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Muere la reina Isabel II a los 96 años

La monarca, la más longeva en el trono británico con más de siete décadas de reinado, estaba bajo supervisión médica en el castillo escocés de Balmoral y su familia acudió a su lado en sus últimas horas.

La reina Isabel II de Inglaterra, quien protagonizó el reinado más extenso en la historia milenaria de la monarquía británica durante siete décadas y vivió las grandes transformaciones del último siglo y de la época contemporánea, falleció este jueves en Escocia a los 96 años. Su hijo mayor, el príncipe Charles, de 73 años, es ahora el rey.

“La reina ha muerto en paz en Balmoral esta tarde”, dijo la familia real en un comunicado. “El rey y la reina consorte permanecerán en Balmoral esta tarde y regresarán a Londres mañana”, añadió.

La reina se encontraba bajo supervisión médica en su castillo de Balmoral, en Escocia, según comunicó el jueves el Palacio de Buckingham, debido a la preocupación de los doctores por su estado de salud. Su familia viajó apresuradamente para estar a su lado.

"Este es un día de una gran pérdida", lamentó en una transmisión en vivo la primera ministra, Liz Truss.

La monarca más longeva

Era la jefa de Estado más longeva del mundo, la monarca que más tiempo había permanecido en el trono del Reino Unido, gobernadora suprema de la iglesia de Inglaterra y principal figura política de la Mancomunidad de Naciones, antiguos y actuales territorios del Imperio Británico.

La reina Isabel II durante una visita al Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa (Dstl) en el parque científico de Porton Down el 15 de octubre de 2020, cerca de Salisbury, Inglaterra.
La reina Isabel II durante una visita al Laboratorio de Ciencia y Tecnología de Defensa (Dstl) en el parque científico de Porton Down el 15 de octubre de 2020, cerca de Salisbury, Inglaterra.Ben Stansall / WAP Pool/Getty Images

Fue un ícono de la distinción y la prudencia británicas en una era de vértigo (la segunda mitad del siglo XX) que sacudió los cimientos políticos y sociales de su país y del mundo entero. “Un ancla permanente” que soportó las tormentas y sustentó a los británicos desde su certidumbre, según decía el ex primer ministro David Cameron.

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Noticias sobre la salud de la monarca comenzaron a circular desde finales de 2016 cuando retrasó abruptamente su viaje de vacaciones navideñas, junto a su difunto esposo, el príncipe Philip, a causa de “fuertes resfriados”. También se ausentó, por primera vez en 30 años, del servicio religioso la mañana de Navidad.

Su salud sin embargo siempre había sido envidiable, y aún a su edad montaba a caballo dos veces por semana y caminaba a diario para mantenerse físicamente activa. La longevidad fue herencia familiar: su madre vivió hasta los 101 años.

Reina sin quererlo

Nacida en Londres el 21 de abril de 1926, bautizada como Elizabeth Alexandra Mary Windsor, fue la hija mayor del rey George VI — entonces Duque de York — y Elizabeth Bowes-Lyon, y recibió su primera educación a cargo de tutoras privadas en su propia casa.

No se esperaba que fuera reina, pero la abdicación de su tío Edward VIII, quien renunció al reinado en 1936 para casarse con una mujer divorciada, la llevó a convertirse en heredera del trono ocupado por su padre, George V. Cuando él fue diagnosticado con cáncer de pulmón en 1951 y su salud empeoró severamente, Isabel II tuvo que reemplazarlo en todos los actos públicos, incluyendo una visita oficial a Estados Unidos. 

Un año después, el 6 de febrero de 1952, George V falleció e Isabel II fue proclamada reina con tan solo 24 años. Así fue como tuvo que llevar las riendas de un país enfrascado en su propia reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial y en plena Guerra Fría, con el estadounidense Harry Truman, el ruso Josef Stalin y el primer ministro inglés Winston Churchill como líderes mundiales.

Su coronación se produjo en la Abadía de Westminster el 2 de junio de 1953, dando comienzo a un mandato que se prolongaría por más de 70 años superando así a su tatarabuela la reina Victoria –cuyo reinado se extendió de 1837 a 1901– como la monarca británica de mayor permanencia en el trono. 

