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Por qué hay vacuna contra el COVID-19, pero no contra el cáncer o el sida

La investigación avanzada sobre la familia de los coronavirus y una fuerte financiación internacional permitieron desarrollar rápidamente las vacunas contra el COVID-19. Pero el camino no ha sido tan sencillo con otras enfermedades. ¿Qué pasará ahora?
/ Source: Telemundo

El desarrollo, la aprobación y manufactura de una vacuna no es algo sencillo: usualmente tarda entre 10 y 15 años, según la Universidad de Médicos de Philadelphia. Sin embargo, la vacuna contra el SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad del COVID-19, se desarrolló en un tiempo récord de menos de un año. La vacuna desarrollada por Pfizer ya está siendo aplicada entre el personal médico de primera línea en Estados Unidos, y millones de dosis de la vacuna de Moderna ya están siendo distribuidas.

Aunque este logro científico tan veloz podría generar suspicacias, el hecho es que la pandemia del COVID-19 detonó una cooperación mundial sin precedentes en materia de investigación. A ello se suma que la investigación sobre la familia de virus llamados coronavirus (bautizados así por su forma) ya se encontraba muy avanzada, y a que la proteína spike, utilizada en la vacuna, ya había sido identificada antes por los científicos.

[Siga nuestra cobertura de la pandemia del coronavirus]

Le explicamos cómo es que las vacunas contra el COVID-19 se desarrollaron tan rápido, y qué detiene a las farmacéuticas de encontrar vacunas contra enfermedades que por décadas han matado a cientos de miles de personas, como el cáncer y el VIH.

  • ¿Por qué aún no hay vacuna contra el cáncer o el VIH?

Cuando hablamos del cáncer, es importante tener en cuenta dos hechos: generalmente no es causado por un virus, y ningún cáncer tiene una sola causa.

“Los científicos creen que la interacción de muchos factores provoca el cáncer. Los factores involucran características genéticas, del medio ambiente e individuales”, explica la Universidad de Stanford.

Los virus como el de la hepatitis B y el del papiloma humano pueden incrementar los riesgos de desarrollar cáncer de hígado y cervicouterino, respectivamente. Contra ellos, ya hay vacunas disponibles. En cambio, no existen vacunas contra las bacterias que aumentan el riesgo de desarrollar el cáncer, como la clamidia o el Helicobacter pylori. 

Encontrar una vacuna contra el VIH, virus de inmunodeficiencia humano, que ocasiona el SIDA, no ha sido sencillo porque éste muta rápidamente y evade el sistema inmune, dice el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Inyectar el virus inactivo o debilitado, como usualmente se hace con las vacunas, no ha sido efectivo.

[No, las vacunas contra el coronavirus no cambian el ADN]

Sin embargo, la farmacéutica Moderna está desarrollando una vacuna contra el VIH que utiliza el ARN mensajero (una molécula de ARN de una sola cadena que complementa una de las cadenas de ADN), al igual que la vacuna del coronavirus. Una vacuna de la farmacéutica belga Janssen ya ha llegado a la fase 3, y tendrá ensayos clínicos en México, según el diario El País.

Más aún, el VIH puede controlarse gracias a los antirretrovirales, los cuales impiden que el SIDA se desarrolle. Este tratamiento provee a las personas infectadas con una esperanza de vida similar al resto de la población.

  • ¿Por qué se desarrollaron tan rápido las vacunas contra el coronavirus?

El trabajo para encontrar una vacuna contra el COVID-19 no empezó de cero. La investigación de cientos de coronavirus lleva más de 50 años, y los científicos ya conocían una estructura, genoma y ciclo de vida similar al del SARS-CoV-2, le dijo el doctor Eric. J. Yager, profesor de microbiología en la Universidad de Albany de Farmacia y Ciencias de la Salud, a la publicación Medical News Today.

Los coronavirus causan gripes comunes, así como enfermedades graves como el MERS y el SARS. Tan solo 10 días después de que se reportaran los primeros casos en Wuhan, China, los investigadores descubrieron la secuencia genómica del SARS-Cov-2.

A diferencia del VIH, que muta constantemente y ha dificultado la creación de una vacuna, el SARS-Cov-2 es un virus relativamente sencillo, cuyas mutaciones no complican el desarrollo de la vacuna.

Otro punto fundamental para acelerar la vacuna fue el financiamiento extraordinario proporcionado por el sector privado y público.

"El hecho de que los gobiernos compraran por adelantado las vacunas significó que las personas podían correr mayores riesgos con [sus investigaciones] en una etapa anterior sin tener que ir un paso a la vez", dijo Stephen Evans, profesor de farmacoepidemiología en la Universidad de Londres de Higiene y Medicina Tropical.

  • ­Las vacunas contra el COVID-19 son diferentes

Las vacunas usualmente constan de un patógeno debilitado desarrollado en un laboratorio, lo que lleva un buen tiempo en lograr. Pero las vacunas que se están distribuyendo, así como las que siguen en desarrollo, dependen de la proteína spike, lo que ha simplificado su desarrollo y la manufactura.

Las vacunas de ARN mensajero contienen material del coronavirus que le provee a las células del cuerpo instrucciones sobre cómo desarrollar la proteína spike, que es única al coronavirus.

Una vez que las células hacen copias de esa proteína, el cuerpo humano reconoce que la proteína no debería estar allí y construyen linfocitos T y linfocitos B (tipos de glóbulos blancos parte del sistema inmunológico) que recordarán cómo combatir el virus que causa el COVID-19 si nos infectamos en el futuro, explican los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).

Con información de Medical News Today, la Universidad de Médicos de Philadelphia, la Universidad de Stanford, El País, CDC, Reuters.