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El cierre de las escuelas por la pandemia retrasa a los niños de minorías y pobres en matemáticas y lectura

Un número desproporcionado de alumnos de bajos y minorías no acudieron a sus escuelas para sus evaluaciones este otoño, complicando los esfuerzos de medir los efectos de la pandemia en algunos de los estudiantes más vulnerables.

Por Erin Einhorn - NBC News

Cuando la pandemia del COVID-19 forzó el cierre de la mayoría de las escuelas de Estados Unidos en la primavera, los estudiantes se vieron inmersos en formas de aprendizaje nuevas y desconocidas. 

Los estudiantes de educación especial y los niños que aprenden inglés perdieron el apoyo que sus escuelas lucharon por brindar en línea. 

Muchos estudiantes no tenían acceso a computadoras ni a internet y estaban completamente aislados de sus maestros.

El impacto de estas medidas en el aprendizaje de los estudiantes no se sabrá en meses o años, pero nuevos informes de organizaciones nacionales que evalúan los exámenes estandarizados han comenzado a ofrecer una visión temprana de las repercusiones.

El más reciente es un informe de NWE, una empresa sin fines de lucro que gestiona los controles estandarizados en Estados Unidos, que analizó los resultados de las pruebas a los que fueron sometidos casi 4.4 millones de estudiantes estadounidenses en los grados desde tercero hasta octavo este otoño y que reveló que la mayoría se quedó corto en matemáticas, con un promedio de 5 a 10 puntos porcentuales detrás de los alumnos que tomaron la misma prueba el año pasado.

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Si bien la mayoría de los estudiantes obtuvieron mejores resultados de lo esperado en lectura, con calificaciones similares a años anteriores, no fue así para alumnos negros e hispanos y aquellos que asisten a escuelas de los distritos más pobres. El rendimiento de esos grupos fue peor que en pruebas anteriores, lo que sugiere que la pandemia ha exacerbado las disparidades educativas de los escolares de minorías y los niños que viven por debajo del límite de probreza, posiblemente situándolos aún más por detrás de los estudiantes que ya estaban retrasados con respecto a sus compañeros blancos y más ricos.

“Es un motivo de preocupación y es un motivo para realmente centrar nuestra atención en ayudar a poner al día a los niños”, dijo Megan Kuhfeld, la principal investigadora científica de NWEA y autora principal del estudio.

Kuhfeld y sus colegas analizaron los puntajes de las pruebas MAP Growth de NWEA, que las escuelas realizan varias veces al año y que evalúan el progreso de los estudiantes en matemáticas y lectura. 

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Esas evaluaciones determinaron que el cierre de escuelas relacionado con la pandemia podría obstaculizar el progreso de los menores más vulnerables a menos que sus padres y maestros actúen rápidamente para ayudarlos a ponerse al día.

"Podrían retrasarse cada vez más si tienen lagunas en su aprendizaje", advirtió Kuhfeld, y señaló que, por ejemplo, es difícil aprender a multiplicar fracciones si no dominan sumar y restar. 

Pero más preocupante que los hallazgos en sí es el hecho de que ofrecen una imagen sesgada del panorama. 

El estudio se vio limitado por el hecho de que una gran cantidad de estudiantes (1 de cada 4) no tomaron la prueba de MAP correspondiente al otoño de este año.

Es posible que los estudiantes no hayan sido evaluados porque no pudieron conectarse en línea el día del examen. Es posible que se hayan ausentado de la escuela por enfermedad o cuarentena. Es posible que asistan a escuelas que decidieron no realizar ninguna prueba este año, dados los muchos desafíos nuevos que enfrentan las escuelas debido a la pandemia. O los estudiantes que no aparecen en los datos de NWEA podrían no estar asistiendo a la escuela.

