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Así se ha utilizado históricamente la 'adicción al sexo' para absolver a hombres blancos

El concepto de adicción al sexo como trastorno no está respaldado por investigaciones ni se acepta como diagnóstico clínico. Pero "históricamente, el término ha sido utilizado por hombres blancos para eximirse de la responsabilidad personal y legal de sus comportamientos", explica una investigadora.

Por Kimmy Yam - NBC News

Aunque Robert Aaron Long, de 21 años, sospechoso del tiroteo en un spa del área de Atlanta, declaró a los investigadores que su atentado estaba motivado por la "adicción sexual" y no por cuestiones raciales, los especialistas en salud opinan que la explicación no es suficiente.

Long, acusado de matar a ocho personas, seis de ellas mujeres asiáticas, alegó que los negocios de spa le suponían "una tentación que quería eliminar", según el capitán Jay Baker, portavoz de la Oficina del Sheriff del condado de Cherokee. 

Sin embargo, los expertos recuerdan que ese razonamiento se ha utilizado antes para tratar de exonerar a hombres blancos. La explicación también descarta la motivación racial y puede "causar daño" la percepción de la opinión pública sobre este tema.

A los hombres blancos tradicionalmente se les ha dado un pase cuando lo dicen, y tienen el privilegio de pasar por alto cómo la raza es un factor, según los expertos.

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"Históricamente, el término 'adicción al sexo' ha sido utilizado por hombres blancos para eximirse de la responsabilidad personal y legal de sus comportamientos", recordó Apryl Alexander, profesora asociada de la Escuela de Graduados en Psicología Profesional de la Universidad de Denver. "A menudo se usa como excusa para patologizar la misoginia", agregó.

La defensa de la adicción al sexo en sí, dijo Alexander, es muy controvertida, ya que psicólogos, psiquiatras y sexólogos continúan debatiendo si reconocerla formalmente. Actualmente, la idea de que la adicción al sexo es un trastorno no está respaldada por investigaciones ni se acepta como diagnóstico clínico, según la profesora.

“Muchas personas que están haciendo este tipo de autodiagnósticos de adicción sexual tienen conductas e impulsos sexuales normativos, pero pueden ser excesivos. O para mucha gente, está arraigado en la vergüenza de este modo: 'Tengo estas atracciones y deseos emocionales que son normales, pero no los reconozco como normales", explicó Alexander.

Aunque la Asociación Estadounidense de Psiquiatría agregó el concepto de adicción sexual a su Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en 1987, luego se retractó del término y desde entonces no la ha incluido el término en sus ediciones posteriores, incluido el manual de psiquiatría DSM-5, el volumen definitivo sobre trastornos mentales.

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Alexander explicó que este comportamiento sexual no afecta al cerebro de la misma manera que otras adicciones, como el consumo de sustancias o el juego, lo que hace que el análisis del comportamiento de Long sea "preocupante".

La autoidentificación de la adicción al sexo, dijo, a menudo se ve en personas que se crían en entornos conservadores y religiosos, "donde hay un alto nivel de desaprobación moral sobre sus impulsos naturales y deseos sexuales". Esto sucede a menudo en poblaciones de mayormente blancas.

Al examinar los actos de violencia de género, Alexander dijo que tales ataques a menudo ocurren bajo un mismo paraguas de misoginia, racismo, xenofobia y homofobia. Hizo hincapié en que, contrariamente a lo que Long le dijo a la policía, esa violencia no se desata "de forma aislada".

Richelle Concepción, presidenta de la Asociación Psicológica Asiática Estadounidense, dijo que aceptar la justificación del sospechoso en este caso borra varias premisas que pueden tener que ver con la clase social, el estatus migratorio y el género, y que impactan especialmente en las comunidades con mayor riesgo de violencia física y sexual.

"Francamente, es realmente difícil atribuir los comportamientos atroces a una adicción, especialmente cuando se mira la demografía de la mayoría de los que fueron asesinados. La raza y el género juegan un papel en esto", opinó.

"Es realmente injusto tomar su palabra, ya que existe un prejuicio sobre las vidas de las personas asesinadas, especialmente cuando se considera que el sospechoso afirma haber ido a estos negocios con la intención de eliminar la amenaza de la tentación", agregó Concepción.

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Aún así, la adicción al sexo es una defensa común invocada por los hombres blancos en el poder.

Después de que el año pasado surgieran varias acusaciones de mujeres, incluidas varias que eran menores de edad en ese momento, acusando al comediante Chris D'Elia de solicitar favores sexuales, él respondió con un video en febrero que decía: "El sexo controlaba mi vida. Tuve un problema, y ​​tengo un problema", afirmó.

