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El secreto a voces del Obispo de Limbur

El secreto a voces del Obispo de Limbur

Por Carlos Rajo

Al menos por unos meses, el sacerdote alemán conocido como “el Obispo de las joyas ostentosas” o “el Obispo del lujo” no vivirá en su “palaciega” residencia cuya renovación costó más de 40 millones de dólares. 

El Papa Francisco ha suspendido al Obispo de Limbur, Franz-Peter Tebartz-van Elst, debido al escándalo que se originó cuando se supo de la ostentosa vida que llevaba el prelado en su natal Alemania. Sin mucho ruido el Papa parece hacer cierta su promesa de que la Iglesia Católica -comenzando por él mismo- tiene que llevar una vida más modesta. 

“Se ha creado una situación en la que el Obispo Franz-Peter Tebartz no puede actualmente ejercer su ministro episcopal”, señaló el Vaticano en un escueto comunicado sin dar mayor explicación sobre la suspensión. 

Ha sido secreto a voces sin embargo, que el Obispo alemán estaba en problemas desde que se hizo público el derroche de dinero del que se le acusa, no sólo con lo gastado en la residencia, sino también por haber viajado a la India -supuestamente para ayudar a los pobres- en un asiento de primera clase. El Obispo complicó las cosas además al mentir sobre el vuelo ante las preguntas de la prensa.

Aun cuando puede parecer un asunto superficial o menor, la suspensión del Obispo Tebartz es importante porque es una señal clara que envía el Papa de que hay una nueva realidad en la Iglesia en la cual la humildad y la vida sin lujos se inicia con los mismos jerarcas de la Iglesia Católica.

No es casualidad de que el Papa mismo esté dando el ejemplo al rehusar el apartamento de lujo en el Palacio Apostólico donde normalmente residen los Papas y opta por vivir en la sencilla casa de huéspedes de Santa Marta. El Papa además viaja en automóviles usados.

“Si a ustedes les gusta el de lujo, solamente piensen cuantos niños están muriendo de hambre en el mundo”, ha dicho el Papa en referencia a los sacerdotes y Obispos que gustan de la vida de privilegios o al menos de los automóviles del año.

La verdad que lo del Obispo alemán era no sólo insostenible, sino incluso una ofensa a lo que se supone es parte de la misión o el sentido de la Iglesia. Gracias al especial sistema que existe en Alemania del pago de impuestos y de los relativos privilegios de que gozan las iglesias -todas, no sólo la Iglesia Católica- el Obispo hoy suspendido tenía acceso a millonarios fondos. El que los gastara de manera tan abierta y que generará la atención de la prensa hizo inevitable la intervención del Papa.

Sucede que en Alemania, cuando la persona hace su declaración de impuestos, hay una línea donde se le pregunta a qué religión pertenece y de ahí se destina un porcentaje de lo que paga por impuestos a la respectiva Iglesia. Sin embargo, normalmente los Obispos alemanes, aunque todos tienen acceso a importantes recursos económicos debido a este apartado en la ley, llevan más o menos un bajo perfil en lo que a su nivel de vida se refiere. Lo de Tebartz se convirtió en escándalo debido precisamente a lo ostentoso de sus gustos. Un sólo dato: para la renovación de su mansión “palaciega”, el Obispo compró una tina de baño que costó más de 20 mil dólares.

Un detalle que llama la atención en todo este escándalo es que, aun cuando se aprecia la acción del Papa, no todo el mundo está satisfecho. No queda claro, por ejemplo, si la suspensión del Obispo alemán es sólo por unos meses y si se le permitirá que regrese a su mansión “palaciega” una vez que termine la sanción. Alguien en Alemania ha sugerido que se le debería de enviar al África para que cumpla verdaderamente el llamado del Papa de que se necesita una Iglesia cerca de los pobres.

La prensa alemana ha dicho también que es posible que la suspensión ordenada por el Papa haya sido una especie de respuesta inevitable ante el tamaño del escándalo, pero que en el fondo el pontífice no tiene la intención de castigar a largo plazo al Obispo Tebartz. En una frase, que todo sería un ejercicio de relaciones públicas del Vaticano.

Es posible que esto sea cierto, que el Vaticano sólo responde ante la montaña de críticas por el ahora ya famoso Obispo alemán, pero lo cierto es que al menos por el momento queda claro el mensaje del Papa: de que lo que él predica de alguna manera tiene que aterrizar en la realidad de esa Iglesia Católica mundial. 

Se ve mal que cuando el pontífice mismo habla de una iglesia humilde y cercana a los pobres, haya obispos que vivan en la opulencia. Y es no sólo que se ve mal, sino aun peor, que acciones como la del Obispo alemán contradicen todo el discurso del Papa de que parte de la crisis de la Iglesia es que está alejada de la gente de a pie y que para acercarse hay que comenzar con renunciar a muchos de esos lujos a que se está acostumbrado. 

Con todo, no necesariamente será fácil que este mensaje del Papa llegue a todos lados. En Alemania misma los obispos alemanes han mantenido un penoso silencio en todo este escándalo sobre “el Obispo de lujo”. Y en parte tiene que ver con que para los Obispos alemanes mismos es normal que, por ejemplo, se movilicen en automóviles de lujo o vivan en grandes mansiones. Y de seguro lo mismo puede decirse de los Obispos de cualquier otro lugar del mundo. El punto es que no será tan simple para el Papa cambiar de un día para otro un modo y nivel de vida que ha sido la costumbre entre los jerarcas de la Iglesia.