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Habla una de las víctimas latinas de abuso sexual en la Iglesia Católica

Parte I: Antonio Gonzales, el sacerdote que dejó un reguero de víctimas embarazadas

Parte I: Antonio Gonzales, el sacerdote que dejó un reguero de víctimas embarazadas

Betty Swinners Ramírez tardó más de dos décadas en reconocerse como víctima de abusos sexuales. Denunció su caso en 2006. Cuando comenzó todo, en los años 80, Betty vivía con su madre en las calles de un barrio marginal de Houston, Texas. Acudieron a la parroquia de la Inmaculada Concepción en busca de ayuda. El párroco era Antonio Gonzales. 

“Las dos fuimos a pedir comida, y él inmediatamente nos preparó algo de comer. Entonces empezó una amistad con mi mamá y él era muy amable conmigo”, relata a NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA. 

Según el testimonio de Betty, Gonzales les consiguió una casa abandonada cerca de la iglesia. Ofrecía dinero a su madre para que saliera a comprar lo que necesitara.

“Así él podía estar a solas conmigo y empezaba a molestarme, a tocarme. Me decía que nunca había visto a una niña que se pareciera a la Virgen María, que él era virgen también y que representaba a Cristo en la tierra”. 

Betty tenía 14 años. Él superaba los 50. Él iba a su casa, cantaba y tocaba la guitarra, le escribía poemas, le regaló una biblia que Betty todavía conserva junto a las fotografías en las que él besa a una Betty adolescente. Le dio un collar y un anillo de compromiso. Dijo que iba a dejar la Iglesia y que quería casarse con ella.

 “Me decía: ´Tu mamá no te quiere. Yo te quiero´. Al principio no era agresivo. Hasta que me vio hablando con un muchacho y me dijo que tenía que demostrarle que yo era virgen”.

Y el galanteo se convirtió en carne mortal para él y en penitencia para ella. “Teníamos relaciones en el cuarto detrás del altar, en el confesionario. Se enfadaba, me violaba y luego se arrepentía, le daba coraje, no sé”.

Cuando Betty quedó embarazada dos años después, él dijo que debía viajar a Roma para decirle al Papa que dejaría la Iglesia. Pero la hija de Betty nació y él no volvió. Cuando fue a preguntar en la iglesia, le decían que había muerto. 

Según los documentos judiciales en poder de NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA, desde que lo ordenaron sacerdote en 1957 hasta que conoció a Betty 25 años más tarde, Antonio Gonzales pasó por 9 parroquias en las que abusó de varias menores. La documentación de denuncias es abundante e indica que sus superiores sabían de su comportamiento y lo encubrían trasladándolo de parroquia cuando llegaba una nueva queja.

En 1963, la orden de los Oblates a la que pertenecía Gonzales le envió un aviso canónico antes de trasladarle una vez más:

“Debido a las múltiples acusaciones que varias personas de la parroquia de la Inmaculada Concepción de Houston han hecho contra usted, y debido a muchos incidentes sospechosos con los que se le vincula en Brownsville y en Austin relacionados con mujeres y niñas, por la presente le envío un aviso canónico para que desista de tales actividades y evitar así el escándalo”.

En 1972 las denuncias se repitieron en Holden, Lousiana. Un grupo de parroquianos se quejó a los Oblates porque Gonzales “no se refrenaba en el acercamiento al sexo opuesto”. La respuesta de los superiores fue enviar al párroco a un “retiro” con los Padres Paracletos en Nuevo México.

Se desconoce cuánto tiempo estuvo allí, pero seis años más tarde la documentación muestra que fue párroco de St. Patrick en Sabinal, Texas. Un oficial de policía de la localidad, Pete Pruneda, escribió a los Oblates en 1978 alarmado por el comportamiento del sacerdote:

"Es mi firme convicción que el padre Gonzales ¡necesita ayuda profesional! Por favor, tengan esto en su consideración”.

