“Valentina estaba llena de alegría y tenía grandes sueños, le quedaba mucho por vivir... Escuchamos gritos, nos sentamos y rezamos... Ella murió en mis brazos y no pude hacer nada”, contó desconsolada Soledad Peralta este martes en una rueda de prensa sobre su hija, Valentina Orellana-Peralta, de 14 años, que falleció por un disparo de la policía en una tienda de ropa en Los Ángeles.
“Que una hija se te muera en los brazos es el dolor más profundo que pueda tener alguien”, añadió la mujer.
"No tengo palabras para describir por lo que estoy pasando", explicó por su parte su padre, Juan Pablo Orellana, "estoy desgarrado, no puedo dormir en las noches". "Ella lo único que quería era ser ciudadana estadounidense", aseguró sobre la joven.
"No habrá palabra que consuele este momento", dijo antes de mostrar una patineta que la joven recibió por Amazon como regalo de Navidad pero que no pudo abrir antes de morir baleada el pasado jueves en un vestidor de una tienda Burlington.
El padre pidió castigo para los responsables de la muerte de su hija apenas unas horas después de que la policía de Los Ángeles publicara las grabaciones de las cámaras corporales en las que se ve cómo muere a tiros la adolescente durante una persecución policial.
El abogado Ben Crump, el mismo que llevó el caso de George Floyd, asesinado por un policía en Minneapolis en 2020, es uno de los letrados del caso: “Nunca debió terminar siendo un daño colateral”.
Orellana-Peralta soñaba con ser ingeniera, con construir robots, “para hacer del mundo un lugar mejor”, explicó el abogado. También soñaba con ir a un juego de Los Angeles Lakers y ver a LeBron James.
“Ellos quieren que sepan que Valentina era hermosa, inteligente... tenía calificaciones excepcionales aunque el inglés no era su idioma”, agregó el abogado, antes de dar la palabra a los padres.
Al terminar la rueda de prensa, los abogados y la familia corearon: "Valentina's life matters (la vida de Valentina importa), haciéndose eco de la consigna "Black lives matters", en contra de la muerte de negros a manos de la policía y del racismo sistémico en EE.UU.
Valentina Orellana emigró hace unos seis meses desde Chile con su madre. Su padre contó que estaba a punto de venir a vivir con ellos, después de intentar convencer a la joven para que regresase. "No, papá, este el país más seguro del mundo, el país de las oportunidades", dice el hombre que le respondió su hija
“Valentina era una chica tímida en Chile, pero todo le estaba saliendo bien en Estados Unidos”, explicó horas antes su tía Carolina Peralta, de 51 años, al periódico Los Angeles Times.
“Se estaba poniendo al día con el inglés y era más extrovertida. Estaba feliz de estar con su hermana mayor”, agregó la mujer.
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La menor se estaba probando un vestido en una tienda de la cadena Burlington el pasado jueves para ir a una quinceañera, cuando un agente que perseguía a un sospechoso de llevar un arma disparó.
La bala atravesó la pared y alcanzó a Orellana. La policía también acabó a tiros con la vida del sospechoso, identificado por el forense del condado de Los Ángeles como Daniel Elena López, de 24 años, que presuntamente iba desarmado.
La tragedia ha desatado la indignación y el debate sobre cómo debe responder la policía a este tipo de incidentes, especialmente cuando no está claro si el sospechoso está realmente armado y disparando.
Durante años, la policía rodeaba la escena, evaluaba la situación e intentaba negociar con la esperanza de evitar un enfrentamiento . Actualmente, la policía está entrenada para matar o detener a los atacantes antes de tomar otras medidas, como ayudar a las víctimas, según asegura el citado diario.
La táctica actual consiste en “detener la matanza antes de detener la muerte”, dijo a Los Angeles Times Sid Heal, comandante retirado del sheriff del condado de Los Ángeles. La policía ha matado a tiros a 18 personas este año, el doble que en 2020, según el medio citado.
El oficial que abrió fuego ha sido puesto en licencia administrativa durante la investigación, una medida estándar para todos los incidentes armados de la policía en California, según explicó Tom Saggau, portavoz de la Liga de Protección de la Policía de Los Ángeles al diario The New York Times.