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Por qué las elecciones al Senado son tan importantes como la Casa Blanca aunque reciban menos atención

El Partido Republicano tiene ahora la llave de la Corte Suprema, o, por ejemplo, el cheque de ayuda de $1,200. Pero en noviembre puede producirse un cambio de consecuencias trascendentales.
El edificio del Capitolio, sede del Congreso de Estados Unidos en Washington D.C.
El edificio del Capitolio, sede del Congreso de Estados Unidos en Washington D.C.De Agostini via Getty Images
/ Source: Telemundo

Por Emilio Doménech

Donald Trump y Joe Biden protagonizan estos días una intensa carrera electoral que decidirá quién preside el país durante los próximos cuatro años. Pero en paralelo transcurre otra campaña trascendental: las de los candidatos al Senado, donde el Partido Republicano tiene mayoría y juega a la defensiva en una docena de batallas que podrían decidir el control de esta cámara. 

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¿Por qué es tan importante el Senado?

La Cámara de Representantes tiene un número de congresistas acorde a la población de los 50 estados del país. Por ejemplo, California tiene 53 congresistas porque cuenta con casi 40 millones de habitantes. En cambio, Wyoming solo tiene un congresista representando a sus más de 578,000 habitantes.

El Senado está formado por 100 congresistas, dos por cada estado. Eso implica que estados con decenas de millones de ciudadanos como California y Texas tienen la misma representación que otros menos poblados como Wyoming o Rhode Island.

Históricamente, el papel del Senado por diseño era el de representar a los estados de forma igualitaria”, explica Jonathan Hanson, politólogo de la Universidad de Michigan, “por eso las zonas rurales han tenido una representación relativamente más fuerte”.

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"Lo que estamos viendo ahora es una creciente polarización que tiene que ver con las diferencias entre los estados diversos y generalmente costeros versus gran parte del interior del país y de los estados sureños”, añade.

Este equilibrio de poder es fundamental no sólo por la importancia del Senado como cámara legislativa que puede aprobar o bloquear los proyectos más ambiciosos de una Administración. Además, también confirma o bloquea a ciertos nominados presidenciales a ocupar cargos federales tan importantes como la Secretaría de Estado, y a los jueces de los Tribunales de Apelaciones y de la Corte Suprema.

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Espera, ¿Corte Suprema? Eso me suena

Justo esta semana se llevan a cabo las audiencias de confirmación para la jueza Amy Coney Barrett, nominada por Trump para llenar la vacante que dejó en la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg tras su fallecimiento el 18 de septiembre.

Un Senado de mayoría republicana podrá confirmar a Barrett y asegurar una mayoría de seis jueces conservadores contra tres progresistas.

Amy Coney Barrett, acompañada de sus hijos, durante la audiencia para revisar su nominación en el Senado.q
Amy Coney Barrett, acompañada de sus hijos, durante la audiencia para revisar su nominación en el Senado.AP

Las implicaciones de la elección de Barrett se sentirán durante décadas en la vida pública estadounidense porque los cargos al Supremo son vitalicios y Barrett sólo tiene 48 años.

 Otros dos de los jueces conservadores nominados por Trump y confirmados por sus aliados republicanos en el Senado, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh, tienen 53 y 55 años cada uno, respectivamente. El resto de jueces superan todos los 60 años. Stephen Breyer, progresista, es el mayor de todos con 82.

¿Cómo llegamos a esta situación?

En 2013, los demócratas tenían mayoría en el Senado, pero no la suficiente como para confirmar a jueces federales sin lograr al menos una supermayoría de 60 votos. Es decir, necesitaban al menos cinco votos republicanos para evitar el llamado filibuster, un procedimiento político usado en la Cámara Alta para bloquear leyes o nominaciones no deseadas por parte de aquellos en la minoría.

Ante el bloqueo continuado de los republicanos a los nominados judiciales del expresidente Barack Obama, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, activó la llamada opción nuclear para poder confirmar jueces a las cortes. Es decir, 51 votos para lograr una mayoría simple —o 50 votos y que el vicepresidente demócrata, entonces Joe Biden, dictara el desempate.

En 2014, los republicanos retomaron el control del Senado en las elecciones de medio término durante el segundo mandato de Obama. En los dos últimos años de la presidencia demócrata, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell, bloqueó las nominaciones judiciales que Obama hizo a las cortes federales, incluyendo una al Supremo en 2016 tras la muerte del juez conservador Antonin Scalia.