Los avisos sobre sus prácticas llegan hasta la época en que conoció a Betty y más allá, mientras los Oblates seguían moviéndole de parroquia en parroquia, en Texas y en Canadá. El documento más reciente del que hay constancia está fechado en 2003 y es una carta que Antonio Gonzales dirigía a una mujer:

“Tenía que probarme a mi mismo que era un hombre de verdad. Sería difícil contar el número de mujeres con las que he estado”.

Según su propio testimonio, Gonzales había estado con muchas mujeres y algunas de ellas eran chicas menores de edad. Cuando finalmente fue apartado de la Iglesia, ya había tenido varios hijos. Uno de ellos es Benita, la hija que tuvo Betty. 

Después de 17 años intentando localizar a Antonio Gonzales, a quien creía muerto, le encontró en una casa de reposo, habló con él y le dijo que tenía una hija. Llegó el momento de conocer a Benita.

“Me sentí confundida todavía no podía comprender por qué se fue. Le dio mucho gusto mirar a mi hija y dijo: Ay, dios mío, te pareces a mi”.

A Benita le preocupaba que Betty la odiara por ese parecido. Ella misma tenía sentimientos contradictorios sobre su padre: “Por muchos años le odié por lo que le hizo a mi mamá. Ella era una persona inocente”, explica en conversación con NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA. 

Benita llegó a conocer a varios de sus hermanos, hijos de la mujer con la que finalmente Antonio Gonzales se casó después de ser laicizado. Esa mujer, cuenta Betty, relataba el mismo modus operandi: que Gonzales la sedujo siendo menor, que le decía que se parecía a la Virgen María. Betty se veía reflejada en un espejo.

Fue en 2006 cuando Betty se reconoció como víctima y decidió denunciar a Antonio Gonzales por abusos sexuales y a los Oblates por encubrimiento.

“Sus superiores Oblates continuaron poniendo en peligro a mujeres y a niñas asignando a Gonzales a diferentes tipos de ministerio pastoral, con las mismas consecuencias cada vez”, escribe el padre Thomas P. Doyle en su declaración como experto en el caso judicial de Betty.

Doyle ha sido una de las primeras voces dentro de la Iglesia en denunciar los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes católicos. Su declaración pormenorizada del caso de Betty incluye un estudio histórico de las violaciones del celibato por parte de sacerdotes y del encubrimiento de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia que se remonta a siglos atrás.

“El abuso sexual en el clero se enraiza en el secretismo más profundo desde mediados del siglo XIX y posiblemente antes”, escribe.

Tahira Merritt, la abogada criminalista que ha liderado más de un centenar de litigios contra la Iglesia por abusos sexuales a menores, representó a Betty en su demanda.

“Esto todavía está sucediendo y todavía hay sacerdotes que se aprovechan de los niños. ¿Qué mejor trabajo podrías conseguir donde la gente te trae a sus hijos y confían plenamente en ti si eres un pedófilo?”

Ante el careo con los abogados, Gonzales confesó. En el vídeo de su declaración en poder de NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA reconoce haber tenido relaciones sexuales con 15 mujeres y niñas: Merritt le pregunta por su última víctima: 

- ¿Tuvieron relaciones sexuales antes de que ella cumpliera 18 años?

-Sí

-¿Y usted era un sacerdote católico en aquella época?

-Sí. 

Contactados por NOTICIAS TELEMUNDO INVESTIGA, los Oblates no han querido comentar este caso. En cambio, han enviado un folleto explicativo destinado a víctimas de abuso sexual: “Nos hemos vuelto cada vez más conscientes de los efectos trágicos de este comportamiento y hemos desarrollado un firme compromiso de ayudar a los afectados”.

En diciembre de 2016, Antonio Gonzales murió a los 89 años, en libertad y rodeado de sus hijos. Según la organización Bishop Accountability, 127 sacerdotes han sido acusados públicamente en Texas por abusos sexuales. El Estado nunca ha indagado a fondo cuántos casos de abusos hay.

Betty recibió de los Oblates una compensación económica que evitó que la orden religiosa tuviera que acudir a los tribunales. Lo que nunca recibió fue una disculpa. Sigue creyendo en Dios.