Por Paul Wiseman - The Associated Press
La economía estadounidense creció a un ritmo anual del 2.9% entre octubre y diciembre, cerrando 2022 con impulso pese al alza de las tasas de interés y el temor generalizado a una recesión inminente.
El Producto Interior Bruto (PIB) del país, el indicador más importante de la producción económica, se desaceleró el trimestre pasado respecto a la tasa de crecimiento anual del 3.2% que había registrado de julio a septiembre, de acuerdo con las estimaciones publicadas este jueves por el Departamento de Comercio.
Para el conjunto de 2022, el PIB creció un 2.1%, tras el 5.9% en 2021.

La mayoría de expertos creen que la economía se frenará aún más en el primer trimestre de 2023 y entrará en recesión, al menos leve, a mediados de año. Pero el pasado trimestre se vio sostenida por la resistencia del consumo y la reposición de suministros de empresas.
El gasto del Gobierno federal también contribuyó a estimular el PIB. Sin embargo, la subida de las tasas de interés perjudicó al sector inmobiliario, y la inversión en vivienda se desplomó a un ritmo anual del 27% por segundo trimestre consecutivo.
La desaceleración prevista de la economía en los próximos meses es una consecuencia de la agresiva serie de subidas de tasas de la Reserva Federal (Fed), que pretenden reducir el la inflación récord.
El banco central aumentó siete veces su tasa de referencia en 2022 y la próxima semana volverá a hacerlo, aunque en menor medida.
La resistencia del mercado laboral ha sido una gran sorpresa en esta coyuntura. El año pasado se crearon 4.5 millones de empleos, una cifra solo superada por los 6.7 millones de 2021, según los registros del Gobierno desde 1940. Y la tasa de desempleo del mes pasado, que se situó en 3.5%, igualó su nivel más bajo en 53 años.
Pero los buenos tiempos para los trabajadores no durarán mucho. A medida que la subida de los tasas encarezca los préstamos y el gasto en toda la economía, muchos consumidores gastarán menos y los empresarios probablemente reducirán la contratación.
“Los datos recientes sugieren que el ritmo de expansión podría ralentizarse bruscamente a medida que se afiancen los efectos de la política monetaria restrictiva”, afirmó Rubeela Farooqi, economista de la firma High Frequency Economics. “Desde la perspectiva de la Fed, una desaceleración económica será buena noticia”, agregó.
El gasto de los consumidores, que alimenta alrededor del 70% de la economía, aumentó a un robusto ritmo anual del 2.1% entre octubre y diciembre, ligeramente por debajo del 2.3% del trimestre anterior.
Las cifras más recientes, incluida una caída del 1.1% en las ventas al por menor en diciembre, indican que los consumidores han empezado a replegarse. "Eso sugiere que las tasas más altas están empezando a tener impacto y preparan el terreno para un crecimiento más débil en el primer trimestre de este año”, explicó Andrew Hunter, economista de Capital Economics.
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Los economistas de Bank of America calculan que el crecimiento se ralentizará hasta una tasa anual del 1.5% en el trimestre enero-marzo y que se contraerá el resto del año: un 0.5% en el segundo trimestre, un 2% en el tercero y un 1.5% en el cuarto.
La Fed ha respondido así a una inflación que se mantiene alta a pesar de que se ha ido relajando gradualmente. En junio, la inflación tocó 9.1%, el nivel más alto en más de 40 años. Desde entonces se ha enfriado -hasta el 6.5% en diciembre-, pero sigue estando muy por encima del objetivo del 2% anual de la institución.
"La economía estadounidense no está cayendo por un precipicio, pero está perdiendo vigor y corre el riesgo de contraerse a principios de año”, subrayó Sal Guatieri, economista de BMO Capital Economics. “Eso debería limitar a la Fed a sólo otras dos pequeñas subidas de tasas en los próximos meses”, opinó.
La política representa una amenaza adicional para la economía este año: la bancada republicana de la Cámara de Representantes podría negarse a elevar el límite de endeudamiento federal si el Gobierno de Joe Biden rechaza su demanda de realizar amplios recortes del gasto. No elevar dicho límite impediría a la Administración hacer frente a todas sus obligaciones y podría hacer añicos su crédito.
La consultora Moody’s Analytics calcula que todo ello podría resultar en la destrucción de casi seis millones de empleos, en un contexto similar a la recesión de la crisis financiera de 2007-2009.
Aún así, es probable que la economía comience el año con una base más firme que a principios de 2022. El año pasado, la economía se contrajo a un ritmo anual del 1.6% entre enero y marzo, y otro 0.6% entre abril y junio. Estos dos trimestres consecutivos de retroceso económico hicieron temer el inicio de una recesión. Sin embargo, la economía recobró fuerza durante el verano, impulsada por la resistencia del consumo y el aumento de las exportaciones.