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Un respiro, pero temporal: indocumentados ven con escepticismo la promesa de Biden de congelar las deportaciones en sus primeros 100 días

Los migrantes no olvidan que Biden fue vicepresidente durante la Administración de Barack Obama, en la que durante ocho años deportaron a casi tres millones de indocumentados.

Por Manuel Ayala

Pese al temor e incertidumbre que les genera que Donald Trump sea reelegido como presidente en los comicios del 3 de noviembre, a inmigrantes, líderes comunitarios y activistas latinos en California y en Nevada no les parecen transformadoras o sustentables las propuestas migratorias del candidato demócrata Joe Biden, como la que hizo en entrevista con Noticias Telemundo de que, de ser electo en noviembre, congelaría las deportaciones durante los primeros 100 días de su Administración.

Algunos de los inmigrantes consultados, que carecen de documentos migratorios, creen que esto disiparía el temor constante a ser deportados, en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero también creen que eso un día llegará a su fin, y si no se trabajó en ese tiempo por políticas transformadoras, de nada serviría sin algo más de trasfondo.

Tranquilidad momentánea

El mexicano Luis Enrique, quien prefirió no dar su apellido, vive sin papeles en Reno, Nevada, desde hace casi cinco años. Luis Enrique dice vivir con el temor constante de que un día sea detenido por autoridades migratorias y deportado a México, lo que significaría separarse de su familia. Pero la propuesta de Biden no cree que cambiaría mucho su vida.

Piensa que quizá viviría un poco más tranquilo en esos hipotéticos 100 días sin deportaciones, con la seguridad que no siente ahora. Quizá eso generaría mayor armonía entre las comunidades latinas, agrega, al no sentirse perseguidas. Pero también le hace reflexionar sobre lo que sucedería después, cuando se cumplan los 100 días prometidos. ¿Todo volvería a como estaba antes? ¿En ese intermedio se realizarían acciones que les permitieran regularizar su situación?

Migrantes deportados en Estados Unidos en una imagen de archivo.
Migrantes deportados en Estados Unidos en una imagen de archivo.Getty Images

En eso coincide María Dolores, quien radica en Santa Ana, California, y tampoco quiso dar su apellido, pues carece papeles. Ella cree que la promesa se quedaría en eso, una promesa. Luego todo volvería a ser igual y a “seguir viviendo con el miedo de tantos años”, dijo. Por más de 10 años, María Dolores ha vivido en el país sin documentos.

“A lo mejor esos días uno no se la pasaría pensando tanto en eso, y hasta se nos olvidaría que estamos de indocumentados, pero si no nos ayudan, luego después a volver a lo mismo, no le veo el beneficio”, reclama.

Le hace falta fuerza a sus opciones migratorias

Alfredo Ramírez, inmigrante hondureño que en 2018 logró cruzar a Estados Unidos después de haber llegado a Tijuana con la caravana migrante, cree que no es “tan descabellada” esa propuesta de congelar las deportaciones, pero que “le hace falta fuerza” a Biden para validar lo que está prometiendo.

Ramírez, que vive en Los Ángeles, señala que, para empezar, Biden debería explicar ahora cuál sería el método y cómo se llevaría cabo todo lo que concierne a la migración en esos 100 días.

“Nos tiene qué decir no solamente qué haría, sino cómo y bajo qué medidas o condiciones”, agregó.

Los inmigrantes coincidieron en un punto que consideran “muy importante”: no olvidan que Biden fue vicepresidente durante la Administración de Barack Obama, en la que durante ocho años deportaron a casi tres millones de inmigrantes, según las cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por su sigla en inglés).

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Aunque María Dolores sí ve una pequeña diferencia en cuanto al tipo de deportaciones que ha hecho Trump. Sabe que con Obama la mayoría de deportados eran personas detenidas al momento de ingresar sin documentos al país. Con Trump, aunque han sido menos, reconoce que han sido más significativas porque se han deportado personas que tenían 10, 15 o hasta más años viviendo en Estados Unidos, ya con familias y patrimonios establecidos.

