El vicepresidente saliente, Mike Pence, y la segunda dama, Karen Pence, fueron vacunados contra el COVID-19 este viernes a primera hora. El acto fue transmitido en directo en televisión, con el objetivo de eliminar el escepticismo y alentar a los estadounidenses a que se vacunen en los próximos meses.
"Construir la confianza en la vacuna es lo que nos trae aquí esta mañana", señaló Pence.
"Karen y yo estamos muy felices de dar un paso al frente y confiar en la seguridad y la eficacia de la vacuna contra el coronavirus. El país fue testigo esta semana de la administración de millones de vacunas en todo el país", expresó el vicepresidente luego de haber recibido la primera dosis contra el virus.
Pence agradeció al personal de salud por todo su empeño en estos momentos en los que la pandemia de coronavirus rompe nuevos récords, al tiempo en que aseguró: "No he sentido nada. Bien hecho".
Calificó como "milagro médico" la vacuna demora entre 8 y 12 años en desarrollarse. "Mientras que ahorita estamos en el camino de administrar millones de dosis en menos de un año", celebró.
"El pueblo estadounidense puede estar seguro: tenemos una y tal vez dentro de unas horas dos vacunas seguras", dijo refiriéndose a la esperada aprobación de la FDA para la vacuna de la farmacéutica Moderna. Esta segunda opción ofrece un rayo de esperanza en un momento en que el coronavirus está matando a unos 3,000 estadounidenses por día.
Pence indicó que hasta el momento 2.9 millones de dosis han sido asignadas y que la próxima semana se distribuirán 2 millones más. Agregó que una vez la FDA apruebe la vacuna de Moderna, se enviarán 5.9 millones de dosis a todo el país.
Los médicos recordaron a Mike y Karen Pence, y Jerome Adams, el Cirujano General de Estados Unidos que también se vacunó con ellos, que deben regresar en 21 días para la segunda dosis de la vacuna y que podían sentir algo de dolor en el lugar de la inyección.
Se espera que los principales líderes de la Cámara de Representantes y del Senado reciban la vacuna contra el coronavirus en los próximos días. Nancy Pelosi recordó en un comunicado el jueves que "todos deben seguir haciéndose pruebas, debe seguir habiéndo rastreos, tratamientos, uso de mascarillas y distanciamiento social mientras se distribuye la vacuna".
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Además, pidió garantizar el acceso a la vacuna. "Es imperativo que nos aseguremos de que la vacuna sea gratuita y se administre de manera justa y equitativa a la mayor cantidad de estadounidenses lo antes posible y que aceleremos su fabricación, incluso invocando la Ley de Producción de Defensa", señaló.
McConnell afirmó que, como superviviente de la poliomielitis [una enfermedad infecciosa que afecta principalmente al sistema nervioso], es especialmente consciente de la “extraordinaria promesa de esperanza” que ofrecen las vacunas. El político republicano recordó que continuará usando una mascarilla y seguirá las pautas sanitarias.
El doctor Brian P. Monahan, médico del Capitolio, envió una carta a los legisladores instándolos a vacunarse.
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"Una vez que hayamos completado la vacunación de los representantes públicos seguiremos un proceso para identificar a los miembros del personal esenciales", dijo Monahan, y agregó que su oficina continuaría con las citas "hasta que se agote el pequeño suministro de vacunas".
El silencio de Trump
El presidente saliente, Donald Trump, no se ha sumado a los esfuerzos por alentar a los ciudadanos a que se vacunen, a pesar del impulso de su Administración por desarrollar y distribuir las vacunas en tiempos récord, antes incluso de lo que la oposición y miembros de su partido creían que fuera posible.
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Trump impulsó el pasado mayo la Operación Warp Speed, un plan del Gobierno para ayudar a desarrollar y distribuir vacunas rápidamente. Sin embargo, cinco días después del comienzo de la campaña de vacunación más grande en la historia de la nación, Trump no ha hecho ninguna aparición pública para promocinarla y ni siquiera se ha vacunado todavía.
El silencio de Trump sobre este tema se contrasta con su continua verborrea sobre su derrota en las elecciones del 3 de noviembre.
El enfoque ha sido sorprendente, especialmente para un presidente que rara vez se corta de atribuirse el méritos, afirmó Lawrence Gostin, profesor de Georgetown Law especialista en salud pública.
"El perfil relativamente bajo del presidente en la respuesta a la pandemia desde los comicios presidenciales es curioso y contrario a los intereses del propio Trump", opinó. Gostin, quien ha criticado el manejo de la pandemia por parte de Trump en el pasado, dijo que él "merece mucho crédito" por la Operación Warp Speed y por apostar por dos vacunas que utilizan tecnología de ARNm revolucionaria.
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“Habiendo demostrado liderazgo en el desarrollo de las vacunas, debería enorgullecerse de demostrar públicamente su confianza en ellas”, indicó.
Muchos ayudantes de Trump están desconcertados por su silencio ahora que la vacuna se está administrando. Lo ven como una oportunidad perdida para que el presidente, que deja el cargo el 20 de enero, reclame el crédito por impulsar su rápido desarrollo y despliegue, después de que el virus haya matado hasta la fecha a más de 310,000 estadounidenses, según datos de NBC News, cadena hermanda de Telemundo.
El propio Trump ha tratado de minimizar cualquier crédito que pudiera recaer en su sucesor, Joe Biden, quien encabezará la mayor parte de la campaña de vacunación nacional el próximo año.
"No dejen que Joe Biden se atribuya el mérito de las vacunas, porque las vacunas son mías y presioné a los profesionales más que nunca", declaró Trump a los periodistas.
A pesar de las afirmaciones de Trump, los científicos de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por su sigla en inglés) fueron los que tuvieron la idea de la Operation Warp Speed, que fue respaldado por la Casa Blanca.
Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del país, aseguró a NBC News esta semana que del 75% al 85% de la nación necesita vacunarse para lograr la "inmunidad colectiva", por lo que la campaña de educación pública sobre la seguridad de la vacuna es aún más urgente.
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Una encuesta del Centro de Investigación de Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC reveló que solo aproximadamente la mitad de los estadounidenses quieren vacunarse lo antes posible. Otro cuarto de los ciudadanos no está seguro, mientras que el cuarto restante asegura no estar interesado.
Algunos simplemente se oponen a las vacunas. A otros les preocupa que las inyecciones se hayan desarrollado con demasiada prisa y quieren ver cómo afectan a los primeros vacunados.
Es tradición que los presidentes y sus familiares se vacunen en público para aumentar la confianza de los ciudadanos. El expresidente Dwight Eisenhower destacó que uno de sus nietos estuvo entre la primera ola de niños estadounidenses vacunados contra la poliomielitis. En 2009, el expresidente Barack Obama y su esposa Michelle vacunaron a sus dos hijas pequeñas, que estaban en un grupo de mayor riesgo, contra la gripe porcina.
Con información de AP y The New York Times.