Valeria y Mariana, dos niñas hondureñas de 11 meses y 5 años, respectivamente, quieren saber dónde están sus padres, a quienes no han visto desde hace más de 20 días, cuando las dejaron solas en la frontera con tres primas, la mayor de ellas de 7 años, para que fueran rescatadas por las autoridades.
Las dos niñas se encuentran en Miami, Florida, con una de sus tías desde el domingo, tras pasar 18 días en un albergue para menores no acompañados e Texas. Este lunes sostuvieron su primera videollamada con sus padres, Edixon Padilla, de 23, y Daisy Sánchez, de 21.
“Me estaban diciendo: ‘¿Cuándo vienen, ya quiero estar con ustedes, vienen mañana?”, dijo Sánchez en entrevista exclusiva con Noticias Telemundo.
“¿Te duele eso?”, le preguntó el periodista Edgar Muñoz.
“Sí”, respondió la madre.
“¿Por qué?”, inquirió.
“Porque yo quisiera estar ahí con ellas”, afirmó la joven hondureña.
El hecho de que dejaran solas a cinco niñas en campo abierto, incluidas Valeria y Mariana, provocó indignación y preocupó a muchas personas, entre ellas la mujer que las descubrió en su propiedad colindante con el Río Grande.
“Sin madre, sin padre, sin nada”, dijo ésta en inglés, visiblemente molesta, en un video que compartió en redes sociales tras hallar a las niñas a principios de mayo sin ningún adulto que las acompañara.
Las imágenes se han vuelto un símbolo más del drama que viven los menores no acompañados en la frontera. Cuatro de las niñas, sentadas sobre el polvo, recargadas contra una llanta enlodada observan a los adultos que las rodean, mientras una empleada de la granja carga a la bebé.
En marzo, la Patrulla Fronteriza interceptó a casi 19,000 niños migrantes no acompañados en la frontera suroeste. Fue la cifra más alta desde que se tiene registro. Aunque este número bajó un 12% en abril, según reportes de la Administración Biden, el caso de Valeria, Mariana y sus tres primas ilustra el peligro que todavía enfrentan cientos de menores de la región del triángulo norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) que emigran a Estados Unidos solos, muchas veces escapando de la violencia y la pobreza.
Sánchez dijo que Valeria cumplirá su primer año este jueves. Pero no podrá estar con ella para verla. Hasta que no resuelvan su situación migratoria ella y su marido dejarán que las niñas se queden con su tía.
“Con su tía van a estar bien, aunque en lo mental, en lo psicológico, es mejor que estén con sus padres”, admitió Padilla.
Por su parte, Yolanda Sánchez, hermana de Daysi, dijo en entrevista con Noticias Telemundo el domingo que las niñas “se pusieron muy felices” de verla y que ella también estaba “muy feliz de tenerlas”.
Piden que no los juzguen
Sánchez y Padilla han defendido su decisión de dejar a las dos niñas solas en la frontera, a pesar del grave riesgo que corrieron.
“A mí no me gustaría que mis hijas se quedaran como yo: no tengo estudios, no tengo nada. Yo quiero que mis hijas sean alguien en la vida, tengan una carrera, trabajen”, dijo Sánchez este lunes.
Padilla explicó que habían tratado de hacer todo lo posible por asegurarse de que tendrían lo necesario para sobrevivir hasta que alguien las encontrara.
“Yo sé que ellas quedaron con comida, con agua, con leche… todo allí lo tenían y hasta arropadas con una cobija, con sus suéteres, todo”, afirmó Padilla.
A pesar del dolor que Sánchez dice le causó dejar a la bebé de 11 meses sola, ella no se arrepiente de su decisión.
“No me arrepiento por haber hecho eso, porque yo sé que es el bien de las niñas, por el bien de ellas lo hice”, dijo.
La joven hondureña dijo que había cruzado a Estados Unidos de manera irregular junto con sus hijas en tres ocasiones anteriores, pero en cada una las autoridades fronterizas las regresaron a México.
La última vez, delincuentes en México las persiguieron y las llevaron a una habitación donde les apuntaron pistolas en la cabeza. “Decían, ¡no se muevan, no se muevan porque les disparo!”, recordó la mujer.
Fue entonces que la pareja decidió intentar el viaje una cuarta vez, pero con una nueva estrategia: dejar a las niñas al otro lado de la frontera con la esperanza de que las encontraran antes de que algo les pudiera pasar, mientras ellos se adentraban al país a escondidas.
Tras 15 días de viaje a pie, arrastrándose entre la maleza para no ser descubiertos y bebiendo la poca agua que habían podido llevar, Padilla y Sánchez lograron cruzar la frontera sin ser detectados. Después de 22 días, aún no han podido reunirse con sus hijas: “Me siento triste, extraño a la bebé”, dijo Sánchez.
La pareja espera reencontrarse con sus dos hijas con ayuda de organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes y abogados.
“Yo sé que aquí mis niñas van a crecer bien”, afirmó Padilla.
El periodista Edgar Muñoz contribuyó con este reportaje desde Texas.