Por Yuliya Talmazan - NBC News
Las tensiones llevan más de un mes latentes, pero en la última semana se desbordaron cuando estalló la violencia entre israelíes y palestinos.
Las hostilidades se intensificaron durante la última semana, marcando los peores combates en el territorio en el que viven 2 millones de palestinos desde la devastadora guerra de 2014 entre Israel y Hamás. Cerca de 200 palestinos han muerto, así como 10 israelíes.
Pero, ¿qué ha provocado la última escalada de violencia?
Las raíces de la crisis actual
Las tensiones empezaron a surgir al comienzo del Ramadán, el mes sagrado del Islam, que se celebra a mediados de abril, cuando la policía israelí puso barreras en la Puerta de Damasco, en el lado norte de la Ciudad Vieja amurallada de Jerusalén, donde se reúnen los fieles musulmanes después de sus oraciones vespertinas en la mezquita de Al-Asqa.
Miles de palestinos acudieron a la zona para protestar contra la política, y decenas de ellos resultaron heridos en los enfrentamientos con la policía y los israelíes nacionalistas, en los que la multitud lanzó cohetes, piedras y otros objetos, mientras la policía respondió con granadas aturdidoras y cañones de agua.
Por otra parte, en el barrio de Sheikh Jarrah, en el este de Jerusalén, la tensión se elevó a causa de un antiguo caso judicial en el que cuatro familias palestinas se enfrentaban al desalojo de sus hogares en terrenos reclamados por colonos judíos. La Corte Suprema de Israel iba a juzgar el caso, aunque la vista se aplazó al aumentar las protestas.
Luego se produjeron enfrentamientos en la mezquita de Al-Aqsa y sus alrededores, el tercer santuario más sagrado del Islam, que se encuentra en un recinto sagrado tanto para los musulmanes como para los judíos, y que llevó al grupo militante palestino Hamás, que gobierna la Franja de Gaza, a amenazar con que Israel pagaría un alto precio.
Hamás comenzó el pasado lunes a lanzar cohetes hacia Jerusalén. Israel respondió inicialmente con bombardeos sobre la diminuta y empobrecida Gaza pero el jueves los tanques dentro de las fronteras de Israel comenzaron a unirse a los ataques sobre posiciones en el enclave mientras los cohetes de Hamás seguían golpeando.
Punto álgido en Jerusalén
Tras la creación del Estado de Israel en 1948, Jerusalén Este estaba controlado por Jordania, mientras que el oeste de la ciudad estaba controlado por los israelíes.
Esto cambió después de que Israel capturara la parte este de la ciudad durante la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando también tomó los Altos del Golán, Cisjordania y la Península del Sinaí, aunque esta fue devuelta posteriormente a Egipto.
Jerusalén Este, Cisjordania, los Altos del Golán y Gaza siguen considerándose territorio ocupado según las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los asentamientos israelíes en territorio ocupado también son considerados ilegales por la mayoría de las naciones.
Dentro de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén hay una extensa meseta, que los judíos llaman el Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo e históricamente conocido como el emplazamiento de los dos templos bíblicos. La meseta amurallada, a la que los musulmanes se refieren como el Noble Santuario, alberga también la mezquita de Al-Aqsa y el santuario islámico de la Cúpula de la Roca, y también es venerada por los cristianos.
[Latinos en Israel temen por sus vidas ante la escalada del conflicto con Palestina]
Israel considera que toda Jerusalén es su capital eterna e indivisible, mientras que los palestinos quieren la parte oriental (o del este) como capital de un futuro Estado.
Por eso, la decisión del expresidente Donald Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén en 2018 enfureció a los palestinos, a algunos de sus aliados occidentales y a los musulmanes de todo el mundo, y dejó a muchos árabes con el temor de que finalmente se vean obligados a abandonar la ciudad.
Desalojos en Jerusalén Este
El enfado por el largo proceso judicial que afecta a las viviendas de las cuatro familias palestinas en terrenos reclamados por colonos judíos ha aumentado las tensiones en la ciudad.
Las familias palestinas llevan décadas viviendo en el barrio de Sheikh Jarrah, pero los grupos de colonos afirman que los terrenos en los que se construyeron las casas eran originalmente propiedad de organizaciones judías antes de 1948.
Israel ha intentado presentar el caso como una disputa inmobiliaria entre partes privadas, pero el trato dado a los propietarios de las casas ha suscitado críticas internacionales.
Activistas afirman que la batalla legal en Sheikh Jarrah forma parte de un esfuerzo sistemático de los grupos de colonos por cambiar la demografía de Jerusalén Este desplazando a los palestinos y trasladando a los judíos a la zona.
Los asentamientos judíos en esta parte de Jerusalén albergan a unas 220,000 personas. Han limitado gravemente el crecimiento de los barrios palestinos, provocando el hacinamiento y la construcción no autorizada de miles de viviendas que corren el riesgo de ser demolidas.
La Corte Suprema de Israel tenía previsto escuchar los recursos contra los desalojos previstos el pasado lunes, pero retrasó la vista debido a la escalada de los combates.
La política juega un papel importante
El aumento de las tensiones se ha producido en medio de un vacío de poder tanto en Israel como en la Autoridad Palestina.
Después de que las cuartas elecciones del país en dos años fallaran en obtener una mayoría de Gobierno, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu —que está siendo juzgado por corrupción—, no cumplió el plazo para formar un nuevo Gobierno a principios de este mes, dando la oportunidad a la oposición de hacerlo.
Pero la violencia de la última semana ha dejado de lado esos esfuerzos, con las negociaciones para formar una nueva coalición suspendidas debido al deterioro de la situación y Netanyahu parece dispuesto a mantener el poder al menos a corto plazo.
Por otro lado, los palestinos debían celebrar este mes sus primeras elecciones en más de 15 años, pero fueron aplazadas por el presidente Mahmud Abbas, cuyo partido Al Fatah controla gran parte de Cisjordania. Culpó a Israel por negarse a permitir la votación en Jerusalén Este, pero muchos votantes palestinos lo consideraron una excusa para evitar las elecciones, que Abbas parecía que iba a perder.
Hamás, considerada una organización terrorista por Estados Unidos e Israel, gobierna Gaza desde 2006. Desde entonces, ha sido bloqueada por Israel y Egipto, dejando la economía en ruinas.
Los grupos de derechos humanos afirman que los residentes se ven obligados a vivir con escasez de alimentos, medicinas y electricidad. Sin embargo, se esperaba que Hamás obtuviera buenos resultados en las elecciones.
¿Proceso de paz?
Estados Unidos, junto con muchas otras naciones, ha apoyado durante mucho tiempo la llamada solución de los dos estados, aceptada en los círculos diplomáticos desde mediados de la década de 1990 como la única forma de garantizar la paz y la justicia para palestinos e israelíes.
Pero décadas de conversaciones de paz, a veces con la mediación de Estados Unidos, no han logrado una solución.
Trump convirtió el conflicto en una pieza central de su política exterior. Propuso un plan de paz a principios del año pasado que, según él, crearía una vía condicional para la creación de un Estado para los palestinos, al tiempo que reconocía la soberanía israelí sobre una parte importante de Cisjordania.
El plan fue rechazado por los palestinos y criticado por muchos analistas.
El presidente, Joe Biden, ha mostrado hasta ahora poco interés en reactivar el proceso de paz. Pero la más reciente escalada, y la presión de su propio partido, podrían obligarle a dar un paso más en su agenda.