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Pasan desapercibidos y no reciben apoyo: por qué muchos padres que estudian abandonan la universidad

Los altos índices de abandono de los estudios están contribuyendo a que disminuya la cantidad de hombres que obtiene títulos en el país.

Por Lilah Burke - The Hechinger Report

Mientras su esposa daba a luz en el hospital a su tercer hijo, Joshua Castillo aguardaba en la sala de espera terminando un examen final de computación y otras dos pruebas pendientes. 

Para entonces, Castillo ya estaba acostumbrado a balancear las exigencias de la paternidad con las inflexibles fechas límites y demás expectativas de la universidad. Estudiaba computación y a la vez mantenía un trabajo de tiempo completo, mientras contribuía en la crianza de sus hijos: una responsabilidad por la que la facultad no mostró mucha consideración.

“La mayoría de los profesores con los que me he topado tienen la mentalidad de que este es mi trabajo a tiempo completo y lo único por lo que me debo preocupar en este momento”, asegura. 

Castillo es apenas uno de los 3.8 millones de estudiantes que crían a sus hijos mientras asisten a la universidad. Más de la mitad de esos estudiantes –alrededor del 70%– son mujeres, según datos del Departamento de Educación analizados por el Instituto de Investigación sobre Políticas de la Mujer (IWPR, por sus siglas en inglés). Cálculos indican que poco más de un millón son padres, que se sienten ignorados y enfrentan obstáculos para lograr graduarse.

“Si los madres y padres que estudian son una población invisible, los papás que estudian son fantasmas”, afirma Autumn Green quien investiga a los padres que estudian en los Centros Wellesley para la Mujer en el Wellesley College.

Una foto de Benítez junto a su hijo Mason Benítez junto a su escritorio de trabajo.
Una foto de Benítez junto a su hijo Mason Benítez junto a su escritorio de trabajo.YUNUEN BONAPARTE / The Hechinger Report

Al menos el 61% de los padres estudiantes abandona la universidad sin haber conseguido un título, comparado con el 48% de las madres estudiantes, según datos del IWPR. Entre los padres solteros, latinos y negros, el índice de abandono era del 70%.  

Se le ha prestado poca atención al bajo índice de graduación entre los padres que estudian, pese a las señales de alarma sobre la enorme caída en el número total de hombres que asisten y se gradúan de la universidad. 

Las inscripciones han caído casi el doble para los hombres que para las mujeres desde el principio de la pandemia, según el Centro de Investigación Nacional de Estudiantes Clearinghouse, y las mujeres ahora sobrepasan en números en educación superior de un 59% a un 41%. 

“Se necesitan más investigaciones para poder precisar por qué” tantos hombres con hijos abandonan sus estudios, dijo Chaunté White, una investigadora de IWPR.

“La universidad está dirigida al estudiante tradicional”

Castillo tuvo su primer hijo cuando tenía 16 años. Ha tenido una vida difícil desde entonces.

Luego de cambiar de escuela secundaria, ser expulsado y abandonar sus estudios, obtuvo un diploma de equivalencia general. Tomó algunos cursos universitarios, tenía planes de unirse al Ejército, pero luego decidió matricularse y estudiar a tiempo completo con la esperanza de conseguir empleo en el área de seguridad cibernética. Sabía que no avanzaba al mismo ritmo que sus compañeros: tener que cuidar a sus hijos en muchas ocasiones lo distraía y no le permitía concentrarse en sus estudios. Su madre, que lo ayudaba con el cuidado de los niños, falleció el año pasado.

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Ha recibido asistencia en forma de becas, clases particulares y orientación de parte de una organización sin fines de lucro llamada Generation Hope (Generación Esperanza) que apoya a los padres que estudian y que Castillo califica como “una gran bendición”. Pero aún así, para él tener acceso a una educación superior es probablemente lo más difícil que ha hecho en la vida.

“La universidad está dirigida al estudiante tradicional”, asegura Castillo. “No a estudiantes no tradicionales como yo”.

Uno de los mayores obstáculos es la presión familiar, la presión social de ser un proveedor. Ahí es donde la educación se convierte en una segunda, tercera o cuarta prioridad”

Adrián Huerta PROFESOR DE EDUCACIÓN USC

Contrario a la percepción de que las universidades están llenas de estudiantes de 18 años sin preocupaciones que acaban de salir de la escuela secundaria, más de uno de cada cinco estudiantes de universidad tiene hijos. Pese a la falta de investigación enfocada en los papás que estudian, los expertos dicen que se ven afectados por muchos de los mismos problemas que encaran las mamás que estudian.

 Entre esos problemas están las dificultades económicas y garantizar que sus hijos tengan el cuidado que necesitan, mientras dejan tiempo para compartir con ellos, trabajar y asistir a clases.

