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Cómo la crisis climática nos enferma más: las inundaciones, el calor y la sequía agravan el riesgo de casi 220 infecciones

Una investigación revela que hay un mayor riesgo de enfermedades por situaciones como desplazamiento de animales e insectos por el calentamiento global. “Estamos golpeando a la naturaleza, pero la naturaleza nos está devolviendo el golpe”, dice un experto.

Por Aria Bendix y Evan Bush — NBC News

El profesor Camilo Mora siente los impactos del cambio climático en sus rodillas. 

Durante una visita a su Colombia natal en 2014, las fuertes lluvias provocaron las peores inundaciones que su ciudad había visto en décadas y aumentaron la población de mosquitos. Uno de estos mosquitos picó a Mora, y le transfirió el virus del chikungunya, por lo que se convirtió en paciente durante un brote sin precedentes en la región. 

Todavía le duelen las articulaciones y culpa al calentamiento del planeta de su malestar.

En un estudio publicado el lunes, Mora y sus colegas de la Universidad de Hawaii examinaron decenas de miles de estudios para analizar el impacto global del cambio climático en las enfermedades infecciosas que afectan a los seres humanos.

Determinaron que casi 220 enfermedades infecciosas —el 58% del total estudiado— se habían convertido en una amenaza mayor debido a los riesgos climáticos. 

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“Los sistemas han evolucionado durante millones de años y ahora los humanos han llegado y han cambiado las cosas”, dijo Mora, “estamos golpeando a la naturaleza, pero la naturaleza nos está devolviendo el golpe”.

El estudio, que analizó más de 3,200 reportes científicos, es uno de los exámenes más exhaustivos del impacto global del cambio climático en las enfermedades de todo el mundo. 

“Sólo en el pasado reciente de la investigación sobre enfermedades infecciosas nos centramos realmente en el cambio climático como impulsor de las enfermedades infecciosas”, aseguró Jessica Leibler, epidemióloga ambiental de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston que no participó en la investigación.

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Pacientes descansan en camas dispuestas dentro de una sala de dengue improvisada en un hospital de Lahore el 17 de octubre de 2021.ARIF ALI / AFP via Getty Images

El 58% “parece una cifra realmente alta”, alertó, “pero refleja la realidad de que las enfermedades infecciosas están impulsadas por lo que ocurre en nuestro entorno”.

La investigación no está exenta de limitaciones. Los científicos suelen tener dificultades para cuantificar en qué medida el cambio climático contribuye a los brotes de enfermedades, ya que se trata de un proceso indirecto. 

Los peligros climáticos también disminuyeron algunos impactos de las enfermedades infecciosas. Para el 16% de las enfermedades, estos peligros redujeron el impacto de las dolencias o produjeron resultados mixtos.

Los riesgos climáticos acercan a personas y animales

Cuando Mora y su equipo examinaron los efectos de 10 peligros climáticos sobre 375 enfermedades infecciosas, encontraron más de 1,000 formas en las que el cambio climático estimulaba la transmisión de enfermedades. El aumento de las temperaturas fue el mayor impulsor de las enfermedades patógenas, seguido de las precipitaciones, las inundaciones y la sequía.  

En la mayoría de los casos, las enfermedades infecciosas se transmiten a los humanos a través de animales como mosquitos, serpientes, aves o roedores. 

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Los topillos, por ejemplo, dependen de la capa de nieve para su hábitat invernal, dijo Mora. Pero la disminución de esta ha hecho que estas criaturas busquen refugio en las casas de las personas, donde se ha documentado que transmiten el hantavirus.

“El clima impulsa el cambio y la alteración del hábitat en todo el mundo. Eso también hace que los humanos entren en contacto con especies animales de formas en las que no estábamos acostumbrados históricamente, o no lo hemos estado en el pasado reciente”, dijo Leibler. “Nuestra reciente pandemia es un ejemplo hasta el punto de que la hipótesis principal es que los murciélagos podrían haber desempeñado un papel”, agregó.

El aumento de las temperaturas también ha incrementado los rangos de hábitat de criaturas como garrapatas, pulgas y mosquitos, aumentando la huella de infecciones como el virus del Nilo Occidental, el Zika y el dengue.

“Los mosquitos son, obviamente, los grandes causantes de una enorme mortalidad a nivel internacional”, dijo Leibler.

Otras enfermedades relacionadas con el clima se propagan directamente a los seres humanos a través de los alimentos, el agua o el aire.

Los patógenos fecales como la E. coli o la salmonela, por ejemplo, pueden entrar en el agua potable tras una inundación o un huracán, y el aumento de las temperaturas puede aumentar sus posibilidades de supervivencia.

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“Hay muchas pruebas de que, a medida que aumentan las temperaturas, es más probable que distintos tipos de patógenos estén presentes en el agua potable en todo el mundo”, dijo Leibler.

Los riesgos climáticos incluso ejercen una presión directa sobre el cuerpo humano y hacen que las personas sean más vulnerables a las infecciones.

“Lo que ocurre con los países que se calientan, en particular, es que la sequía, al socavar la nutrición y aumentar la desnutrición, compromete la capacidad de nuestro cuerpo para luchar contra las infecciones”, dijo Amir Sapkota, profesor de epidemiología y bioestadística del Instituto de Salud Ambiental Aplicada de Maryland. Sapkota no participó en la investigación.

Mora dijo que las olas de calor podrían estar empujando a algunos virus, a través de la selección natural, a tolerar temperaturas más altas. Eso es una mala noticia, aseguró, porque una de las armas clave del cuerpo humano contra un invasor viral es el calor de la fiebre. 

Los científicos se preocupan por una “caja de Pandora” de nuevos patógenos 

El estudio de Mora también suscita preocupación por la posibilidad de que se propaguen nuevas enfermedades.

En el Círculo Polar Ártico, por ejemplo, los antiguos patógenos presentes en los cuerpos de los animales congelados bajo el permafrost han comenzado a resurgir con algunos efectos desagradables. A través de un análisis genético, los científicos rastrearon un brote de ántrax en 2016 en Siberia a animales prehistóricos enterrados expuestos durante una ola de calor. 

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“El derretimiento del permafrost puede exponer patógenos que están congelados en el tiempo”, explicó Sapkota. “ni siquiera tenemos idea de cuáles son y cómo serían si nos infectaran hoy”.

Mora dijo que es posible que el aumento de las temperaturas en el Ártico abra una “caja de Pandora” de nuevos patógenos para los que los sistemas inmunitarios humanos no han estado expuestos.

Los científicos también están preocupados por la posibilidad de que nuevos virus pasen de los animales a los humanos.

Con la sequía, los animales empiezan a desplazarse por zonas más amplias en busca de alimento, lo que da lugar a lo que llamamos “desbordamiento viral”, explica Sapkota. “Lo mismo ocurre con los humanos que invaden su zona”.

El estudio de Mora descubrió que algunas criaturas portadoras de enfermedades son cada vez más frecuentes o desarrollan nuevas ventajas en un mundo más cálido. Por eso, los científicos afirman que es importante aumentar la vigilancia en las zonas donde interactúan estrechamente humanos y animales.

“Una pregunta que me viene a la mente es: ¿Y si ese nuevo evento de propagación viral es algo muy singular?” dijo Sapkota. “¿Si fuera tan eficiente como el coronavirus en términos de propagación de una persona a otra, pero tan eficiente como el virus del Ébola en términos de matar a la gente?”, concluyó.