, Mr. Goodbar se dirigió al norte, hacia el Bosque Nacional Gila donde viven la mayoría de los lobos mexicanos, y muy cerca de donde reside Robinson, quien suele escuchar los poderosos aullidos y ver las rotundas huellas que esos animales dejan en sus vagabundeos por la frontera.    

“En cualquier momento se vuelve a marchar. Esa es su naturaleza, sin importar los muros que los seres humanos construyan”, concluye.