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Esta activista mexicana reta a escuchar sin prejuicios a quienes están presos: "Nos quedamos cortos cuando juzgamos"

Saskia Niño de Rivera conoce el sistema penitenciario de México como pocos. Aquí habla de su trabajo –tanto en su podcast 'Privadas de la libertad' como en la fundación Reinserta– y comparte la "gran lección de vida" que aprendió de una mujer en prisión.

Algunos encuentran su pasión en el trazo de un pincel sobre el lienzo, otros pateando un balón para meterlo a la portería, pero Saskia Niño de Rivera –psicóloga y criminóloga de 35 años– encontró la suya en un lugar más inusual: en las cárceles mexicanas.

Niño de Rivera, una de las mujeres más influyentes de México según la revista Forbes, explicó a Noticias Telemundo cómo le cambió la vida uno de sus primeros encuentros con una mujer privada de la libertad en el penal de Santa Martha Acatitla, en Ciudad de México. Dice que recuerda "como si fuese ayer" el día en que conoció hace más de 11 años a Alejandra Marín.

“Me tocó sentarme con Ale en una parte del penal y empezó a contarme su historia. Yo sabía quién era ella porque su caso fue muy sonado. Pero nunca me imaginé una historia como la que Alejandra contó en ese momento y me acuerdo que fue un shock para mí darme cuenta de lo increíblemente desinformados que estamos”, dijo Niño de Rivera, hoy presidenta de la fundación Reinserta, que se enfoca en apoyar a las poblaciones vulnerables en situación de cárcel.

Saskia Niño de Rivera visita un centro penitenciario en México, en una foto sin fecha.
Saskia Niño de Rivera visita un centro penitenciario en México, en una foto sin fecha.Cortesía de Reinserta

En aquel entonces, Marín estaba internada en el penal femenil de Santa Martha Acatitla, cumpliendo una pena de 13 años y cuatro meses por un caso que acaparó los titulares de los principales periódicos y noticieros nacionales en 2009 relacionado a la sustracción de un bebé en un hospital, que fue recuperado por las autoridades y devuelto a sus familiares.

Marín, que salió de prisión hace cinco meses, después de haber purgado la totalidad de su pena, contó en entrevista con Noticias Telemundo lo que estaba pasando en su vida cuando cometió el delito que la llevó a pasar más de una década privada de la libertad.

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“Antes de llegar a prisión, cuando tenía 24 años, tenía un trabajo normal en un hospital y empezaba a tener mis logros profesionales. Me sentía bien con el reconocimiento de mis jefes. También estaba casada, mi esposo trabajaba y empezábamos a tener las cosas normales de un matrimonio: que si el perro, que si la casa, que si el coche”, relató Marín desde la sala del apartamento de Niño de Rivera en Ciudad de México.

Sin embargo, en medio de las buenas noticias, la presión que Marín sentía por convertirse en madre y no poder lograrlo la empezó a carcomer por dentro como un hoyo negro que se tragaba todas sus alegrías.

“Cuando cumplí ocho años de matrimonio empezó a haber más presión. Entonces, yo veía que me hacía tratamientos médicos, consultas, procedimientos dolorosos, y cuando ya llegaba por fin una prueba positiva, chin, se frustraba… tuve tres abortos”.

Alejandra Marín en Ciudad de México, el 16 de febrero de 2023.
Alejandra Marín en Ciudad de México en febrero de 2023.Luis A. Hernández Ojesto M. / Noticias Telemundo

Lo que más le dolía a Marín era que la familia de su esposo, con quien sigue casada hoy, siempre le preguntara cuándo se iba a embarazar y le echara en cara no haberlo logrado a pesar de todos sus esfuerzos por tener un bebé. 

Marín dijo que eso echó su autoestima por los suelos y solo hizo que deseara más que nunca el tener un bebé con su esposo, como una forma de sentirse “una mujer completa” o “normal”, una idea que después desechó pero que en ese entonces se había convertido en una verdadera obsesión. “La gente no se da cuenta de todo lo que sufres”, afirmó.

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Niño de Rivera destaca que cuando se habló del caso de Marín en los medios mexicanos en 2009 nunca se mencionó lo que ella estaba pasando, ni el hecho de que era una persona que necesitaba atención psicológica y no la había recibido. 

Marín cree que la atención mediática repercutió en su caso negativamente al hacer que ningún juez quisiera rebajar su condena, pese a que ella expresó profundo arrepentimiento y tuvo una conducta ejemplar dentro del penal.

Saskia Niño de Rivera, cofundadora de la fundación Reinserta, recorre un penal en México.
Saskia Niño de Rivera, cofundadora de la fundación Reinserta, recorre un penal en México.Cortesía de Reinserta

Marín dijo que hubiera deseado que los medios cubrieran su historia de una manera diferente, sin demonizar y contando la difícil situación de salud mental por la que estaba pasando. Una psicóloga en prisión la diagnóstico con un trastorno mental transitorio que no le permitía actuar con control de sí misma.

Irónicamente, Marín encontró en prisión la compasión que la sociedad le había negado y, de paso, dijo que también se halló a ella misma, reflejada en las historias de sus compañeras presas.

“Yo ahí me vi como realmente soy: una persona que no tiene que aparentar siempre ser fuerte, que no tiene que ser perfecta, que puede vivir sin ser mamá. Soy una mujer que puede disfrutar una vida plena sin ser mamá. Y entendí esa parte que siempre dicen: ser mujer no significa ser madre”, destacó.

