Un reo del estado de Alabama cuya inyección letal fue detenida porque el personal médico no pudo encontrar una vena adecuada para insertar la aguja ha muerto por causas naturales casi cuatro años después, dijo el lunes su abogado.
Doyle Lee Hamm, que fue condenado por el asesinato de un empleado de motel en 1987, falleció a los 64 años por causas naturales en el corredor de la muerte, informó su letrado, Bernard Harcourt.
Las autoridades de Alabama pospusieron su ejecución en febrero de 2018 porque los funcionarios penitenciarios no encontraron una vena adecuada en la que conectarle la vía intravenosa para administrarle la mezcla de fármacos letales.
Hamm y el estado llegaron a un acuerdo al mes siguiente que impidió intentar de nuevo su ejecución, pero permaneció en el corredor de la muerte de la prisión de Holman debido a su condena a la pena capital, explicó Harcourt.
El recluso padecía un agresivo cáncer linfático desde hacía años, detalló el abogado. El director de la cárcel llamó al hermano de Hamm para informarle de su muerte el domingo por la mañana.
"Doyle será recordado por su espíritu generoso e indulgente y por su capacidad de mantenerse siempre positivo incluso ante las adversidades más graves. Sus amigos y su familia le echarán de menos”, escribió Harcourt en un homenaje.
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Ni el Departamento de Correcciones ni la oficina del fiscal general del estado respondieron inmediatamente a los correos electrónicos enviado por AP en los que se pedía información sobre la muerte de Hamm.
Hamm fue condenado por el asesinato de Patrick Cunningham, que recibió un disparo en la cabeza mientras trabajaba en un turno nocturno en un motel de Cullman. La policía dijo que fueron robados 410 dólares durante un atraco.
El reo confesó los hechos a la policía y fue condenado después de que dos cómplices testificaran en su contra a cambio de poder declararse culpable de delitos menores, según documentos judiciales.
Diagnosticado en 2014 con un linfoma de células B, Hamm argumentó antes de la ejecución programada que el cáncer había progresado, mientras que el estado aseguró que estaba en remisión.
En los días previos a su ejecución, los funcionarios de la prisión estatal dijeron a los tribunales que planeaban conectar la vía intravenosa por debajo de la rodilla, tras detectar en una revisión médica ordenada por un juez federal que no tenía venas fácilmente utilizables en sus extremidades superiores.
El estado había expresado su confianza en que Hamm tenía venas que podía servir, pero los funcionarios penitenciarios no pudieron encontrar una adecuada el día que debía recibir la inyección letal.
La Corte Suprema de Estados Unidos había permitido que se llevara a cabo la ejecución, pero el estado finalmente la suspendió debido a este problema.