Testigo de la transformación de su reino

No fueron pocos los retos en más de siete décadas, desde crisis familiares hasta transformaciones en las estructuras políticas y las actitudes sociales que cambiaron la composición de su país.

Cuando Isabel ascendió al trono, el Reino Unido se sacudía aún los traumas de la postguerra. El país vivía aún bajo el peso de un pasado de valores tradicionales y modos de vida que prevalecían desde comienzos de siglo. 

El atraso y el estancamiento económico eran visibles. Las distinciones aristocráticas y divisiones clasistas marcaban el acontecer social, la homosexualidad era ilegal y los condenados a muerte eran ahorcados. El rostro de la nación era totalmente blanco, sus puertas cerradas a la inmigración. No había grandes carreteras y los supermercados eran todavía una quimera. De los 50 millones de habitantes, solo un millón y medio tenía televisores para ver un único canal, que transmitía la BBC.

En ese entonces el Imperio Británico seguía en pie, pero los vientos de cambio ya soplaban demasiado fuerte en sus territorios. Isabel fue la primera reina en visitar Australia y Nueva Zelanda como parte de una gira de seis meses por la Mancomunidad de Naciones, que hoy integran 54 países y una población de casi 2,000 millones. Eso la convirtió en la primera monarca europea en circunnavegar el mundo. En los años siguientes, la reina vivió la época en que África comenzó a soltar las cadenas de la colonización europea y los antiguos feudos británicos ganaron su independencia.

Décadas más tarde, Isabel II continuaba haciendo historia. En 1991, cuando estalló la Guerra del Golfo, se convirtió en la primera monarca en hablar en una sesión en el Congreso de Estados Unidos.

Bajo su reinado, Isabell II vio cómo el Reino Unido entró a la Unión Europea y también pudo ver en 2016 su sorprendente salida, el brexit, en junio de ese año.

Una familia real que creció bajo la mirada del público

La modernidad y desenfado ante las jerarquías que irrumpió el mundo desde mediados del siglo XX ha golpeado también la percepción de la familia real. La percepción de las monarquías en todo el mundo ha cambiado y las deferencias de antaño se han erosionado. Los medios de comunicación han permitido más transparencia al tiempo que han invadido más el espacio personal de la familia real. 

La reina Isabel II, no obstante, encaró estas nuevas realidades sin abandonar la firmeza, discreción y sentido conservador de la imagen real.

La reina fue el bastión protector ante los detractores y críticos que asediaron a la familia real a causa de las relaciones amorosas de su hijo Charles, su separación de la princesa Diana, y los divorcios simultáneos de sus hijos Andrew y Ana, en 1992.

La reacción de la reina tras la muerte de Diana en 1997 generó fuertes críticas e insatisfacción del público por el aislamiento de la familia, pero no la hicieron flaquear. En una decisión sin precedentes se dirigió a la nación para expresar sus condolencias por la muerte de Diana, con quien sostuvo una complicada relación.

La reina Isabel II en el Palacio de Buckingham.
La reina Isabel II en el Palacio de Buckingham.Getty Images

A pesar de los vendavales sociales y familiares de su reinado, la reina siempre fue popular entre los británicos. Las principales encuestas en el país la situaban con un 72% de apoyo para mantenerla en el trono y más del 80% se manifestaba satisfecho con la manera en que desempeñó su papel de monarca.

Historiadores y analistas políticos atribuyen ese respaldo a la dedicación de la reina Isabel II a misiones caritativas y más de 600 organizaciones benéficas a nivel internacional. El príncipe William ha hablado de esta disposición humanitaria de su abuela como un ejemplo de “deber y compasión” y de “su sentido innato de calma y perspectiva”.

Su fortuna se calcula en unos £340 millones (unos 390 millones de dólares).

Su “fuerza constante y guía”

En el 2012, la reina Isabel II rindió homenaje a su difunto esposo Philip, de entonces 95 años, durante las celebraciones del Jubileo de Diamante, y se refirió al duque de Edimburgo como su “fuerza constante y guía”. Fue el único hombre en su vida desde que lo conoció en 1934.

