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Matan a balazos a una madre que buscaba a su hija desaparecida en México. Es la segunda víctima en poco más de un mes

Naciones Unidas denuncia que Esmeralda Gallardo dio información a las autoridades que no fue usada en la investigación. "Déjense de discursos superficiales", piden activistas a la Fiscalía.
/ Source: The Associated Press

Una madre que buscaba a su hija desaparecida murió en México en el cuarto asesinato de activistas voluntarios de búsqueda en el país desde el inicio de 2021, y el segundo en poco más de un mes.

El grupo Voz de los Desaparecidos en Puebla informó este martes de que la víctima es Esmeralda Gallardo, que buscaba a su hija de 24 años desaparecida en enero de 2021. Fue asesinada en la ciudad de Puebla, al este de la Ciudad de México, según esta organización.

La Fiscalía de Puebla confirmó la muerte y se comprometió a resolver el caso “lo antes posible”. “Déjense de discursos superficiales y garanticen los derechos y seguridad de las víctimas, y de las familias de personas desaparecidas”, pidió la organización.

Gallardo murió abatida a balazos, según informó la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas en México, que condenó el asesinato y apuntó que la mujer “proporcionó en varias ocasiones información relevante acerca de la desaparición de su hija, que no fue usada eficazmente para investigar el delito, ni en la búsqueda”.

La hija de Gallardo, Betzabé Alvarado Gallardo, desapareció en el barrio humilde de Villa Frontera.

A finales de agosto, otra activista de búsqueda, Rosario Rodríguez Barraza, murió en el estado norteño de Sinaloa, donde tiene su base el cártel de la droga del mismo nombre.

En 2021, otra buscadora, Aranza Ramos, apareció muerta un día después de que su grupo encontró una fosa de cadáveres aún humeante en Sonora, también en el norte.

A principios de ese año, el voluntario Javier Barajas Piña fue tiroteado en Guanajuato, el estado más violento del país.

El motivo de esos asesinatos sigue sin estar claro. En el pasado, muchos buscadores dijeron públicamente que no buscaban evidencias para condenar a los autores de las muertes.

La mayoría de los equipos de búsqueda voluntarios están formados por las madres de los más de 100,000 desaparecidos en México.

Ante la inacción o la incompetencia de las autoridades, muchas se ven obligadas a realizar sus propias investigaciones o a unirse a equipos de búsqueda que, en base a pistas, recorren barrancos y campos hundiendo barras de hierro en el piso para detectar el olor de los cadáveres en descomposición.

Los buscadores, y los agentes de policía que les acompañan en algunas ocasiones, suelen centrarse en hallar fosas y en identificar los restos. A veces, los grupos reciben pistas anónimas sobre el lugar donde están enterrados los cuerpos, una información a la que probablemente solo tienen acceso los asesinos o sus cómplices.

Pero las voluntarias cuentan a menudo que reciben amenazas y están vigiladas, probablemente por la misma gente que asesinó a sus hijos, hermanos y maridos.