“Grandes desventajas”

Drayton Jackson hizo su primer intento por conseguir su licenciatura en el John Jay College de Justicia Criminal en Nueva York hace décadas. Él y su esposa de entonces solían encontrarse en el metro para entregarse a su hija mutuamente: mientras uno la cuidaba, el otro iba a clases.

“Empiezas a caer en cuenta de que necesitas estar ahí para tus hijos”, explicó al ser cuestionado sobre las razones que complicaron su ida a la universidad. “Pero también debía estar ahí para mí mismo, y sabía que eso eventualmente también ayudaría a mis hijos. Esa era para mí la fuerza impulsora”.

Pero Jackson terminó abandonado sus estudios por no tener quien le cuidara a sus hijos.

Cuando los retomó en el Olympic College, en el estado de Washington en 2012, Jackson fue elegido presidente de su clase y estuvo en la lista de honor. Luego volvió a abandonarlos por motivos similares: solo le faltaron tres créditos para completar su título.

En algunos campus, situaciones como la de Jackson son comunes, pero es muy probable que los administradores no estén conscientes de ello. Muchas universidades y colleges no recopilan datos sobre cuántos de sus estudiantes están a la vez criando hijos, ni tampoco ofrecen apoyo para esos estudiantes.

 “Muchas veces me sentía simplemente desapercibida”, dijo Brittani Williams, quien fue madre y estudiante a la vez y ahora trabaja como analista de política en el centro de estudios Education Trust.

Cerca de la mitad de los estudiantes que son padres pertenecientes a minorías, que suelen enfrentar mayores obstáculos para graduarse.

“Sabemos que los padres latinos y negros que buscan una educación superior llegan con grandes desventajas. Suelen venir de escuelas que no reciben los recursos suficientes”, dijo Nicole Lynn Lewis, fundadora de Generation Hope, quien también fue madre y estudiante a la vez.

Benítez abraza a su hijo en Chelsea.
Benítez abraza a su hijo en Chelsea.YUNUEN BONAPARTE / The Hechinger Report

“No solo se trata de la experiencia de ser padre que estudia y todos los obstáculos que eso conlleva, sino también es la experiencia de ser un hombre negro y tratar de conseguir tu educación en un sistema educativo que no fue diseñado para ti”. 

En ciertos sentidos, estudiar debería ser más fácil para los papás que para las mamás. Es más probable que estén casados y que tengan ayuda con el cuidado infantil, dijo David Croom, director adjunto de logro terciario del Instituto Aspen, una organización sin fines de lucro. 

Los hombres sin títulos de universidad tienen mejor acceso a trabajos que solamente requieren un diploma de secundaria y ofrecen buena recompensa económica pero son físicamente exigentes, como la soldadura y la construcción. Esos trabajos pueden impedir que vayan a la universidad o, si terminan yendo, alejarlos de sus estudios y hacer más probable que abandonen la escuela.

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Expertos sugieren otras razones que explican la disparidad en los índices de graduación entre los papás que estudian y sus compañeros de clase. Son menos las ocasiones en las que los papás que estudian son incorporados a programas diseñados para padres de familia, también puede que se sientan menos cómodos solicitando ayuda (como tiempo libre cuando los niños están enfermos). Y si llegan a pedirlo, es menos probable que lo reciban.

Algunos expertos creen que los problemas que enfrentan los papás para graduarse son culturales y están vinculados a las razones por las que los hombres tienen menos probabilidades que las mujeres de asistir a la universidad. 

“A los hombres se les inculca que tienen que ser los proveedores: que deben mantener a su pareja y su familia”, dijo Castillo. “Es muy difícil para los hombres aceptar una reducción de sueldo”.

Adrian Huerta, profesor asistente de educación en la Universidad del Sur de California, ha llegado a una conclusión parecida.

“Uno de los asuntos principales es la presión familiar, esa presión social de ser el que provee”, dijo. “Así es que la educación pasa a segunda o tercera o cuarta prioridad después de todo lo demás”.

Huerta ha investigado a los padres de familia que asisten a universidades e institutos superiores comunitarios en California, y ha encontrado que varios hombres aseguran no haber solicitado servicios de apoyo por el estigma de la pobreza.

“No le estaba dedicando tiempo a mi hijo”

Esa presión social fue uno de los motivos por los que a Jesús Benítez se le hizo difícil terminar la universidad. Dejó la escuela secundaria a los 17 años tras convertirse en padre. A los 18 años, era padre soltero.

Durante su crianza en El Bronx, Benítez dedicaba mucho tiempo a cuidar a sus hermanos menores debido a lo mucho que trabajaba su madre. Empezó a ver esa misma dinámica con su propio hijo.

Benítez y su hijo frente al Lago Hudson, tras un paseo por el parque.
Benítez y su hijo frente al Lago Hudson, tras un paseo por el parque.YUNUEN BONAPARTE / The Hechinger Report

“Estaba trabajando demasiado y no le estaba dedicando tiempo a mi hijo”, afirmó. “Y decidí volver a la escuela”.

