Cuatro presuntos piratas informáticos de nacionalidad china han sido acusados por el Departamento de Justicia de haber cometido decenas de crímenes cibernéticos en contra de empresas privadas, organizaciones gubernamentales y civiles, así como disidentes del Gobierno chino, religiosos y activistas a favor de los derechos humanos.
En la acusación revelada este lunes por las autoridades se acusa a Ding Xiaoyang, Cheng Qingmin, Zhu Yunmin, y Wu Shurong de pertenecer a un grupo de piratas cibernéticos conocido como APT 40.
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Tres de ellos, Xiaoyang, Qingmin y Yunmin supuestamente trabajaban para el ministerio de Seguridad Estatal de China. Aunque se escondían bajo la fachada de una empresa de seguridad informática con actividades lícitas, según las autoridades estadounidenses.
En total, se lista a 21 entidades que fueron víctimas de estos hackers, aunque no se les menciona por nombre.
Los acusados “escondieron secretos comerciales robados y datos hidroacústicos patentados” en las imágenes de un koala y del expresidente Donald Trump, indica la acusación.
Se trata de una técnica conocida como esteganografía, con la cual es posible esconder información a plena vista dentro de imágenes digitales, según lo reporta la web informativa Vice News.
A simple vista, parecen fotografías de baja calidad como las muchas que abundan en internet. Sin embargo, a través de ellas es posible esconder grandes cantidades de información. Terroristas islamistas lo han utilizado en el pasado para enviarse mensajes a través de chats encriptados con otros yihadistas, según el medio citado.
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La acusación se produce cuando Estados Unidos denuncia que China protege a piratas informáticos para beneficiarse de sus actividades ilícitas.
“China ahora ha tomado un lugar, junto con Rusia, Irán y Corea del Norte, en el vergonzoso club de naciones que brindan refugio a los ciberdelincuentes a cambio de que esos criminales trabajen en beneficio del Estado”, dijo en un comunicado el secretario de Justicia Auxiliar de Seguridad Nacional, John C. Demers.
Su objetivo es “alimentar el insaciable apetito del Partido Comunista Chino por la propiedad intelectual que las compañías estadounidenses y de otros países se han ganado con tanto esfuerzo, incluida la investigación sobre el COVID-19”, agregó Demers.