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"Fue una locura": Florida sigue rescatando a víctimas del huracán Ian

“El agua seguía golpeando la casa y veíamos cómo los barcos y las casas pasaban volando”, contó un residente de Pine Island mientras luchaba por contener las lágrimas.

Por Rebecca Santana y Meg Kinnard — The Associated Press

Decenas de residentes de Florida abandonaron el sábado sus casas, inundadas y hechas pedazos, por barco y por aire mientras los rescatistas seguían buscando supervivientes del paso del huracán Ian y las autoridades de las Carolina hacían balance de sus pérdidas.

La cifra de víctimas mortales de la tormenta, uno de los huracanes más fuertes por la velocidad de los vientos que ha azotado a Estados Unidos, aumentó a más de 70, con 73 muertes confirmadas en Florida, cuatro en Carolina del Norte y tres en Cuba. La tormenta se disolvió el sábado en Virginia, pero no antes de arrasar durante días puentes y muelles, lanzar enormes barcos contra edificios y arrancar techos, dejando a cientos de miles de personas sin luz.

La mayor parte de las muertes en Florida fueron por ahogamiento durante la tormenta, pero otras se debieron a las trágicas secuelas de Ian. Una pareja de ancianos falleció al quedar sin electricidad y apagarse sus máquinas de oxígeno, según las autoridades locales.

Una casa en Pine Island cuyo residente se quedó en la tormenta y se encuentra desaparecido.
Una casa en Pine Island cuyo residente se quedó en la tormenta y se encuentra desaparecido. Gerald Herbert / AP

Más de 1,000 personas habían sido rescatadas hasta el sábado en las zonas inundadas en la costa suroeste de Florida, dijo Daniel Hokanson, general de cuatro estrellas y jefe de la Guardia Nacional.

La Casa Blanca anunció que el presidente, Joe Biden, y la primera dama, Jill Biden, viajarían a Florida el miércoles.

Chris Schnapp estaba el sábado en el puerto deportivo de Sanibel, en Fort Myers, esperando ver si su suegra de 83 años había sido evacuada de la isla de Sanibel. Un barco llegó cargado de pasajeros de la isla —con maletas y animales a cuestas— pero la suegra de Schnapp no estaba entre ellos.

“Se quedó en la isla. Mi cuñado y mi cuñada tienen dos negocios allí. Fueron evacuados. Ella no quería ir”, dijo Schnapp. Ahora, agregó, no estaba segura de si su suegra seguía en la isla o había sido llevada a un refugio en algún lugar.

En Pine Island, la mayor isla de barrera de la costa del Golfo de Florida, las casas quedaron reducidas a pedazos y los barcos llenaron las carreteras mientras un grupo de rescate voluntario iba de puerta en puerta preguntando a los residentes si querían ser evacuados. La gente describió el horror de estar atrapados en sus casas mientras el agua seguía subiendo.

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“El agua seguía golpeando la casa y veíamos cómo los barcos y las casas pasaban volando”, contó Joe Conforti mientras luchaba por contener las lágrimas. Si no hubiera sido por su mujer, que les sugirió que se subieran a una mesa para evitar la subida del agua, no habría sobrevivido: “Empecé a perder la sensibilidad, porque cuando el agua está en tu puerta y te salpica y ves lo rápido que se mueve, no hay forma de sobrevivir a eso”, relató

La crecida del río supuso en ocasiones un reto para los esfuerzos de rescate y entrega de suministros. El Myakka arrastró un tramo de la Interestatal 75, obligando a cerrar la autopista durante un tiempo. El corredor clave une Tampa al norte con la región del suroeste de Florida, duramente afectada, que se extiende a lo largo de Port Charlotte y Fort Myers. Más tarde, el sábado, los funcionarios estatales dijeron que los niveles de agua habían disminuido lo suficiente como para que la I-75 pudiera reabrirse por completo.

Aunque la subida de las aguas en los ríos del suroeste de Florida ha llegado a su cresta o está a punto de hacerlo, no se espera que los niveles bajen significativamente durante días, dijo el meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional Tyler Fleming en Tampa.

La isla de Pawleys, en Carolina del Sur, una comunidad costera a unas 75 millas de Charleston, fue uno de los lugares más afectados. Al menos la mitad de la isla quedó sin electricidad el sábado.

Eddie Wilder, que lleva más de seis décadas viniendo a Pawleys Island, dijo que la tormenta del viernes fue “una locura” y que olas de hasta 25 pies (7.6 metros) arrasaron el muelle local, un punto de referencia icónico.

“Vimos cómo golpeaba el muelle y cómo desaparecía”, dijo Wilder, cuya casa a 30 pies por encima del océano permaneció seca en su interior. “Lo vimos desmoronarse y flotar con una bandera”, contó.

El muelle de Pawleys fue uno de los cuatro que quedaron destruidos en la costa de Carolina del Sur por los vientos y la lluvia. Mientras tanto, el canal intracostero estaba sembrado de los restos de varias casas-barco arrancadas de sus pilares.

John Joseph, cuyo padre construyó la casa de playa de color beige de su familia en 1962, dijo el sábado que estaba encantado de volver de Georgetown, que recibió un impacto directo. Encontró su casa de Pawleys Island totalmente intacta.

“Gracias a Dios estas paredes siguen aquí, y nos sentimos muy bendecidos de que esto sea lo peor”, dijo sobre la arena que había pasado por debajo de su casa. “Lo que pasó en Florida —Dios nos bendiga—, si hubiéramos tenido una categoría 4, yo no estaría aquí”.

En Carolina del Norte, la tormenta se cobró cuatro vidas y derribó en su mayoría árboles y líneas eléctricas, dejando a más de 280,000 personas en todo el estado sin electricidad en un momento dado el sábado por la mañana, dijeron las autoridades. Los cortes se redujeron bruscamente horas más tarde, después de que las cuadrillas trabajaran para restablecer la energía.

Dos de las muertes en Carolina del Norte se debieron a choques de vehículos relacionados con la tormenta, mientras que las autoridades dijeron que un hombre se ahogó cuando su camión se precipitó a un pantano y otro murió por intoxicación con monóxido de carbono de un generador en un garaje.

En el puerto de Sanibel, en Fort Myers, el capitán de un barco de alquiler, Ryan Kane, inspeccionó el sábado los daños sufridos por dos embarcaciones. La marejada empujó varias embarcaciones y un muelle hacia la costa. Afirmó que la embarcación de su propiedad estaba destrozada, por lo que no podía utilizarla para ayudar a rescatar a la gente. Ahora, pasará mucho tiempo antes de que vuelva a fletar clientes para la pesca, añadió.

“Hay un agujero en el casco. Ha entrado agua en los motores. Le entró agua a todo”, dijo, y añadió: “Se supone que los barcos están en el agua, no en los aparcamientos”.