Philip e Isabel estuvieron casados por más de 70 años. Comenzaron a comunicarse por cartas cuando ella tenía 13 años. La pareja se casó el 20 de noviembre de 1947. Tuvieron cuatro hijos: Charles, Ana, Andrew y Edward. Ahora cuentan con ocho nietos y 11 bisnietos.

Durante gran parte de su relación, el duque de Edimburgo arrastró una fama de infiel de la que no pudo librarse. Permaneció al lado de Isabel durante más tiempo que cualquier otro consorte en la historia de la familia real británica, distinción que anteriormente ostentaba la reina Charlotte, consorte de George III.

La lista de sus supuestas amantes fue larga, entre ellas la cantante francesa Hélène Cordet, amiga de la infancia del duque de Edimburgo, y la princesa Alejandra de Kent, prima hermana de Isabel II. Una de las celebridades más sonadas fue Pat Kirkwood, con quien, según publicaron los diarios británicos de 1948, Philip habría mantenido una relación en la época en la que la reina Isabel II estaba embarazada de su primer hijo, el príncipe Charles.

Para 2007, la reina y el duque de Edimburgo, se convirtieron en la primera pareja de la familia real en celebrar su aniversario de bodas de diamantes (60 años).

A principios de este año, el príncipe Philip estuvo hospitalizado tras someterse a una cirugía cardiaca. Falleció el 9 de abril a sus 99 años. La bandera del Palacio de Buckingham, donde residía la reina, se bajó a media asta. 

Días después, Isabel II celebró su cumpleaños. Pero por segundo año consecutivo vivió una celebración muy diferente. En primer lugar, porque toda la familia real estaba sumergida en un periodo de luto de dos semanas, y además por la pandemia del coronavirus y la crisis por la atravesaba la realeza a causa de las polémicas declaraciones del príncipe Harry y Meghan Markle a la periodista Oprah Winfrey en marzo de 2021.

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La reina dijo que la familia real abordaría las acusaciones de racismo dentro del Palacio de Buckingham hechas por la pareja. Durante la polémica entrevista, Harry y Meghan también detallaron la falta de apoyo de la familia a los problemas de salud mental de Markle y la intrusión de los medios.

“Toda la familia está entristecida al saber el alcance de los desafiantes que han sido los últimos años para Harry y Meghan”, escribió Isabel II en un comunicado después de horas de especulaciones sobre cómo respondería a los señalamientos.

“Las cuestiones planteadas, en particular la racial, son preocupantes. Si bien, algunos recuerdos pueden variar, se toman muy en serio y la familia los abordará en privado. Harry, Meghan y Archie (primogénito de la pareja) siempre serán miembros de la familia muy queridos”, añadió.

Antes de su respuesta, se dijo que el palacio había mantenido profundas conversaciones sobre la crisis que enfrentaba y cómo limitar las consecuencias de la entrevista, en la que la pareja también alegó que un miembro de la monarquía había preguntado qué tono de piel podría tener su hijo al nacer.

Harry y Meghan también dijeron que se habían visto obligados a abandonar el Reino Unido y a retirarse de sus roles como miembros de la realeza en 2020, debido a la presión de la prensa británica, que señalaba que el palacio no había hecho nada para defenderlos.

Sin embargo, la pareja dijo que la familia real le dio una calurosa bienvenida a Meghan cuando comenzó su relación en 2016. De hecho, Markle dijo que Isabel II siempre había sido “maravillosa” con ella.

Meses después de la crisis en la corona, Harry y Meghan aparentemente quisieron limar asperezas con la reina. Según informó una fuente al diario The Sun, la pareja pidió una reunión con la monarca y esperaba planificar un bautizo en el Castillo de Windsor para su segunda hija, la pequeña Lilibet Diana. 

Aunque el palacio no había respondido a la solicitud de la pareja, una fuente señaló que Isabel II “todavía quiere mucho a Harry y le encantaría ver a Lilibet y su hermano Archie”, añadió.