Gwen Levi, de 76 años, había logrado dejar la prisión y estaba lista para recuperar su vida. Entre su lista de pendientes estaba tomar una clase para aprender computación e informática, que apenas conocía.
Pero su iniciativa fue castigada por el sistema de justicia cuando ella no contestó su teléfono dado que estaba en clase, según reporta The Washington Post.
Levi había cumplido 16 años en diferentes prisiones por tráfico de heroína, y en junio del año pasado por fin pudo salir a la calle.
Por la pandemia tuvo oportunidad de terminar su sentencia de 24 años en confinamiento domiciliario bajo supervisión de funcionarios penitenciarios. Pero un año después la mandaron de nuevo entre rejas.
Lo primero que hizo Levi fue mudarse a Baltimore, con su madre de 94 años, donde reanudó contactos con sus hijos y nietos. En sus intentos por tener una nueva vida también se ofreció como voluntaria en organizaciones de defensa de los presos, con la esperanza de conseguir un trabajo remunerado.
El 12 de junio, la mujer asistió a una clase de informática. Mientras recibía lecciones desatendió su teléfono y estuvo fuera de contacto durante unas horas para los funcionarios que la supervisaban, según el informe del incidente de la Oficina Federal de Prisiones.
Levi se encuentra ahora en la cárcel de Washington D.C. esperando ser transferida a una instalación federal, según su abogada, Sapna Mirchandani, de la Oficina del Defensor Público Federal de Maryland.
"No hay duda de que estaba en clase. Como según me dijeron, podría haber estado robando un banco, la van a tratar de ese modo", contó Mirchandani al Washington Post.
Según el informe del incidente de la Oficina de Prisiones de Levi, el monitor de tobillo mostró que no estaba en casa y como no respondió las llamadas el incidente fue calificado como un "escape".
Levi forma parte de los aproximadamente 4,500 prisioneros federales no peligrosos enviados a confinamiento domiciliario el año pasado para reducir las posibilidades de que se contagiaran de coronavirus.
Pero un memorando del Departamento de Justicia pide que casi todas las personas regresen a la cárcel cuando finalice la emergencia de salud pública.
Aunque Kristie A. Breshears, portavoz de la Oficina de Prisiones, dijo al Post que se podría decidir permitir que los reclusos cerca del final de sus sentencias permanezcan en confinamiento domiciliario después de la pandemia.
“Para los casos más difíciles, donde a los presos todavía les quedan años de sentencia, esto será un problema solo después de que termine la pandemia”, dijo Breshears.
Mark Osler, exfiscal federal y profesor de derecho en la Universidad de St. Thomas en Minneapolis, dijo al Post que si el Departamento de Justicia no rescinde el memorando, el Gobierno podría usar otra herramienta legal para quienes ahora cumplen condenas menores en arresto domiciliario: el indulto.
La Administración Biden también respalda un proyecto de ley para reducir las sentencias por delitos menores relacionados con el crack y la cocaína, condenas que son mayores a las de otros narcóticos y han afectado desde la década de 1980 especialmente a personas negras.
Mientras los políticos nacionales debaten sobre justicia penal, Levi sigue tras las rejas... de nuevo.
"Yo estaba intentando hacer todo de manera correcta", dijo Levi en un comunicado compartido por su defensa. Traté de explicar lo que sucedió y contar la verdad. En ningún momento pensé que no debía ir a esa clase. Pido disculpas a mi madre y mi familia por el dolor que esto les está causando", comentó Levi.
Con información de The Washington Post.