Revlon, la firma multinacional de productos de belleza creada hace 90 años, solicitó este jueves la declaración de bancarrota, agobiada por las deudas, los trastornos en su red de suministro, y el aumento vertiginoso de los costos.
La empresa, con sede en Nueva York, dijo que, tras la aprobación de la quiebra por un tribunal, espera recibir 575 millones de dólares de financiación de sus prestamistas para mantener sus operaciones.
“[Eso] permitirá a Revlon ofrecer a los consumidores sus productos [...] al tiempo que proporciona un camino más claro de crecimiento futuro”, dijo Debra Perelman, su presidenta y directora desde 2018.
Su padre, el multimillonario Ron Perelman, respalda la empresa a través de MacAndrews & Forbes, que la adquirió mediante una compra hostil a fines de los años 1980. Revlon salió a bolsa en 1996.
Perelman afirmó que la demanda de sus productos sigue siendo fuerte, pero que su “desafiante estructura de capital” ofrecía una capacidad limitada para sortear los problemas macroeconómicos.
De todas las subsidiarias de Revlon en funcionamiento, solo las de Canadá y el Reino Unido están incluidas en el proceso. La solicitud se presentó en una corte federal de quiebras de Nueva York.
Con marcas como Almay o Elizabeth Arden, Revlon ha sido un pilar en las estanterías de las tiendas de belleza durante décadas. Pero en los últimos años hizo frente a una fuerte deuda, una competencia más dura, y a su aparente incapacidad para seguir el ritmo de los cambios en los gustos de belleza.
La empresa tardó en adaptarse al cambio de los cosméticos de colores brillantes, como el lápiz labial rojo, a tonos más apagados a partir de la década de 1990. Revlon también se enfrentó a la creciente competencia, no sólo de empresas como Procter & Gamble, sino también, más recientemente, de líneas de celebridades como Kylie Jenner, que no tienen que invertir mucho en marketing debido a su enorme número de seguidores en redes.
Los problemas de Revlon se intensificaron con la pandemia, que afectó a las ventas de lápiz de labios, con el creciente uso de la mascarilla. Las ventas cayeron un 21% hasta los 1,900 millones de dólares en 2020, pero repuntaron un 9.2% hasta los 2,080 millones de dólares en 2022, cuando los compradores volvieron a las rutinas anteriores a la pandemia.
En el último trimestre que terminó en marzo, las ventas aumentaron casi un 8%. La empresa evitó la quiebra a finales de 2020 convenciendo a suficientes tenedores de bonos para que prorrogaran su deuda vencida.
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En los últimos meses, Revlon, al igual que muchas otras empresas, ha experimentado problemas en su cadena de suministro y un aumento de los costes. La empresa dijo en marzo que los problemas logísticos afectaban a su capacidad para satisfacer los pedidos de los clientes. También dijo que se vio obstaculizada por el aumento de los precios de los ingredientes y la escasez de mano de obra.
Se trata de un gran cambio respecto al apogeo de Revlon durante gran parte del siglo XX, cuando era la segunda empresa de cosméticos por ventas, sólo por detrás de Avon. Ahora es la número 22, según una reciente clasificación de la revista de moda WWD.
La empresa alcanzó muchos hitos en su apogeo. En 1970, Revlon se convirtió en la primera empresa de belleza en presentar a una modelo negra, Naomi Sims, en su publicidad. En la década de 1980, Revlon causó un gran revuelo con su campaña de supermodelos, en la que aparecían modelos como Iman, Claudia Schiffer, Cindy Crawford y Christy Turlington, fotografiadas por Richard Avedon. Su icónico eslogan prometía hacer a las mujeres “inolvidables”.
Durante una entrevista con la agencia de noticias The Associated Press el pasado otoño, Perelman dijo que era optimista sobre el futuro. A medida que las mujeres se aventuran, las ventas de maquillaje de Revlon repuntan. Dijo que la empresa también aprovechó la crisis sanitaria como una oportunidad para redoblar las inversiones en línea. Durante la pandemia, Elizabeth Arden lanzó consultas virtuales individuales, por ejemplo.
La empresa declaró activos y pasivos por valor de entre 1,000 y 10,000 millones de dólares, según una declaración.