Benítez completó su diploma de equivalencia general (GED, por sus siglas en inglés) por medio de la academia de paternidad de CUNY (CUNY Fatherhood Academy), un programa de la Universidad de la Ciudad de Nueva York dirigido a padres latinos y negros. Los mentores del programa lo motivaron a conseguir su diplomado en el LaGuardia Community College en Queens, donde comenzó la Academia de Paternidad.

“Me animaron a tener una visión más amplia. Decidí que debía ir a la universidad, y fue porque tenía un equipo apoyándome. De lo contrario, no creo que lo hubiera hecho”. 

Benítez trabajó tiempo completo en el campus mientras asistía a LaGuardia y luego al City College en Manhattan. Hubo un momento en el que tomó un descanso de la escuela y ponderó abandonar sus estudios.

“Me crié en la calle, entonces estando en la universidad pensaba: ¿qué estoy haciendo aquí? No debería estar en este salón con todos estos intelectuales. Pensaba que estaba perdiendo dinero y que debería estar trabajando”, recuerda.

Pero esos mismos mentores que exhortaron a buscar un título al principio le brindaron apoyo cuando pensaba darse por vencido. 

“Salieron a buscarme y me trajeron de vuelta a la escuela”, dijo Benítez. “Si no me hubiesen ayudado de forma constante cuando les era posible, no creo que habría terminado”.

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La Academia de Paternidad es uno de los pocos programas del país dirigidos a padres que estudian. Prepara a los hombres con hijos para los exámenes de equivalencia de secundaria y la universidad con clases, instrucción particular, consejería y seminarios sobre la crianza de los hijos. El programa también proporciona estipendios semanales.

Uno de los aspectos más poderosos de la Academia de Paternidad, según Raheem Brooks –quien dirige el programa en LaGuardia– es que reúne a los papás para que conversen. 

“Muchos de nuestros muchachos, si realizamos una encuesta, no tuvieron a sus papás en sus vidas o, si tenían, eran padres que no estaban muy involucrados”, asegura Brooks. “Ellos no quieren continuar con ese legado dañino: quieren empoderar a sus hijos y participar en sus vidas”.

Un promedio de 77% de los estudiantes finaliza el programa. Cuando lo abandonan, dice Brooks, es para aceptar trabajos sin futuro.“La historia en realidad nos dice y nos ha condicionado a creer que ese es el valor de un padre muchas de las veces: solo ser la persona que produce el dinero”, añade.

El apoyo del programa le permitió a Benítez graduarse seis años después de que se matriculó en un community college por primera vez. Obtuvo una licenciatura en filosofía en mayo de 2020. Ahora es mentor en el programa y consejero de padres en el Instituto Aspen. 

Shakur Burden, estudiante del LaGuardia Community College, estudia para convertire en trabajador social, a la vez que cría a su hijo y trabaja. Se enteró de la Academia de Paternidad por un folleto en su oficina de libertad condicional.

El programa “me dio una familia, una hermandad que jamás había visto”, señala. “[La Academia de] Paternidad me dio un sentido de pertenencia que nunca había sentido. Velan por ti”.

La iniciativa forma parte de la misión social de la institución, de modo que es mucho más que una herramienta de reclutamiento, según Kenneth Adams, presidente de LaGuardia. 

“Hay una misión de servicio comunitario más amplia”, dijo Adams. “Tenemos una obligación de servir a Queens –en términos más generales, a la ciudad, pero definitivamente a Queens– en formas que van más allá de reclutar estudiantes para nuestros programas de licenciatura”.

El Morehouse College, históricamente una institución para jóvenes negros en Atlanta, también ha experimentado con darle apoyo a los papás que estudian. En el último año, su programa Fathers to the Finish Line (Padres rumbo a la meta) ha apoyado a tres estudiantes hasta su graduación con apoyo económico y orientación. La escuela está expandiendo el programa para incluir a quienes lo necesiten aunque no estén criando hijos.

Ayudar a los papás a graduarse, dicen expertos, implica más que ayudar a algunos individuos. Cuando los papás van a la escuela, es más probable que puedan ganar sueldos que les permitan mantener a sus familias. También aumentan las posibilidades de que sus hijos vayan a la universidad. Eso luego puede ser un estímulo para la economía.

De no crear programas como la Academia de Paternidad, las universidades que quieran mejorar los índices de graduación de padres que estudian pueden expandir el cuidado infantil en el campus, otorgar más becas para padres de familia, reconsiderar políticas sobre la presencia de niños en salones de clases y oficinas, recopilar más datos y crear más espacios para niños en lugares compartidos como las bibliotecas.

Pero los padres que estudian creen que el primer paso es simplemente recordarle a la gente que existen.

Este artículo sobre los padres que estudian fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación. Lea sus otros artículos en español.