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La reforma migratoria y las consecuencias de una elección

La reforma migratoria y las consecuencias de una elección

Por Carlos Rajo/Opinión

A poco más de dos meses de la elección presidencial, donde los latinos votaron en masa por Barack Obama, pareciera que las estrellas se están alineando en Washington y que en efecto este año habrá reforma migratoria.

Vaya que si es cierto ese sambenito de que “las elecciones tienen consecuencias”. Una de las consecuencias precisamente de la elección de noviembre es que mucha gente en el partido republicano -de donde ha venido siempre la principal oposición a la reforma migratoria- se ha dado cuenta de que el partido no retomará, o controlará el poder presidencial en el largo plazo, si sigue alejado de los votantes latinos. De ahí, esta nueva realidad política, donde pensar en que se aprobará una reforma migratoria no es cosa de locos.

El “ruido” alrededor de la idea ésta de la reforma migratoria es cada día más intenso. Este viernes, por ejemplo, el Presidente Obama se reunió con varios miembros del “Caucus” Hispano en el Congreso en donde hablaron del tema de inmigración. La reforma migratoria “es prioridad alta” del gobierno de Obama, anunció la Casa Blanca luego del encuentro.

Al mismo tiempo, se supo que el próximo martes el presidente hará una visita a Nevada en donde también hablará en extenso del tema de inmigración, un tanto dando el campanazo de salida a lo que será la campaña pública del nuevo gobierno de Obama por la reforma migratoria. No es casualidad que Obama hable de inmigración en un estado como Nevada. De nuevo, la misma idea de las consecuencias de la elección, en este caso, del lado demócrata.

Sucede que Nevada es de esos estados que hasta hace unos años votaban republicano y que, sin embargo, debido a los nuevos votantes latinos es hoy un estado donde los demócratas han ganado las últimas dos elecciones presidenciales. El que Obama hable ahí es un tanto para dar las gracias a los latinos por su apoyo y para ir confirmando esa promesa de que habría reforma migratoria.

Mientras se daba la reunión de Obama con los legisladores latinos, se supo también de otra noticia que se añade en este movimiento por la reforma migratoria. El grupo bipartidista de senadores que se ha estado reuniendo planeando estrategias para determinar cuál es la mejor manera de articular, y en su momento presentar ante el Senado y la opinión pública, un proyecto de ley de reforma, tendrá listo algo para la próxima semana.

“Tenemos un acuerdo básico en varios de los principios centrales”, explicó hace un par de días el senador demócrata por Illinois, Richard J. Durbin, uno de los miembros del citado grupo. “Ahora tenemos que escribir el borrador (del proyecto de ley). Eso toma tiempo”.

Un detalle interesante de este grupo de senadores es que del lado republicano hay al menos dos legisladores que llaman la atención por diferentes razones. Uno de ellos es John McCain, el senador por Arizona quien en el pasado fue un campeón de inmigración -tan así que el último proyecto de reforma migratoria completa que se intentó pasar en 2007 fue de su autoría junto al fallecido Edward Kennedy-.

Debido a presiones de sus rivales políticos -de Mitt Romney en la primaria presidencial de 2008 y de J. D. Hayworth en la primaria senatorial de 2010 en Arizona-, McCain cambió su posición en el tema y se volvió un duro en inmigración. Hoy, ya sin primarias en el horizonte y con totalidad claridad de lo sucedido en la elección de noviembre (los latinos abandonaron a los republicanos en parte por lo de inmigración), parece que McCain está de nuevo en el otro lado de la barrera y vuelve a jugar rol prominente en pro de la reforma migratoria.

“Por largo tiempo he estado tratando (de pasar una reforma migratoria), y pienso que quizá ahora el clima es tal que podamos tener éxito”, señaló McCain en una entrevista con Político. “Siempre creí que una reforma migratoria completa era el mejor camino, y creo que estaba en lo correcto”, añadió el senador.

Esto de la reforma migratoria completa es un término que jugará un papel clave en la eventual ley que se presente ante el Congreso. Los demócratas están a favor de una reforma migratoria completa, en particular una que incluya el cómo regularizar a los 11 millones de indocumentados. Los republicanos por su parte están divididos. Están los que se oponen a cualquier tipo de reforma, los que sí apoyan la idea pero preferirían que se haga por partes (Ej: sólo la ley para regularizar a los jóvenes ‘soñadores’), y los otros como McCain que al parecer apoyan el paquete completo.