"Nos quedamos cortos cuando juzgamos"

Para Niño de Rivera, la historia de Marín representó “una gran lección de vida” sobre la importancia de no juzgar a alguien sin conocer antes su historia y circunstancias. “Nos quedamos cortos como sociedad cuando juzgamos”, afirmó.

Es una enseñanza que la activista ha llevado al corazón de su último proyecto, un podcast –producido por Media Gallo– llamado Privadas de la Libertad, en el que enseña al público “a escuchar las historias de las personas que encarcelamos”.

En su opinión, juzgar es una manera en que la gente afronta sus propios miedos o deja de usar la razón por pereza: “Juzgo a lo desconocido y por ende ya no tengo que conocerlo”, explicó. Por eso la activista considera que entender y reflexionar son fundamentales para “aprender como sociedad y dejar de cometer los mismos errores”.

Niño de Rivera aclara que su intención nunca ha sido "justificar" las acciones de nadie, sino comprender a las personas a través de la empatía.

En México hay más de 220,000 personas privadas de la libertad en centros federales y estatales, incluidas más de 12,000 mujeres internadas, según datos oficiales de 2021, el último año para el que hay información disponible. 

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La población en situación de cárcel ha aumentado en más de 10,000 respecto al año 2020 y en más de 20,000 respecto a 2019. Es una tendencia que expertos como Niño de Rivera atribuyen a las políticas punitivas de los últimos años, que han aumentado la duración de las penas y ampliado la prisión preventiva oficiosa para un gran número de delitos, como robo, secuestro, feminicidio y hasta fraude electoral.

Como resultado, más del 40% de los internos aún no cuentan con una sentencia condenatoria; es decir, que legalmente hablando se encuentran presos a pesar de estar considerados como inocentes.

Tenemos el caso de Debanhi [Escobar], que fue el más sonado en materia de feminicidio. ¿Y qué hace el Legislativo? Aumenta a 60 años el feminicidio en México, como si eso hiciera una diferencia en la prevención del delito. No la hace, no la hace ni tantito. Pero nos genera una sensación de que se está haciendo justicia. Pero es una sensación, una realidad ficticia”, declaró Niño de Rivera.

Saskia Niño de Rivera durante una visita a un centro penitenciario en México, en una foto sin fecha.
Saskia Niño de Rivera durante una visita a un centro penitenciario en México, en una foto sin fecha.Cortesía de Reinserta

Los retos de trabajar en las cárceles

Cuando se le preguntó a Niño de Rivera cómo le afecta emocionalmente el trabajo que hace, reconoció que la exposición a la violencia ha endurecido su carácter. Pero también destacó la importancia de tener un balance en su vida, de protegerse con el afecto de sus seres queridos, algo que describió como "un privilegio en México", un país donde no solo viven en situación de pobreza más de 60 millones de personas, sino donde en muchos hogares reina el abuso y la violencia.

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"Para mí es muy fácil hablar del privilegio en el que yo vivo, en el sentido de que yo puedo estar todo el día en el cierre del penal más peligroso del país y al final llego a mi casa y me meto a bañar con agua caliente y me duermo junto a la mujer que amo. Y eso hace toda la diferencia en poder ejercer el trabajo de manera ética", agregó.

También habló del reto de ser madre de una niña de 5 años y profesionista en una rama que no conoce horarios y donde los límites de la vida familiar se difuminan con los del trabajo.

Explicó que muchas veces tiene que involucrar a su hija en las cosas que hace para no ausentarse demasiado de su vida, aunque eso implique llevarla a conferencias, eventos e incluso a las cárceles. Para ella eso también es parte de su educación, aunque algunas veces no lo entiendan otros padres, como dijo que le ocurrió de manera cómica en una ocasión en la que estaban de vacaciones.

"Alguna vez me pasó que estábamos en la alberca y se acercó una mamá y me dijo: Oye, tu hija le estaba platicando a mis hijas algo de unos niños en la cárcel' y yo le dije perdón. Pero claro, me escucha hablando, no puedo hacer nada al respecto y tampoco me arrepiento. Es parte de su formación y de la realidad", contó.

"Salir después de tanto tiempo"

En otoño del año pasado, después de más de 13 años presa, Marín finalmente logró recorrer el pasillo de Santa Martha reservado para las internas que abandonan el centro cuando recuperan su libertad. Niño de Rivera dijo que sostuvo su mano para acompañarla en su salida. Ambas lloraban. Fue la única persona que estaba con ella en ese momento, porque el pasillo le está vedado a las otras internas que aún no han purgado sus penas. Su familia la esperaba afuera.

"Yo he conocido a muchas mujeres privadas de la libertad, pero Alejandra fue la primera que me topé cuando entré y acompañarla en su salida 13 años después... Qué duro y qué maravilloso conocer en primera mano lo que implica la salida de de una persona después de tantos años, porque no te das cuenta. Pero vivir privada de la libertad y salir después de tanto tiempo, es una emoción indescriptible".

Marín ahora trabaja como personal administrativo en la fundación Reinserta. Vive en Ciudad de México con su esposo, con el que lleva más de 23 años casada, y asegura que se está acoplando a la vida en libertad.

Edición: Eulimar Núñez