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¿La reforma migratoria depende de Marco Rubio?

¿La reforma migratoria depende de Marco Rubio?

Por Carlos Rajo/Columna de Opinión

Por todo el ruido y la discusión pública que se ha dado en las últimas horas pareciera que el destino de la reforma migratoria está en las manos de un hombre, apenas uno de los cien hombres y mujeres que integran el Senado: Marco Rubio.

¿Cómo es posible que el joven senador republicano por la Florida, no obstante su talento y futuro político, haya conseguido ubicarse en esta posición central en el debate migratorio?

¿Cómo es que cada día todo el que está interesado en lo que pasará con el proyecto de ley de la reforma migratoria debe poner atención a lo que dice Rubio ya que sus palabras sobre el tema son no sólo repetidas en todos los medios sino analizadas en detalle?

Pareciera que existe una industria de “rubiólogos” tratando de interpretar qué hará el senador: ¿votará a favor o en contra de la reforma migratoria?

Las últimas dos instancias de este entrar en escena de Rubio se dieron el martes y miércoles. Primero, Rubio fue entrevistado en una emisora de radio conservadora -el programa de Hugh Hewitt- y dijo dos cosas explosivas.

Uno, que así como estaba el proyecto de ley de reforma migratoria, éste no sería aprobado por el Senado en pleno (es decir que no obtendría los 60 votos mínimos que necesita para pasar). Y dos, que él mismo estaba dudando de votar a favor del proyecto ya que comparte la preocupación de varios de sus colegas republicanos de que así como esta diseñada la reforma no garantiza de que habrá suficiente “seguridad en la frontera”.

“La verdad, pienso que si estas enmiendas no pasan (las que serán presentadas por senadores republicanos para modificar el proyecto de ley de reforma), entonces creo que tenemos un proyecto de ley que no se convertirá en ley. Y creo que estamos perdiendo nuestro tiempo”, dijo Rubio a Hewwit. “La respuesta entonces es no”, agregó Rubio en referencia a si él personalmente votaría en favor de la reforma.

El otro incidente que puso a Rubio en el centro de la atención fue el miércoles en una reunión privada de congresistas republicanos donde el senador fue con otros colegas suyos también republicanos a explicarles a los legisladores lo del proyecto de ley de reforma migratoria.

La Cámara baja y el Senado funciona por supuesto de manera independiente y el hecho de que el senado tenga su propio proyecto de ley no significa mucho para los congresistas. Estos tienen el derecho de presentar su propio proyecto, de tomar el del senado si así lo desean o rechazarlo.

Hasta haces unos días un encuentro como el del miércoles con los congresistas se hubiese pensado que era para que Rubio presentara las cosas buenas del proyecto de ley de reforma migratoria y que intentara convencer a sus colegas en la Cámara baja de que lo apoyaran. Hoy la verdad no se sabe a qué fue Rubio. Han sido tan contradictorias su declaraciones que de un campeón del proyecto se ha convertido sino en uno de sus detractores, en alguien que repite a bombo y platillo que es un proyecto incompleto.

Rubio por su parte aseguró al término del encuentro que no obstante las críticas de sectores liberales pro inmigrantes y de gente del partido demócrata que lo acusan de que le temblaron las rodillas y ha cambiado de opinión, él sigue “tratando de traer a bordo” a republicanos para que apoyen la reforma migratoria.

“Lo que está obstruyendo los esfuerzos en el Senado no son mis comentarios”, aseguró Rubio. “Lo que está obstruyendo los esfuerzos en el Senado es que no tenemos los votos para pasar el proyecto debido a que muchos miembros en ambos partidos no creen que la ley va lo suficientemente lejos en lo de seguridad en la frontera”.

Según Rubio, sus colegas senadores “no confían en que el Departamento de Seguridad Interna asegurará la frontera y evitará otra ola de inmigrantes indocumentados”. Punto este, siguió Rubio, en el que incluso senadores demócratas están de acuerdo. “Hay cinco o seis demócratas que han dicho públicamente que tendrán dificultades en apoyar este esfuerzo (el de pasar la reforma) si no hay mejoras en la seguridad en la frontera”.

La discusión en los próximos días entonces -en particular cuando se inicie el debate en el pleno del senado- será sobre este tan mentado término de “seguridad en la frontera”. Así como está ahora el proyecto de ley este término tendrá un momento clave y será dentro de diez años cuando el Departamento de Seguridad Interna le presente al Congreso y le diga que ya esta implementado, el plan llamado “Estrategia Completa de Seguridad para la Frontera Sur”. Solamente cuando esto suceda, podrán los millones de ex indocumentados -ahora con permiso temporal de estadía- solicitar su “green card” o residencia permanente.

El punto central de la disputa es que para los republicanos la presentación de este plan no es suficiente. Quieren que el proyecto de reforma diga claramente que habrá “control operacional” de cada sector de la frontera (detenciones del 90% de los que intentan cruzar). Para los demócratas esto no sólo es difícil de medir sino un pretexto de los republcanos para nunca permitir que esos ex indocumentados tengan acceso a la solicitud de residencia y luego de ciudadanía.

Pero volviendo a Rubio. La razón por la cual el senador de 42 años se ha vuelto tan valioso es que en determinado momento él se echó al hombro la tarea de convencer a los republicanos de la necesidad de la reforma migratoria. Tarea para la cual Rubio estaba particularmente dotado ya que era por un lado el consentido del llamado Tea Party y otros grupos conservadores. Y por otro, debido a que por su relativa juventud, buen talante, origen étnico (latino) y capacidad política (ha conseguido mucho en apenas un poco mas de dos años en el senado), Rubio es considerado un potencial candidato a la elección presidencial de 2016.

Rubio entonces, tenía tanto las credenciales para intentar vender la reforma migratoria a los republicanos (a diferencia de senadores como John McCain o Lindsey Graham para el caso, que aun cuando republicanos también que apoyan la reforma, no son muy queridos por lo más duro del conservadurismo), así como el perfil y futuro político para beneficiarse de la eventual reforma migratoria (la idea es que si la reforma pasa Rubio la utilizará en sus aspiraciones presidenciales para conseguir votos latinos).

Para varios senadores y congresistas el que Rubio esté en lo de inmigración les da la cobertura ideal para apoyar la reforma. Podrían votar por ella y explicarle luego a la gente en sus estados o distritos que lo hicieron porque el joven colega de la Florida les garantizó que todo estaba bien. Que la reforma era algo bueno para el país y para los republicanos. De la misma manera, un "NO" de Rubio a la reforma servirá de pretexto para que muchos de estos legisladores también voten no por un proyecto con el cual nunca estuvieron casados.

No es fácil estar en los zapatos de Rubio. El senador ciertamente está hoy en el ojo del huracán. Lo presionan republicanos y demócratas, conservadores y liberales, grupos anti inmigrantes y pro inmigrantes. Está en juego su lugar en la historia, su futuro político, el cómo lo vea su comunidad cubano-americano y los latinos en general.

Y por que no, o antes que todo, el cómo lo juzgue su madre misma, Oriales García Rubio, quien hace unos meses le llamó al senador -‘Tony’, en el trato maternal- para aconsejarle que no se metiera “con los inmigrantes”. Los pobrecitos, dijo la madre, trabajan duro y son tratados horriblemente. “Son seres humanos como nosotros y vinieron por las mismas razones que nosotros venimos”, añadió la señora. Por favor, “no te metas con ellos”. Rubio ya quemó las naves. No tiene otra opción que meterse con los indocumentados. La pregunta es ¿cómo lo hara? Apoyará la reforma o le bajará el pulgar.