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Las reposesiones de autos por impago aumentan en EE.UU., dejando a miles de familias sin transporte

“Quienes están sufriendo del embargo de sus autos (a manos de los bancos) son personas que podían permitirse pagos de 500 o 600 dólares mensuales hace dos años, pero están enfrentando un encarecimiento del costo de vida”, dice un experto.

Por Shannon Pettypiece — NBC News

Un número cada vez mayor de estadounidenses se están retrasando en pagar las cuotas mensuales de sus automóviles, en medio del aumento de los precios de los vehículos, la subida de los intereses y la prolongada inflación.

¿El resultado?: muchos bancos están embargando esos autos, dejando a miles de familias sin medios de transporte para ir al trabajo o la escuela.

Las reposesiones de autos se redujeron al principio de la pandemia, cuando los estadounidenses recibieron los cheques de estímulo y los bancos perdonaron la tardanza de los pagos. Pero en los últimos meses, el número de personas rezagadas ha aumentado a los altísimos niveles vistos en 2019, según datos de la agencia crediticia Fitch.

Analistas del sector temen que esta tendencia continúe en 2023, cuando se prevé un aumento del desempleo, una inflación alta y menos posibilidades de ahorrar dinero.

Un número creciente de consumidores están teniendo que pagar más para mantener un vehículo: el pago mensual promedio de la letra de un automóvil nuevo ha aumentado un 26% desde 2019 hasta alcanzar los 718 dólares, y casi uno de cada seis compradores nuevos está gastando más de 1,000 dólares al mes en sus autos.

Otros costes asociados a mantener un coche también se han disparado, como el seguro, la gasolina y las reparaciones.

“Quienes están sufriendo del embargo de sus autos son personas que podían permitirse pagos de 500 o 600 dólares al mes hace dos años, pero ahora su vida se ha encarecido”, afirmó Ivan Drury, del sitio de venta de autos Edmunds.

"Una tormenta perfecta"

Quienes trabajan para los bancos y se ocupan de llevarse los autos de aquellos que se atrasaron en los pagos están teniendo una temporada activa.

Jeremy Cross, presidente de International Recovery Systems, una firma de Pennsylvania especializada en reposesiones, dice que la cantidad de embargos por hacer supera la capacidad de sus empleados.

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“Ahora mismo hay una tormenta perfecta”, dijo Cross. “En los dos últimos años, los precios de los vehículos se inflaron porque no había oferta de coches nuevos, la gente siguió comprando como loca porque tenía mucho dinero y puntuaciones de crédito infladas, así que eso ha sido una receta para el desastre”.

Al mismo tiempo, el número de empresas dedicadas a la reposesión se ha reducido en un 30%, ya que muchas cerraron. Ahora, contó, los bancos le están pagando a su empresa más dinero por recuperar sus autos primero. 

Si la economía se deteriora más en 2023, como prevén muchos economistas, el número de consumidores retrasados en los pagos de su coche puede que siga aumentando, incluso cuando los consumidores tiendan a dar prioridad a este gasto por encima de otras facturas.

La crisis financiera ha sido especialmente difícil para los consumidores de bajos ingresos que buscan vehículos económicos, especialmente difíciles de encontrar. En el pasado, estos compradores habrían adquirido un coche usado por entre 7,000 y 15,000 dólares, pero ahora tienen que desembolsar entre 20,000 y 25,000 dólares por el mismo tipo de vehículo.

Otro riesgo para las finanzas de los compradores de automóviles es la creciente duración de los préstamos para automóviles, muchos de los cuales ahora superan los siete años.

Si bien esos préstamos a más largo plazo pueden reducir los pagos mensuales en medio de precios más altos, los consumidores corren el riesgo de pagar el préstamo mucho más lentamente de lo que se deprecia el automóvil, dejándolos en una mala posición si necesitan vender el vehículo. Préstamos más largos también suponen un mayor coste de los intereses a lo largo de la vida del préstamo.

Es poco probable que haya un alivio el año que viene para quienes buscan comprar un auto, pues se prevé que las tasas de interés para estos préstamos sigan siendo altas, a la vez que continúan los cierres de fábricas y la escasez de materiales por el coronavirus, lo cual afecta la cantidad de inventario y los precios.