Por Melissa Chan - NBC News
Tahjir Burrowes, de 6 años, salió de su casa de Florida el 5 de octubre, llevando sólo un pañal y una camiseta, y se dirigió directamente a un canal inundado por el huracán.
Su madre dice que padece el más grave de los autismos y se siente atraído por el agua. La tormenta había derribado la valla que rodeaba su propiedad, dando al niño, que no hablaba, la breve oportunidad que necesitaba para escapar sin ser detectado.
Su hermano de 17 años, Tahjon, supo que algo iba mal en cuanto salió del baño y no pudo encontrar a su hermano pequeño por ninguna parte.
Golpeó la puerta de su madre. “¡Mamá, mamá, mamá! Tahjir ha salido de casa!”, gritó, antes de salir volando por la puerta.
Su madre, Lachera Burrowes, subió inmediatamente a su coche y se dirigió al canal cercano a su casa de Lehigh.
Cuando llegó allí, había silencio, ni una onda en las aguas turbias.
“No vi nada”, dijo. “Silencio”.
Llamó a la policía y buscó calle por calle. Horas después, un detective llegó a su puerta. Las autoridades habían encontrado a sus dos hijos: se habían ahogado en el canal.
En su corazón, Burrowes sabe que Tahjon debe haber saltado tras su hermano pequeño. Los dos eran los mejores amigos, a pesar de su diferencia de edad, y Tahjon sabía exactamente qué hacer para mantener a su hermano tranquilo y feliz.
“No sé si uno podría estar sin el otro. No podía quedarse ahí y no meterse”, dijo, y añadió que ella habría hecho lo mismo si hubiera llegado primero.
Un portavoz de la oficina del sheriff del condado de Lee confirmó la muerte de los dos hermanos, añadiendo que no se sospechaba de violencia.
Burrowes pensaba que había hecho todo lo posible para mantener a su familia a salvo. A pesar de vivir al día, la madre soltera pagó un hotel en Port St. Lucie para poder evacuar a sus tres hijos y a su madre. Burrowes, que trabaja como consejera de adicciones, sabía que Tahjir era sensible a las tormentas y que se había constipado durante días después de que el huracán Irma dejara su casa a oscuras en 2017, así que quería evitarlo.
Más de 130 muertes se han atribuido al huracán Ian, según un recuento de nuestra cadena hermana, NBC News, basado en declaraciones de las autoridades locales y estatales. Eso lo convierte en el huracán más mortífero de Florida desde 1935.
Burrowes, de 44 años, no podía entender que aún existiera peligro, una semana después del paso de la tormenta.
“Siempre intento hacer lo correcto, y a veces te explota en la cara”, dijo, antes de quedarse callada. “Voy a ser sincera, siento que podría morir”.
En sus recuerdos más felices, y en muchas de las fotos del teléfono de Burrowes, Tahjon lleva a su hermano pequeño a la espalda.
Tahjon dio un paso adelante, casi como una figura paterna, después de que a Tahjir se le diagnosticara el nivel más severo de autismo cuando tenía 3 años. Aunque hubiera cumplido 7 años en diciembre, Tahjir “tenía la mente de un bebé de 18 meses”, dijo su madre.
“No podía hablar. No podía comprender ciertas cosas. No estaba entrenado para ir al baño”, contó.
Tahjon era protector con Tahjir, pero también cedía a muchas de sus exigencias. Tahjon ayudó a enseñar a Tahjir a caminar. A menudo dormía a su hermano pequeño. Acompañaba a su madre cuando ésta llevaba a Tahjir a terapia. A menudo se perseguían el uno al otro, riéndose en casa.
“Tengo tantas fotos de Tahjir en sus brazos, en su cama, sobre él”, dijo Burrowes.
“Tahjon era como el mejor hermano mayor del mundo. Tahjon era, no hay palabras. No puedo”, añadió, mientras se derrumbaba. “Le echo mucho de menos”, afirmó.
Ahora, Burrowes planea enterrar a los hermanos uno al lado del otro. Y aunque hay días en los que quiere darse por vencida, se ha comprometido a garantizar que su hijo superviviente, Tahjay, que era gemelo de Tahjon, tenga una vida plena, que honre las vidas de sus hermanos fallecidos.
“Necesito que sepa que tenemos que seguir adelante”, dijo Burrowes. “Mi hijo me abrazó y me dijo: ‘Te necesito”.
En su habitación, Tahjay encontró el comienzo de 14 historias que su imaginativo gemelo había escrito sobre superhéroes y cazadores de monstruos, y planea terminar algún día los cuentos para su hermano.
“Sé que voy a estar llorando siempre, pero tengo muy buenos recuerdos”, dice Burrowes. “Tengo más buenos recuerdos que otra cosa”, concluyó.