Ha pasado una semana desde que Beirut, la capital de Líbano, fuera escenario de una catastrófica explosión que dejó al menos 171 muertos, más de 5,000 heridos, miles de personas sin hogar, y que sumió al país en una crisis política aún más profunda que la existente.
Este martes, en medio de un desolador panorama que recordó el escenario de un terremoto, una multitud marchó cerca del devastado puerto de la capital, para recordar a los que murieron en el accidente que tiene aún a los hospitales colapsados de personas que buscan atención.
Los manifestantes guardaron un minuto de silencio a las 6:08 pm. hora local, la misma hora en que este 4 de agosto unas 2,750 toneladas de nitrato de amonio explotaron en el puerto de Beirut. Este compuesto químico había estado almacenado durante más de seis años en el lugar, aparentemente con el conocimiento de altos funcionarios políticos y de seguridad.
Las campanas de la iglesia repicaron y los altavoces de la mezquita recitaron un llamado a la oración. Cientos de personas marcharon por las calles del barrio más afectado, Gemayze, portando retratos de los muertos. Más tarde, celebraron una vigilia con velas en el puerto. En otras partes de la ciudad, continuaron los entierros de los fallecidos.
“Él sabía”, decía una de las pancartas con la fotografía del presidente libanés Michel Aoun. El mandatario, en el cargo desde 2016, dijo el viernes que se le informó por primera vez sobre las peligrosas reservas hace casi tres semanas e inmediatamente ordenó a las agencias militares y de seguridad hacer "lo que fuera necesario". Pero sugirió que su responsabilidad terminaba allí, diciendo que no tenía autoridad sobre el puerto.
La explosión ha alimentado la indignación contra los principales líderes políticos y agencias de seguridad, y provocó la dimisión del Gobierno el lunes. A raíz del desastre, han salido a la luz documentos que muestran que los altos funcionarios libaneses sabían de la existencia de las reservas en el corazón de Beirut, cerca de las zonas residenciales, y no hicieron nada al respecto.
El nitrato de amonio, un químico utilizado en fertilizantes y explosivos, llegó a Beirut en un carguero llamado MV Rhosus que viajaba desde el país de Georgia a Mozambique en 2013. Hizo un desvío no programado a la capital libanesa, donde fue incautado luego de ser incapaz de pagar las tasas portuarias.
Aoun prometió: “A todos los libaneses que están sufriendo, no me callaré y no descansaré hasta que se revelen los hechos". Remitir el caso al Consejo Judicial Supremo es solo el primer paso, dijo.
Todavía no queda claro qué causó el incendio en un almacén portuario que provocó la explosión, la cual produjo una onda de choque tan poderosa que se sintió hasta en la lejana isla de Chipre, de más de 200 kilómetros (180 millas) de ancho, en el Mediterráneo.
El ministro de Salud saliente, Hamad Hassan, dijo que la explosión mató al menos a 171 personas, y que hay entre 30 y 40 desaparecidos. De los heridos, 1,500 necesitaron tratamiento especial, mientras que 120 permanecen en cuidados intensivos, dijo.
La explosión dañó miles de apartamentos y oficinas en la capital y se produjo en medio de una crisis económica y financiera sin precedentes que enfrenta el país desde fines del año pasado.
El director de la agencia de alimentos de la ONU, David Beasley, quien dijo un día antes que estaba "muy, muy preocupado" de que Líbano podría quedarse sin pan en aproximadamente dos semanas y media, dijo a The Associated Press que el Programa Mundial de Alimentos estaba considerando todas las opciones para hacer seguro que no hay interrupciones en el suministro de comida.
“Estamos mirando el puerto de Trípoli. Estamos analizando todas las demás opciones, transportar alimentos en camiones, así como enviar alimentos, llevar alimentos por avión, lo que sea necesario ", dijo Beasley. "Obviamente, queremos que el puerto funcione lo más rápido posible porque esa es la forma más barata de alimentar a la mayoría de las personas".
Mientras tanto, los esfuerzos para formar un nuevo gobierno comenzaron un día después de la renuncia del primer ministro Hassan Diab. Su gobierno, que fue apoyado por el grupo militante Hezbollah y sus aliados, se desmoronó después de la mortal explosión, y tres ministros anunciaron su renuncia.
Este gabinete sucedió al de Saad Hariri, quien dimitió en octubre en respuesta a las manifestaciones contra el gobierno por la sostenida corrupción. Pasaron meses de disputas entre las facciones de liderazgo antes de que se decidieran por Diab.
Los libaneses han exigido un gabinete independiente que no esté respaldado por ninguno de los partidos políticos a los que culpan por los problemas en los que se encuentran. Algunos también están pidiendo una investigación independiente sobre la explosión del puerto, diciendo que no tienen confianza en una investigación local.
Pero los funcionarios libaneses han rechazado una investigación internacional. El gobierno, en la última decisión que tomó antes de renunciar, remitió el caso al Consejo Judicial Supremo, máximo órgano judicial de Líbano, que se ocupa de los delitos que atentan contra la seguridad nacional, así como los delitos políticos y relacionados con la seguridad del Estado.
Con información de AP