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Una explosión arrancó la cabina pero el avión siguió volando. Murieron todos los pasajeros. La tristeza y las dudas aún perviven

El Boeing 747 despegó de Nueva York pero un estallido lo decapitó sobre el mar: aún así, siguió ascendiendo durante unos segundos de terror. Las teorías de conspiración perviven. Así como la tristeza y las enseñanzas para familias y amigos.

El vuelo 800 de la aerolínea estadounidense Trans World Airlines (TWA) debía despegar a las siete de la tarde del aeropuerto neoyorquino John F. Kennedy con destino a la ciudad de París, en Francia, pero se retrasó una hora, entre otros motivos porque había una maleta a bordo que parecía no tener dueño.

El avión, un enorme a Boeing 747-131 con 230 personas a bordo, había completado casi 17,000 vuelos antes, unas 93,000 horas de operaciones, y aquel día acababa de llegar de Atenas, Grecia, unas horas antes. Se ajustaron algunos problemas técnicos en uno de los motores, y se produjo un error durante el repostaje de combustible, pero nada que hiciera alertar a los pilotos de que algo podía ir realmente mal.

A las 8:04 de la tarde (hora local de la Costa Este) encendieron los motores (dejando el que había dado problemas para el final), y cuando confirmaron que el dueño de la maleta extraviado estaba a bordo del avión, enfilaron la pista de despegue y empezaron a ganar altura avanzando en paralelo la costa neoyorquina de Long Island.

Había algunas nubes y vientos no excesivamente fuertes, y, a 15,000 pies de altura, atardecía aquel 17 de julio cuando el piloto de otro avión, un Boeing 737 de la compañía Eastwind Airlines, comunicó al centro de control de Boston que acababa de observar una explosión en el aire.

Diversos testigos desde tierra corroboraron que habían visto bolas de fuego caer del cielo sobre el mar. Hacia allí se dirigieron embarcaciones civiles, policiales y militares, que llegaron en cuestión de minutos, pero no hallaron ningún superviviente: fue el segundo accidente más mortífero de la historia estadounidense hasta ese día.

Pero ¿fue un accidente?

 

TWA vuelo 800
En esta foto de archivo tomada en 2001 se observan varias filas de asientos y parte del fuselaje recuperado del avión del vuelo 800 de la aerolínea TWA, en un depósito ubicado en Calverton, Nueva York.  AP

La investigación duró cuatro años: el informe final, en agosto de 2000, concluyó que la causa más probable fue el incendio de vapores en el tanque de combustible central, quizá por un cortocircuito.

La explosión arrancó la parte delantera del avión: la cabina de los pilotos cayó al mar, y el avión, decapitado, siguió ascendiendo con sus motores intactos y la mayor parte del pasaje a bordo. Finalmente empezó a caer hasta estrellarse contra el mar causando la muerte a todos sus ocupantes.

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Un cuarto de siglo después, y pese a la investigación más cara realizada hasta entonces (40 millones de dólares), no se han diluido las teorías planteadas tras la catástrofe de que un misil o una bomba fueran los causantes de la explosión. Las teorías conspirativas señalan incluso la posibilidad del impacto de un meteorito, según reseña el diario USA Today.

“Perdí mi corazón, a mi alma. Mi familia nunca será la misma”, lamentó Carol Ziemkiewicz en una entrevista que recoge ese diario. Su hija, Jill Ann, de 23, que realizaba su primer vuelo internacional como sobrecargo, falleció aquella tarde. 

Su madre recordó sus últimas palabras: "Estoy emocionada. Me voy al jardín", en referencia a los Jardines del Palacio de Versalles, junto a París.

Junto a ella, perdieron la vida otros 17 miembros de la tripulación. Entre los pasajeros había además 16 miembros de una escuela secundaria de Pennsylvania y los cinco acompañantes que los supervisaban. Una de las estudiantes fallecidas era Amanda Karschner, de 17 años, empleada a tiempo parcial de un restaurante de comida rápida.

vuelo 800 twa
Heidi Snow Cinader junto a su prometido Michael Breistoff, quien perdió la vida en el accidente aéreo de la aerolínea TWA en 1996. NBC News

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"Esta experiencia me ha enseñado a vivir todos los días, no a vivir como si fuera el último día, sino como que es el mejor de todos los días", explicó Amy Walton, compañera de trabajo de Karschner, en una entrevista concedida a NBC News en 2006, cuando se cumplieron 10 años de la tragedia.     

Perecieron pasajeros de 31 nacionalidades, entre ellos 83 estadounidenses, 42 franceses, 10 argentinos, 7 mexicanos y un español.  

La sobrina de John Seaman, de Albany, Nueva York, murió en el accidente. La tragedia le impulsó a liderar una coalición de familiares de las víctimas que exigió reformas a la industria aérea para mejorar la seguridad de los vuelos comerciales.    

"Algunos creen que el tiempo sana todas las heridas. No creo que sea verdad. El tiempo no sana las heridas, el tiempo solo proporciona una anestesia", apuntó Seaman, en entrevista con el diario USA Today.