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"Estoy orgulloso de él" dice el juez que dio la residencia a un indocumentado latino. "He trabajado duro", le asegura el migrante

"Siendo juez tienes que seguir la ley, es muy estresante, tienes que mirar a gente realmente agradable y decirles que no, y luego tienes que mirar a gente que son basura y decirles que sí", explica el magistrado. Pero Óscar González le ha hecho sentir feliz por su decisión.

Óscar González no puede decir que convertirse en ciudadano estadounidense haya sido un camino fácil. Este hondureño de 27 años ha tenido que superar numerosos obstáculos hasta tener la vida de la que disfruta ahora en Texas.

Pero una cosa tiene clara: cada día trabaja duro para demostrar al juez migratorio que le concedió la residencia que merecía la oportunidad de quedarse en Estados Unidos después de haber cruzado ilegalmente la frontera.

González decidió abandonar su país cuando cumplió 17 años. En su mente tenía reunirse con su madre, quien se marchó a Estados Unidos una década antes para proveer a su familia y ofrecerle un futuro mejor.

Él y sus hermanos quedaron al cuidado de su abuela y durante mucho tiempo salieron adelante gracias al dinero que su madre les enviaba.

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Llegado el día de partir, el camino le atemorizada. "Rezaba a Dios. Tenía miedo", reveló en una entrevista con el canal de televisión KEN5.

Caminó la mayoría de millas que le separaban de su objetivo, aunque llegó a subirse a La Bestia, el temido tren que atraviesa México de sur a norte y que muchos inmigrantes toman para acercarse a la frontera estadounidense más rápidamente pese al riesgo que entraña por los accidentes y asaltos a bordo.

González lo recuerda como una experiencia "terrorífica". "Te dicen que no te duermas y lo siguiente que oyes es alguien caer a las ruedas. Es horrible", explicó.

Finalmente llegó a Laredo, Texas, donde se entregó a los agentes fronterizos, pero durante su detención pudo reunirse con su madre.

El juez migratorio Richard Walton le cambió la vida en 2012, cuando le concedió la residencia permanente.

"Si ese juez en ese momento me hubiera negado eso, no tendría la oportunidad que tengo ahora", aseguró a KENS5. "Me hubieran devuelto a casa. No sé lo que hubiera sido mi vida. Pero este juez fue capaz de darme la oportunidad", subrayó.

Óscar González (izquierda) y Richard Walton.
Óscar González (izquierda) y Richard Walton.9News Denver / 9News Denver

"Estoy orgulloso de él"

El número de asilos concedidos pasó de 29% a 37% con la llegada del presidente, Joe Biden, a la Casa Blanca, cambiando la tendencia que hubo con la Administración de Donald Trump, durante la que, por ejemplo, se llegó a rechazar un 71% de las peticiones en 2020, de acuerdo con el centro de investigación TRAC Immigration.

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A pesar de que las cifras muestran un alza, el cierre parcial de las cortes migratorias debido a la pandemia del COVID-19 se ha traducido en que menos solicitantes de asilo ganaran sus casos.

González aprovechó al máximo su cambio de estatus migratorio: terminó el instituto, estudió en la universidad, se sacó la ciudadanía y se casó. Ahora trabaja como coordinador de importaciones y exportaciones para compañías aéreas y marítimas.

"No sé dónde está ahora mismo [el juez], pero me gustaría darle las gracias por todo lo que aprobó ese día, este es el resultado", dijo.

"Esto es en lo que me he convertido. Estoy seguro de que estará orgulloso, porque he trabajado duro para ello y [aunque] él no lo sabe, he intentado hacerlo lo mejor posible", agregó.

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El juez Richard Walton, que se jubiló este verano tras 26 años y por tanto puede hablar con mayor libertad sobre su trabajo, no recuerda el caso de González en particular, pero reflexiona: "La gente pide otra oportunidad y [él] la aprovechó [...] Cuida de su familia, ama a alguien. ¿Qué más se puede pedir? Estoy orgulloso de él".

"También tuve lo contrario", explicó al citado medio, "un joven de su edad que me dijo, 'si firma eso, está firmando mi sentencia de muerte".

"Porque, por razones legales, no puede conceder todas las peticiones", agregó, "siendo juez tienes que ser justo, tienes que seguir la ley, es muy estresante, tienes que mirar a gente realmente amable y agradable y decirles que no, y luego tienes que mirar a gente que son basura y decirles que sí, porque has jurado obedecer la ley".

"Me gustaría pensar que hay docenas y docenas más de gente que están muy felices", concluye Walton.