Harvey Weinstein declaró de manera similar en un video de 2017 que no estaba "bien" y que tenía que buscar ayuda después de numerosas acusaciones de acoso sexual y violación por las que ha terminado en prisión. Su hermano, Bob Weinstein, lo describió como "obviamente un hombre muy enfermo", según una declaración a NBC News, cadena hermana de Telemundo.

Y el excongresista Anthony Weiner en 2017 se quebró frente a un juez después de ser sentenciado a 21 meses de prisión por sextear con una niña menor de edad. Weiner, quien se llamó a sí mismo un "hombre muy enfermo durante mucho tiempo", trató de evitar la cárcel después de que el juez reconociera que había buscado y recibido tratamiento por su comportamiento.

Pero las controversias no terminan en el diagnóstico en sí, y los tratamientos han sido criticados por abordar de manera insuficiente el papel de la misoginia en los hábitos sexuales. Las ideas, incluida la hipersexualización de las mujeres asiáticas por parte de la sociedad, a menudo no se examinan, según Alexander.

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“A menudo no hablan de estas actitudes hipermasculinas o mensajes misóginos que reciben las personas, ya sea de la pornografía o de la sociedad en general”, dijo Alexander. “Muchos de estos llamados programas de tratamiento a menudo refuerzan los estereotipos de género", añadió.

"Hablan de cosas como que 'las mujeres te están tentando' o 'la pornografía trata de seducirte, y es por eso que debes evitarla', en lugar de hablar sobre tu propio tipo de actitudes y comportamientos personales que te hacen marginar a las mujeres".

Calificar a las mujeres como "tentadoras", particularmente en referencia a las asiáticas, voltea la responsabilidad del acosador a la víctima, según Concepción. Juega con un estereotipo de las mujeres como dragones manipuladores, alimentando percepciones peligrosas que las hacen especialmente vulnerables a la violencia.

Explicó que existe una tendencia a atribuir el razonamiento detrás de la violencia y los actos homicidas a la intención maliciosa de otros, creando la percepción de que estas víctimas que fueron asesinadas provocaron intencionalmente al perpetrador a la violencia.

“Recientemente se han realizado exámenes de programas de televisión e incluso películas de hace años que mostraban a las mujeres asiáticas como tentadoras, lo que parece demostrar como un hecho estos estereotipos sobre las mujeres asiáticas”, dijo.

Alexander dijo que los problemas sociales tóxicos más importantes deben desentrañarse en este contexto de tratamiento, además de otras experiencias que pueden haber contribuido a tales comportamientos.

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"Esas son las cosas que deben abordarse como problemas subyacentes en esta constelación de elementos que pueden haber llevado a una preocupación sexual", dijo. "Las compulsiones o preocupaciones sexuales a menudo se asocian con otros tipos de problemas psicológicos subyacentes, necesidades emocionales insatisfechas, traumas infantiles o, nuevamente, dinámicas de poder y control que contribuyen a la represión".

Pero los expertos enfatizaron que incluso cuando las personas exhiben actitudes que son indicativas de opresión y marginación de los demás, no suele llevar a cometer un acto de violencia. Contrariamente a los estereotipos predominantes, las estadísticas muestran que aproximadamente del 3 al 5% de los actos violentos pueden atribuirse a personas que padecen una enfermedad mental grave.

En realidad, las personas que enfrentan problemas de salud mental tienen 10 veces más probabilidades de ser víctimas de delitos violentos en comparación con el resto de población.

Para las personas que enfrentan problemas sexuales que pueden estar provocándoles angustia, los expertos recomiendan ayuda y apoyo para abordarlos de manera positiva. Los tratamientos que se basan en la vergüenza nunca son efectivos, y mitigar los sentimientos de vergüenza viene con una educación sexual integral, según Alexander.

La sexualidad está marginada con mucha frecuencia en la cultura y no es raro que las personas alberguen emociones difíciles de gestionar en torno al tema, sin saber cómo lidiar con él, añadió el profesor.

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“Gran parte de nuestra educación sexual tiene sus raíces en la vergüenza y el estigma, en que no hablamos sobre la sexualidad normativa y cómo superar eso, que tal vez sus impulsos son naturales”, explicó.

Con los recursos disponibles para ayudar a las personas que viven con enfermedades mentales, Concepción recordó que nunca será aceptable atribuir este comportamiento violento a un "mal día".

“Muchos de nosotros tenemos días malos y, sin embargo, la mayoría nos enfocamos en otras cosas para buscar alivio”, dijo. “Nunca está justificado quitar vidas o participar en actos de violencia cuando nosotros mismos hemos vivido días menos que ideales”, añadió.