“Eso es lo que preocupa, saber qué va a pasar. Biden nos tiene que sacar de la incertidumbre, para que los compatriotas latinos que sí puedan votar, lo hagan por él. Así nos sentiríamos respaldados”, sentenció.

Lo que se requiere son políticas migratorias “transformadoras”

La activista Soraya Vázquez, subdirectora de la organización Al Otro Lado, que trabaja en Tijuana, México, y en San Diego, California, ha sido más dura con Biden.

La propuesta del candidato demócrata es “sin duda, una medida ‘electorera’, puesto que está tratando de poner un curita a un tema que requiere una cirugía mayor”, dijo Vázquez.

Para ella, lo que se requiere para beneficiar a los inmigrantes indocumentados es una reforma migratoria “de gran calado”, la cual tendría que estar pensada en una estrategia más anclada a los derechos humanos y en la restitución de programas como el asilo, que por ahora “han estado reducidos casi a cero”, dice.

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Vázquez también cree que el impacto de congelar las deportaciones sería temporal, aunque real: en esos 100 días no se recibirían tantos deportados en México, lo cual daría un respiro a los albergues que permanecen atiborrados, cortos en recursos y en personal y por ello pueden mantener condiciones insalubres para los repatriados.

Un matiz importante en la propuesta de Biden es que las deportaciones no cesarían para quienes están cumpliendo condenas por delitos graves. Sin embargo, Vázquez resalta que se tendría que evaluar también quiénes son esas personas, porque, dice, Estados Unidos tiene “un sistema de justicia que discrimina y hay muchos latinos y migrantes cumpliendo condenas por delitos graves pero que quizá ellos no cometieron”.

Al igual que algunos de los inmigrantes consultados por Noticias Telemundo, la activista señala que se requiere de una política migratoria que garantice los derechos en Estados Unidos y ampliar las posibilidades para la regularización, ya que cree que a cualquier país le conviene más tener una población migrante regularizada que indocumentada.

En México, una oportunidad para repensar la atención a deportados

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Migración (INM) en México, hasta antes de la pandemia del COVID-19 eran deportadas entre 120 y 150 personas al día, tan solo por la garita de El Chaparral, en Tijuana.

Los inmigrantes y activistas consultados creen que esos 100 días de gracia le podrían permitir a las autoridades mexicanas replantear sus leyes y estrategias de atención a los repatriados.

Pese a su importante contribución al país a través del envío de remesas, una vez que son retornados a México y sus países, los gobiernos suelen olvidarse de ellos. Eso los lleva a ser uno de los sectores más vulnerables dentro de las sociedades.

Así le ocurrió a Alfredo González, quien fue deportado en 2014. González, de 49 años ahora habita el llamado ‘bordo’ de Tijuana, lugar enclavado en la canalización del río que desemboca en Estados Unidos, donde suelen terminar -para su infortunio- muchos de los deportados que han perdido toda esperanza.

González dice que recibió malos tratos de la policía de Tijuana y no logró encontrar oportunidades laborales y económicas, lo que hizo su retorno mucho más difícil.

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El impacto de Trump será duradero

Pedro Ríos, director del Comité de Servicios Amigos Americanos en San Diego, es todavía más pesimista. Ríos señala que incluso si Biden gana en noviembre, Trump seguirá teniendo un impacto en la migración por los próximos años.

Dice que hay que recordar que, durante esta Administración, Trump ha emprendido más de 400 acciones ejecutivas en materia de inmigración, que incluyen la aplicación de leyes en la frontera, la procuración de leyes más estrictas al interior del país y la revocación de la acción conocida como DACA, aparte de casi desmantelar por completo el programa de asilo político.

También, destaca Ríos, recientemente Trump trajo a su equipo a Cecilia Muñoz, quien durante la Administración de Barack Obama fue responsable de tratar el tema de migración y la razón por la que se le conoce como el mandatario que más personas ha deportado.

“No pinta muy bien para la comunidad migrante, que en su mayoría es latina”, sentenció Ríos.