Aquí entra el otro senador republicano que también forma parte de ese grupo bipartidista que ha venido negociando sobre el tema de la reforma: Marco Rubio. El joven senador de la Florida es importante -además de por su voto- debido a que es uno de los favoritos del llamado Tea Party, grupo de legisladores y de bases republicanas que se oponen fieramente a la idea de una reforma migratoria.

El que Rubio esté metido en la negociación y que además tenga su propio proyecto de reforma, es una señal positiva de que algo está cambiando dentro del partido republicano y que quizá haya votos suficientes para una reforma migratoria.

En principio Rubio estaba por la estrategia de la reforma por pedazos. Poco a poco se ha ido acercando a la idea de una reforma completa. Falta ver cómo votará una vez que haya un proyecto de ley, pero al menos por lo que ha dicho hasta ahora es de pensar que Rubio jugará un papel positivo en esto de la reforma (el senador tiene aspiraciones presidenciales y sabe que el apoyo latino será clave al respecto).

El plan de este grupo de senadores es que el Senado tenga el proyecto de ley en algún momento de marzo o abril para que a mediado de año se vote sobre la ley. Más allá del optimismo, no hay que olvidar que hay muchos legisladores republicanos -en particular en la Cámara de Representantes- que se oponen a la reforma migratoria. La última vez que se presentó un proyecto completo -ese de McCain y Kennedy en 2007- no se pudieron alcanzar los famosos 60 votos que se necesitan en el Senado para aprobar un proyecto de ley de este tipo.

Hay algunos senadores republicanos que irán a reelección en el 2014, y que aun cuando quizá estén abiertos a la idea de una reforma migratoria, temen votar por tal reforma -en particular por la completa- debido a que pueden ser blanco de la ira en una primaria de los sectores más conservadores dentro del partido republicano -el Tea Party y compañía.

“En términos generales, pienso que actuamos mejor cuando hacemos las cosas paso a paso, pieza por pieza”, señaló para el caso el senador republicano de Tennessee Lamar Alexander, quien se presentará a la reelección en 2014. “Creo que una de las razones por las que fallamos en 2007 es que mordimos mucho. Mi primera preferencia será de comenzar con las cosas en las que estamos de acuerdo”, agregó Alexander, citado por Político.

Al parecer la estrategia para lidiar con el “no” de los republicanos en la Cámara de Representantes será intentar una ley en el Senado que tenga amplio apoyo bipartidista. De esta manera la presión será intensa sobre los congresistas republicanos y, debido al apoyo de los congresistas demócratas, sólo se necesitará un número relativamente menor de votos republicanos para aprobar la ley.

Por último, este viernes el ex gobernador republicano de la Florida Jeb Busn publicó una pieza de Opinión en el diario Wall Street Journal en el que deja claro que está a favor de una reforma migratoria completa y que no es cierto que como lo interpretan muchos republicanos, tal término implique una “amnistía”.

“La mejor manera de prevenir la inmigración ilegal es de asegurar que tenemos un justo y eficiente sistema de migración legal. El actual sistema no es ni lo uno ni lo otro”, señala Bush en su artículo.

Jeb Bush no votará sobre el proyecto de ley -a diferencia de senadores y congresistas- pero tiene mucha influencia dentro del partido. Es una de esas vacas sagradas de los republicanos que a menudo les dice cuál es la perspectiva en el largo plazo como fuerza política. Y él precisamente ha sido quien desde hace mucho -desde antes de la elección de noviembre- ha venido martillando en la idea de que sin el voto latino los republicanos no tienen futuro como partido en el poder.

Quien lo iba a decir. El tema de inmigración, algo polémico, controversial y que supuestamente divide a la nación como pocos otros, que por años generó intensas batallas legales y de opinión pública, pareciera haber visto un nuevo amanecer; una nueva realidad. Todo, o mucho, gracias a esa mentada elección de noviembre. Sí, sin duda, las elecciones tienen consecuencias.