Por Mehmet Guzel, Ghaith Alsayed y Suzan Fraser — The Associated Press
Tras más de dos días desde el mortífero terremoto de magnitud 7.8 en Turquía y Siria (y sus múltiples réplicas), los equipos de rescate siguen trabajando a contrarreloj para encontrar a más sobrevivientes entre los escombros de miles de edificios derrumbados. Pero las temperaturas gélidas y las réplicas complican las labores de rescate y el número de muertos sigue aumentando. Este miércoles se registraron más de 11,700 fallecidos, lo que convierte el sismo en el más mortífero en más de una década, desde que uno desencadenó un tsunami en Japón en 2011 que mató a casi 20,000 personas.
El número de muertos ha alcanzado los 11,719 y se espera que siga aumentando, según reportó la cadena NBC News.
En Turquía, al menos 9,057 personas fallecieron y 40,910 resultaron heridas, dijo la Autoridad de Gestión de Desastres de Turquía este miércoles. Al menos 8,000 personas han sido rescatadas con vida de entre los escombros, según declaró el martes el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
En Siria, han muerto en total 2,662 personas, según las autoridades. El Ministerio de Sanidad informó de al menos 1,262 muertos y 2,285 heridos en las zonas controladas por el Gobierno, mientras que en las zonas controladas por los rebeldes se registraron al menos 1,400 muertos y más de 2,700 heridos, según los Cascos Blancos.

Turquía cuenta ya con unos 60,000 socorristas en la zona afectada por el sismo, pero la devastación es tan generalizada que muchos siguen esperando ayuda. En medio de llamamientos para que el Gobierno envíe más ayuda a la zona del desastre, Erdogan viajó el miércoles a la ciudad de Pazarcik, epicentro del sismo, y a la provincia de Hatay, la más afectada.
El mandatario, que se presenta a elecciones en mayo, admitió que su Gobierno tuvo problemas en la respuesta inicial al devastador terremoto pero afirmó que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar
“¿Dónde están las tiendas, dónde están los camiones de comida?”, cuestionó Melek, de 64 años, en Antakya, y añadió que no había visto ningún equipo de rescate. “Hemos sobrevivido al terremoto, pero aquí moriremos de hambre o de frío”.
Dos días después de los terremoto de magnitud 7.8 y 7.5 que sacudieron el sureste de Turquía y el norte de Siria, los equipos de rescate sacaron a un niño de 3 años, Arif Kaan, de entre los escombros de un edificio de apartamentos derrumbado en Kahramanmaras, una ciudad turca no muy lejos del epicentro.
Con la parte inferior del cuerpo del niño atrapada bajo losas de cemento y barras de refuerzo retorcidas, los equipos de emergencia le colocaron una manta sobre el torso para protegerlo de las temperaturas bajo cero mientras le retiraban con cuidado los escombros, conscientes de la posibilidad de provocar otro derrumbe.
El padre del niño, Ertugrul Kisi, que había sido rescatado antes, sollozaba mientras sacaban a su hijo y lo subían a una ambulancia.
“Por ahora, el nombre de la esperanza en Kahramanmaras es Arif Kaan”, proclamó un reportero de la televisión turca mientras se retransmitía al país el dramático rescate.
Pocas horas después, los equipos de rescate sacaron a Betul Edis, de 10 años, de entre los escombros de su casa en la ciudad de Adiyaman, Turquía. Entre los aplausos de los espectadores, su abuelo la besó y le habló en voz baja mientras la subían a una ambulancia.
Pero las temperaturas gélidas y las réplicas complican las labores de rescate. Los equipos de búsqueda de más de dos decenas de países se unieron al personal de emergencia turco, y las promesas de ayuda llegaron a raudales.
Con la devastación extendida por varias ciudades y pueblos —algunos aislados por el actual conflicto sirio—, las voces que clamaban entre los montones de escombros se silenciaron y la desesperación creció entre quienes seguían esperando ayuda.
En Siria, el temblor derribó miles de edificios y amontonó más miseria en una región asolada por los 12 años de guerra civil y la crisis de refugiados.
El lunes por la tarde, en una ciudad del noroeste de Siria, los vecinos encontraron a una recién nacida llorando y todavía unida por el cordón umbilical a su madre fallecida. La bebé era el único miembro de su familia que había sobrevivido al derrumbe de un edificio en la pequeña localidad de Jindires, según dijeron sus parientes a la agencia de noticias The Associated Press.
Turquía acoge a millones de refugiados de la guerra. La zona afectada en Siria está dividida entre el territorio controlado por el Gobierno y el último enclave del país en manos de la oposición, donde millones de personas dependen de la ayuda humanitaria.
[El terremoto agrava el sufrimiento de los desplazados sirios]
Hasta 23 millones de personas podrían verse afectadas en la región azotada por el terremoto, según Adelheid Marschang, oficial superior de emergencias de la Organización Mundial de la Salud, que la calificó de “crisis sobre múltiples crisis”.
Muchos sobrevivientes en Turquía han tenido que dormir en coches, a la intemperie o en refugios del Gobierno.
“No tenemos tienda de campaña, no tenemos estufa, no tenemos nada. Nuestros hijos están muy mal. Todos nos estamos mojando bajo la lluvia y nuestros hijos están a la intemperie”, declaró a AP Aysan Kurt, de 27 años. “No morimos de hambre ni por el terremoto, pero moriremos congelados por el frío”.
Erdogan dijo que 13 millones de los 85 millones de habitantes del país se vieron afectados, y declaró el estado de emergencia en 10 provincias. Unas 380,000 personas se han refugiado en albergues gubernamentales u hoteles, según las autoridades.
En Siria, los esfuerzos de ayuda se han visto obstaculizados por la guerra en curso y el aislamiento de la región fronteriza en manos de los rebeldes, rodeada por las fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia. La propia Siria es un paria internacional bajo las sanciones occidentales relacionadas con la guerra. Las Naciones Unidas declararon que estaban “explorando todas las vías” para hacer llegar suministros al noroeste en poder de los rebeldes.
La región se asienta sobre importantes fallas geológicas y se ve sacudida con frecuencia por terremotos. Unas 18,000 personas murieron en terremotos de la misma intensidad que sacudieron el noroeste de Turquía en 1999.