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Presionan a Biden a que expulse de EE.UU. a Bolsonaro tras el ataque golpista en Brasil

El expresidente brasileño voló a Florida en vez de asistir a la toma de posesión de Lula. En las últimas horas fue hospitalizado en Orlando por "molestias" en el abdomen.

Por Mithil Aggarwal y Summer Concepcion — NBC News

El presidente, Joe Biden, se enfrenta a una creciente presión para expulsar de Estados Unidos a Jair Bolsonaro después de que fanáticos del exdirigente brasileño asaltaran violentamente las sedes del Congreso, la Corte Suprema y el palacio presidencial de ese país.

Las autoridades brasileñas detuvieron este lunes a 1,500 seguidores del expresidente, y la policía se desplegó en los campamentos de los golpistas en la capital del país. El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva prometió enjuiciar a los radiales por su asalto a la democracia.

El ataque, que tuvo ecos inconfundibles del asalto al Capitolio de enero de 2021 por fanáticos del expresidente Donald Trump, dirigió la atención a Florida, donde Bolsonaro voló días antes de acabar su mandato. [El diario brasileño O Globo reportó este lunes que Bolsonaro fue hospitalizado en Orlando con dolor abdominal. Y la esposa del expresidente, Michelle Bolsonaro, confirmó en la red social Instagram que fue ingresado por "molestias" vinculadas con el ataque que sufrió en 2018 durante un mitin electoral.]

“A casi dos años del día en que el Capitolio fue atacado por fascistas, vemos movimientos fascistas en el extranjero intentar hacer lo mismo en Brasil”, condenó en Twitter la representante demócrata por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez y agregó: “Estados Unidos debe dejar de conceder refugio a Bolsonaro en Florida”.

Legisladores demócratas, incluidos los representantes Joaquin Castro por Texas; Ilhan Omar por Minnesota; y Mark Takano por California, se hicieron eco de los llamamientos para la expulsión.

El ataque del domingo contra edificios gubernamentales en Brasilia se produjo después de que Bolsonaro decidiera saltarse la toma de posesión de Lula y volar en su lugar a Estados Unidos, donde se ha alojado en los suburbios de Orlando.

Las acciones de Bolsonaro y sus partidarios no sorprendieron a los analistas que han estado siguiendo al excapitán del Ejército, que varias veces ha elogiado la pasada era de dictadura militar en Brasil.

“Bolsonaro se presentó con una candidatura muy similar a la de Trump”, dijo a NBC News Todd Landman, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad inglesa de Nottingham. “Miró a Trump como una persona a la que imitar. También planteó dudas sobre la integridad del proceso electoral con mucha antelación”, agregó.

Tras su derrota ante Lula en octubre, Bolsonaro no admitió el resultado electoral. Sus partidarios llevaban meses acampando frente a bases militares, pidiendo la intervención del Ejército. El domingo, días después de la toma de posesión de Lula, miles de personas ataviadas con los icónicos colores amarillo y verde de la bandera nacional asaltaron y luego destrozaron sedes del estado.

Biden señaló en Twitter que los disturbios eran un “asalto a la democracia y al traspaso pacífico del poder en Brasil”, y que estaba deseando trabajar con Lula. A su condena se sumaron otros países, como México, Canará, Reino Unido, Francia, España e Italia.

Pero a pesar de los crecientes llamados de los legisladores en Washington, los expertos dijeron que cualquier decisión de expulsar a Bolsonaro de Estados Unidos podría no ser rápida.

“Tendrían que tener pruebas incontrovertibles de que hay un vínculo directo o un conjunto de instrucciones explícitas que vinieron de Bolsonaro para llevar esto a cabo”, dijo Landman. 

Si Biden no opta por revocar su visado, Brasil podría solicitar formalmente su extradición tras emitir una orden de arresto. La situación del visado de Bolsonaro no estaba clara de inmediato.

Lula ya había prometido perseguir a Bolsonaro durante su discurso de investidura el 1 de enero si era necesario, y el domingo no dudó en culpar a su predecesor de los disturbios del domingo. 

“Este genocida (...) está alentando esto a través de las redes sociales desde Miami”, dijo Lula el domingo en una conferencia de prensa en un viaje oficial al estado de São Paulo. “Todo el mundo sabe que hay varios discursos del expresidente alentando esto” dijo.

Bolsonaro rechazó más tarde las acusaciones, diciendo en Twitter que la protesta pacífica era parte de una democracia, pero que el vandalismo y la invasión de edificios eran “excepciones a la regla”.

Bolsonaro Speaks After Being Defeated By Lula in Presidential Runoff
Bolsonaro, dos días después de ser derrotado por Lula, en el Palacio de Alvorada, el 1 de noviembre de 2022 en Brasilia.Andressa Anholete / Getty Images

Aunque cuestiona los resultados electorales y pone en duda el proceso de votación, Bolsonaro no ha hecho un llamamiento explícito a la acción. Pero elogió a sus partidarios, que en diciembre bloquearon carreteras, celebraron mítines e incluso invadieron la sede de la policía en la capital. 

“Tiene miedo de que si dijera algo como Trump, podría ser procesado y luego encarcelado, especialmente cuando perdió las elecciones”, aseguró a NBC News Yuri Kasahara, investigador de la Universidad Metropolitana de Oslo, en Noruega, que agregó que Bolsonaro había perdido su inmunidad presidencial.

A diferencia del ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio, muy pocos funcionarios estaban en los edificios en el momento de los ataques del domingo, y los partidarios de Bolsonaro se enfrentaron a poca oposición. Eso llevó a algunos a preguntarse si las fuerzas del orden locales estaban implicadas de alguna manera.

El presidente de la Corte Suprema ordenó la destitución por 90 días del gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, firme partidario de Bolsonaro y responsable de la seguridad de la capital.

Las autoridades rastreaban ahora los edificios en busca de huellas dactilares e imágenes para obtener pruebas. También han empezado a investigar a quienes pagaron los autobuses que transportaron a los manifestantes a la capital, declaró el ministro de Justicia, Flávio Dino, quien añadió que los actos equivalían a terrorismo y golpismo.

“No conseguirán destruir la democracia brasileña”, afirmó.