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Las dudas sobre el diagnóstico de coronavirus del presidente Trump aceleran la crisis de credibilidad en la Casa Blanca

La Administración ha sido cuestionada por sus contradicciones sobre la salud del presidente y su hospitalización por coronavirus. Expertos afirman que es un patrón recurrente y que es probable que la confusión empeore.
/ Source: Telemundo

Por Julie Pace – The Associated Press

La Casa Blanca ha sido cuestionada por la falta de coherencia y credibilidad de la información sobre la salud del presidente, Donald Trump, después de su hospitalización por coronavirus, justo en el momento en el que más necesita la confianza de la población: cuando falta un mes para las elecciones generales.

La infección por coronavirus del mandatario, así como de varios aliados y colaboradores, ha afectado a los más altos niveles del gobierno estadounidense.

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El sábado, los intentos de la Casa Blanca por transmitir calma se vieron obstaculizados por un aluvión de información confusa y contradictoria sobre el estado de salud del presidente.

Los ingredientes para que se diera la situación actual se han estado cocinando desde hace meses: los repetidos incumplimientos de Trump a las recomendaciones de su propio Gobierno para mantenerse a salvo, él mismo, durante la pandemia y su conocido desprecio por los hechos. El resultado ha sido una profunda incertidumbre para los estadounidenses sobre qué y a quién creer cuando se trata de la salud del jefe de Estado, en un momento crucial en la historia de Estados Unidos.

"Esto rebasa a Donald Trump. Se trata de la institución de la presidencia", dijo Robert Gibbs, quien fue secretario de Prensa en la Casa Blanca durante el mandato de Barack Obama.

Para cualquier presidente, la credibilidad durante una crisis es primordial: la capacidad de unir a los estadounidenses de distintas corrientes políticas en torno a una idea durante los momentos de crisis. Para un presidente a punto de enfrentar unas elecciones, especialmente en un año tan accidentado como 2020, eso podría marcar la diferencia entre gobernar uno o dos mandatos.

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Sin embargo, Trump ha malgastado su credibilidad desde el principio de su presidencia, pasando su primer día en el cargo discutiendo los recuentos oficiales sobre la asistencia a su ceremonia de investidura, y pidiéndole a los ciudadanos que le restaran importancia a las pruebas fotográficas que mostraban que había atraído a menos gente al National Mall de Washington que su predecesor.

Ese incidente marcó la línea para el resto de su gobierno. Trump creó realidades alternativas en torno a temas grandes y pequeños, que se vieron amplificadas con la ayuda de medios de comunicación afines, como Fox News. A menudo presume de récords e hitos que no existen. Difunde rumores excéntricos y sin base sobre sus rivales políticos, como declarar sin pruebas que Joe Biden, su rival demócrata en estas elecciones, pudo estar drogado durante su debate de hace menos de una semana.

Por todo eso y más, la credibilidad del mandatario ha sido muy cuestionada durante la pandemia, la prueba más importante de su presidencia.

A menudo le ha restado importancia al virus en público, aunque en febrero le dijo en privado al periodista Bob Woodward que el COVID-19 era más mortal que la influenza. Ha elogiado tratamientos dañinos y no comprobados, como sugerir que la gente podía protegerse inyectándose desinfectante.

En abril, apenas unas semanas después de que la pandemia empezara a extenderse en Estados Unidos, solo el 23% de los estadounidenses dijo tener mucha confianza en la información que daba el presidente sobre el virus, según un sondeo del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC.

Conforme se acercan las elecciones, Trump ha ido menospreciando las recomendaciones de salud pública y a muchos de los científicos que asesoran a su gobierno, deseoso de transmitir a los votantes la idea de que lo peor de la pandemia que ha afectado a todos los aspectos de la vida en el país ya ha quedado atrás.

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Durante las últimas semanas, el mandatario ha viajado por todo el país, celebrando grandes mítines y actos en la Casa Blanca, sin distanciamiento social ni requiriendo que los asistentes usen mascarillas. El pasado fin de semana, por ejemplo, se celebró una ceremonia que abarrotó el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca para anunciar la nominación de la jueza Amy Coney Barrett para un puesto en la Corte Suprema.

Después, varios de los asistentes al acto, incluidos dos senadores y la primera dama, Melania Trump, han anunciado que dieron positivo a la prueba de coronavirus.

Ellos, al igual que el presidente, están ahora entre los más de 7 millones de estadounidenses que se han visto infectados. Más de 210,000 estadounidenses han fallecido por la pandemia.

No está claro cómo se contagió Trump. A la 1 a.m. del viernes anunció en Twitter que su esposa y él habían dado positivo en las pruebas diagnósticas. La tarde siguiente fue trasladado en el helicóptero presidencial al hospital militar Walter Reed, ubicado en las afueras de Washington. Los únicos detalles que dio la Casa Blanca fueron que el ingreso hospitalario era una precaución y que los síntomas de Trump eran leves.

El sábado, la Casa Blanca intentó ofrecer más información con una conferencia televisiva del médico de Trump en la que ofrecieron una descripción muy optimista del estado del presidente, insistiendo en que seguía trabajando, caminando por sus propios medios y sin dificultades para respirar.

Pero el doctor Sean Conley llamó la atención cuando se negó a dar detalles concretos, lo que incluyó eludir varias preguntas sobre si el mandatario había necesitado oxígeno suplementario en algún momento.

Poco después y fuera de cámara, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, dio a los periodistas una versión más sombría. La situación del presidente en realidad había sido "muy preocupante". Aunque su salud estaba mejorando, Meadows dijo que las siguientes 48 horas serían críticas. Una persona familiarizada con el tratamiento que recibía el presidente confirmó que el viernes por la mañana había necesitado oxígeno por medios auxiliares.

Las versiones contradictorias sobre la salud del presidente provocaron quejas, incluso entre algunos aliados de Trump, quienes se preguntaron en privado cómo podía estar tan mal preparado el equipo del mandatario para las primeras declaraciones importantes sobre su estado de salud.

La Casa Blanca intentó calmar los ánimos el sábado publicando un video de cuatro minutos en el que Trump dijo que estaba mejorando y que deseaba reanudar pronto los actos de campaña.

Sin embargo, para quienes conocen bien los antecedentes de Trump con la transparencia y la verdad, hay pocas esperanzas de que los próximos días traigan más claridad.

"Son los patrones de esta presidencia y de Trump, los patrones de toda una vida", opinó Peter Wehner, un republicano que sirvió en los gobiernos del expresidente George W. Bush y que es un crítico de Trump. "No hay motivos para creer que él o su círculo interno vayan a cambiar", agregó.