Especialistas de la Fiscalía General del estado mexicano de Tamaulipas (FGJT) recrearon este sábado el secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses el pasado 3 de marzo en la ciudad fronteriza de Matamoros, como parte de la investigación pericial sobre el ataque, atribuido al cártel del Golfo, en el que perdieron la vida dos de las víctimas, Zindell Brown y Shaeed Woodard.
Agentes de la Guardia Nacional, de la Secretaría de Marina y de la policía estatal de Tamaulipas bloquearon calles cercanos al lugar donde fueron secuestrados los jóvenes, según informa la agencia de noticias Efe, pera reconstruir lo ocurrido tras su entrada a México por el puente internacional que conecta con Brownsville, en Texas.

Los otros dos jóvenes, Latavia Washington McGee y Eric James Williams, fueron rescatados con vida en una casa de madera del ejido Tecolote, donde se hallaron los cuerpos de sus compañeros.
Los peritos usaron cinco unidades para escenificar al menos cuatro veces una escena similar a la grabada en un video que se difundió en redes sociales y que muestra el momento en el que hombres armados disparan a los jóvenes y los suben a una camioneta.
En la reconstrucción, varios hombres seguían a una camioneta similar a la usada por los estadounidenses, a la que sacaron de la carretera, para después bajarlos del vehículo a punta de pistola y obligarlos a subir a otra vehículo.
Las autoridades mexicanas han arrestado a seis personas como presuntos responsables del ataque; cinco de ellas fueron entregados maniatados con un mensaje en el que el Grupo Escorpiones del cártel del Golfo pedía disculpas por el incidente.
El funeral por Shaeed Woodard
Un centenar de personas se reunieron este sábado para recordar a Shaeed Woodard en el primer funeral por las víctimas del ataque en Lake City, Carolina del Sur. Woodard murió días antes de cumplir 34 años. En el funeral se exhibieron imágenes del joven como jugador infantil de fútbol americano, y su imagen sonriente adornaba camisetas conmemorativas, pero el cuerpo no estuvo a la vista.
Amigos y familiares acudieron al Templo de la Buena Nueva de la Salvación en una tarde nublada en esa localidad de 6,000 personas que se hizo famosas durante unos días por el crimen perpetrado a 1,400 millas de distancia, cuando Woodard, Brown y Williams acompañaban a McGee a una cita médica al otro lado de la frontera.
Durante el funeral, los líderes religiosos rechazaron cualquier tentación de venganza: "Les pedimos a ustedes que nos den un corazón limpio. Porque ningún cártel, ningún demonio, ningún espíritu maligno, ningún creador de infiernos, nadie… no buscaremos venganza", dijo el ministro Dearest Price.
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Nisheeka Simmons leyó un poema a su primo, cuya "marcha prematura", dijo, unió a todos "en solidaridad". Recordó además su temperamento dulce, su fortaleza de ánimo y la seguridad que los demás sentían a su alrededor.
El pastor Hugh Samuels brindó palabras de consuelo para la familia, horrorizada por la pérdida de Woodard pero aliviada por el regreso de su prima, McGee. Una lectura del Libro del Eclesiastés recordó a los presentes que hay "un tiempo para llorar y un tiempo para reír" y "un tiempo para estar de duelo y un tiempo para bailar".
Los presentes aplaudieron y cantaron durante las melodías de la ceremonia. El cementerio estatal fue la morada final de Woodard, cuyo cadáver fue devuelto a Estados Unidos el 9 de marzo.
Desde entonces, los Woodard han recibido numerosas muestras de apoyo, dijo Colin Ram, abogado de la familia. Durante el funeral se leyeron diversas tarjetas de solidaridad enviadas por las autoridades locales. Una red activista prometió que recaudará dinero. Ram se comprometió a orientarlos frente a las secuelas de la injusticia.
"No se equivoquen, lo que sucedió en México fue un acto de terrorismo que afectó las vidas de cuatro estadounidenses", dijo Ram a la agencia de noticias The Associated Press