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Maestra de Uvalde describe “los 35 minutos más largos de su vida”

“[Los niños] han estado practicando para este día durante años. Sabían que esto no era un simulacro. Sabíamos que teníamos que estar callados o de lo contrario nos íbamos a delatar”, relató la educadora que puso a salvo a su salón de clases.

Por Mike Hixenbaugh - NBC News

UVALDE, Texas — La maestra llegó a la puerta de su casa el miércoles por la noche con los ojos hinchados del llanto y las horas sin dormir.

“¿Qué quieres que te diga?”, le preguntó a un reportero. “¿Que no puedo comer? ¿Que todo lo que escucho son sus voces gritando? ¿Y no puedo ayudarlos?".

Habían pasado alrededor de 28 horas y 45 minutos desde que un atacante disparó dentro de la Escuela Primaria Robb, matando al menos a 19 niños y dos educadores.

Después de pensarlo, la maestra accedió a hablar con un reportero con la condición de no ser nombrada, en parte porque, dijo, los administradores del distrito le pidieron al personal que no hablara con los medios, pero también porque está aterrorizada.

Ya nada se siente seguro o normal, aseveró.

Sus alumnos estaban viendo una película de Disney el martes por la mañana como parte de su celebración de fin de año. Cuando escuchó disparos en el pasillo y supo exactamente lo que era. Gritó a sus niños que se metieran debajo de sus escritorios y corrió para atrancar la puerta de su salón de clases.

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Los niños hicieron exactamente lo que se les instruyó, afirmó.

“Han estado practicando para este día durante años”, explicó la maestra, refiriéndose a los ejercicios de atacante activo que se han convertido en un elemento más de la educación pública en Estados Unidos, como las matemáticas, las ciencias y la lectura. “Sabían que esto no era un simulacro. Sabíamos que teníamos que estar callados o de lo contrario nos íbamos a delatar”.Mientras los niños se escondían debajo de sus pupitres, permaneciendo en silencio cuando sus compañeros de clase heridos lloraban al otro extremo del pasillo, la maestra se sentó en el suelo en medio de la sala y trató de mantener la calma. Trató de hacerse fuerte para ellos, dijo.

Lo que siguió, fueron “los 35 minutos más largos de mi vida”, aseguró.

Algunos estudiantes comenzaron a llorar, así que les indicó que se sentaran a su lado. Los abrazó y les susurró que rezaran en silencio. Sin hablar, trató de transmitir a la clase: Están bien. Vamos a estar bien.

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Finalmente, la policía se acercó al salón de clases por fuera y rompió las ventanas. La maestra pidió a sus alumnos que hicieran una fila. Rápido pero con orden. Tal como lo hacen todos los días para el almuerzo y el recreo.

Uno por uno, la maestra tomó sus manos y ayudó a cada uno de sus alumnos a salir por la ventana.

“Después del último niño, me di la vuelta para asegurarme de que todos estuvieran afuera”, dijo la maestra. “Sabía que tenía que irme rápido, pero no me iría hasta que fuera seguro”.

Esa misma tarde se volvió a reunir con sus alumnos en otra escuela al otro lado de la ciudad y trató de consolar a los que estaban preocupados por sus mejores amigos o primos, que estaban en el salón de clases al final del pasillo. Los que podrían no haber salido por una ventana.

Más tarde, cuando se supo el impensable número de víctimas del tiroteo, algunos padres enviaron un mensaje de texto a la maestra: “Gracias por mantener a mi bebé a salvo”.

“Pero no es solo su bebé”, aseguró ella, sollozando en el porche de su casa. “Ese es mi bebé también. Ellos no son mis alumnos. Ellos son mis hijos”, agregó.

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La maestra no ha pensado en cómo será el próximo año escolar, si es que se atreve a regresar. Primero, habrá que asistir a funerales. Entrevistas con investigadores, quienes aseguró que no podrán explicar nunca realmente qué es lo que lleva a alguien a balear una clase llena de niños.

“Quiero que digas esto en tu artículo”, pidió la maestra antes de cerrar el mosquitero. “Nuestros niños no se merecían esto. Fueron amados. No solo por sus familias, sino también por su familia en la escuela”.