“Básicamente, Harry Reid dijo, ‘Es intolerable. No podemos permitir que esto continúe’”, apunta Hanson, de la Universidad de Michigan, quien cree que la decisión intensificó las tensiones con los republicanos pese a tener el bloqueo como justificación. “Y de hecho", añade, "la nominada de Trump a la Corte Suprema fue confirmada a las cortes federales en uno de los puestos que nunca fue llenado porque los republicanos se negaron a seguir adelante”.

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El bloqueo de los republicanos en el segundo mandato de Obama permitió que Trump heredara decenas de vacantes judiciales que ha ido asignando a jueces conservadores desde el inicio de su presidencia, cambiando de forma trascendental la inclinación ideológica de las cortes federales.

Entre esas vacantes estaba la de Scalia al Supremo. Pero en 2017 McConnell no tenía la supermayoría de 60 votos necesaria para confirmar al juez Neil Gorsuch a la corte. Para esquivar ese obstáculo, McConnell se inspiró en Reid y activó una segunda opción nuclear para poder confirmar a jueces a la Corte Suprema por mayoría simple. En la disputada nominación de Brett Kavanaugh en 2018, el Senado lo confirmó en una votación que quedó 50 a favor y 48 en contra.

¿Qué podrían hacer los demócratas para cambiar ese balance de poder?

Primero, ganar puestos en el Senado. En estos momentos, la Cámara Alta tiene una mayoría de 53 senadores republicanos contra 47 demócratas —dos de ellos, Bernie Sanders y Angus King, son independientes, pero hacen caucus con (es decir, se unen a) los demócratas.

Las autoridades aconsejan usar los recursos en línea para cerciorarse de que sus boletas por correo fueron contadas.
Las autoridades aconsejan usar los recursos en línea para cerciorarse de que sus boletas por correo fueron contadas. AP

Para recuperar el control del Senado, necesitan al menos conseguir una victoria de tres escaños netos. Eso dejaría un escenario de 50 contra 50 y los empates los rompería el vicepresidente. Si Biden gana la presidencia, Kamala Harris ejercería esa función, otorgando la mayoría de facto a los demócratas. Si Trump es reelegido, entonces los demócratas necesitarán una victoria de cuatro escaños netos.

¿Dónde pueden conseguir esas victorias?

El 3 de noviembre solo un tercio del Senado está en juego, además de dos carreras especiales en los estados de Georgia y Arizona. Eso se traduce en 35 escaños, de los cuales 23 son ahora republicanos y 12 demócratas.

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“El camino más fácil para que los demócratas ganen el Senado es arrebatarle [a los republicanos] los escaños de Colorado, Maine, Arizona y Carolina del Norte, y ganar la presidencia, al mismo tiempo que pierden un escaño en la muy republicana Alabama”, dice Ryan Matsumoto, un analista colaborador de Inside Elections, sitio web de análisis político.

“Hoy en día, la vasta mayoría de votantes acaban votando por el mismo partido para el Senado y la presidencia. Los candidatos demócratas al Senado lideran actualmente en esas cuatro carreras”, añade Matsumoto.

Este analista cree que la confirmación de Barrett jugará un papel en las elecciones senatoriales.

“La senadora republicana Susan Collins de Maine perdió mucho de su atractivo bipartidista después de votar para confirmar al juez Brett Kavanaugh en 2018”, dijo, “y los senadores Martha McSally de Arizona, Cory Gardner de Colorado, y Thom Tillis de Carolina del Norte parece probable que votarán a favor de Barrett, lo cual podría hacerles daño entre los votantes péndulo [que están divididos entre un partido y el otro] de sus estados”.

¿Y si los demócratas recuperan el control del Senado y Biden gana la Casa Blanca?

Según Hanson, “los demócratas sienten que han estado jugando limpio intentando seguir la tradición y las reglas y que los republicanos simplemente lo han pisoteado todo”.

“Un Congreso controlado por los demócratas podría considerar legislación para expandir el tamaño de la Corte Suprema porque hay mucho rencor sobre [el bloqueo a las] nominaciones judiciales”, añade Hanson.

“Y hay asuntos muy, muy importantes en el horizonte como la Ley de Cuidado de Salud Asequible [apodada Obamacare o ACA por sus siglas en inglés] o con casos referentes a Roe v. Wade, que legalizó el derecho al aborto. 

Los demócratas también están considerando otras medidas para equilibrar la balanza de poder, empezando por sumar a Puerto Rico y Washington D.C. como estados de la Unión, algo que casi aseguraría cuatro senadores demócratas nuevos en la Cámara Alta.

“Creo que hay una creciente sensación dentro del partido de que esta es la única manera de luchar”, concluye Hanson, “esta forma de romper las reglas, de romper las tradiciones, es defenderse al mismo nivel”.