Muchos distritos en todo el país han sufrido caídas significativas de matriculaciones este otoño, y un estudio estima que 3 millones de los niños más vulnerables del país (los que no tienen hogar, están en hogares de acogida, tienen discapacidades o están aprendiendo inglés) podrían ser apartados de la escuela. Eso significa que si bien los investigadores de NWEA se toparon con buenos resultados (los puntajes de los estudiantes tanto en lectura como en matemáticas fueron más altos de lo que NWEA había predicho en un informe anterior), es difícil saber qué tan significativos son. 

Es posible que los estudiantes estén aprendiendo de forma remota mejor de lo que se temía, o que los padres hayan podido complementar su aprendizaje con lecciones adicionales, sostuvo Kuhfeld. Pero otro factor importante son los estudiantes que no tomaron la prueba, y que hubieran tenido más probabilidades de obtener puntuaciones más bajas. "Los estudiantes que más nos preocupan son probablemente los que faltan", dijo Kuhfeld.

Los hallazgos de NWEA se hacen eco de los resultados de otra organización nacional de pruebas, Renaissance Learning, Inc., que revisó los resultados de más de 3 millones de estudiantes estadounidenses en los grados desde primero al octavo en otra evaluación escolar ampliamente utilizada llamada Star y determinó que los puntajes de lectura y matemáticas disminuyeron significativamente en comparación con un año normal.

Renaissance, que también notó una caída en la cantidad de estudiantes que tomaron sus evaluaciones este otoño, de manera similar encontró que los niños negros, hispanos y nativos estadounidenses, así como los estudiantes rurales y los que asisten a escuelas en poblaciones de alta pobreza perdieron más terreno que aquellos estudiantes que disfrutan de más ventajas.

Para muchos padres y maestros, las calificaciones de este año muestran otra realidad.

“Me hizo sentir que estaba fracasando como madre”, dijo Angélica González, madre de tres hijos de Seattle cuya segunda hija, Lolly, una estudiante de tercer grado que siempre había sobresalido en la escuela hasta que sus clases se volvieron virtuales la primavera pasada.

Lolly, quien tiene un trastorno de déficit de atención con hiperactividad o (TDAH, en inglés), sintió que sentarse frente a una pantalla de computadora para asistir a clases era tan estresante, que lloraba a diario, según su madre. 

González finalmente le dio permiso a Lolly para saltarse esas clases remotas, optando por enseñarle a su hija ella misma. Esa fue la mejor decisión que pude tomar por la salud mental de su hija, destacó González, pero cuando la niña regresó a la escuela este otoño, los puntajes de Lolly en el MAP mostraron que su progreso en lectura habían bajado al nivel donde estaban al comienzo de segundo grado el año pasado. En matemáticas, estaba  ligeramente por debajo del promedio nacional y no se había movido desde el invierno pasado. 

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González está preocupada por las consecuencias a largo plazo de haber dejado las clases no presenciales de un lado, especialmente porque la escuela católica a la que Lolly asiste con una beca anunció recientemente que debido al repunte de contagios del COVID-19 pondría fin a la opción de clases presenciales.

Angélica Rodríguez estudia con su hija Lolly.
Angélica González estudia con su hija Lolly.Angélica González vía NBC News

Lolly pudo concentrarse mejor en sus clases en línea en un aula con personal de la escuela pero ahora está de regreso en casa y está luchando de nuevo con el aprendizaje remoto como lo hizo en la primavera, explicó González. “Sé que los niños pueden ponerse al día, pero se necesitarán tutorías, recursos y dinero, y ni siquiera lo hacemos por los que tienen problemas en este momento”, agregó.

Ella misma había sufrido problemas escolares en su infancia y fue rebotaba de escuela en escuela. Eventualmente pudo terminar la secundaria a pesar de convertirse en una madre adolescente y fue a la universidad. Pudo graduarse de la facultad de Derecho y trabaja como asistente legal hasta que se licencie como abogada. 

Pero las brechas en su educación la han perseguido, lamentó. “Incluso hasta el día de hoy, las cosas son mucho más difíciles porque no tenía esa base”, aseveró González. Recordó que los maestros la trataban de manera diferente porque estaba atrasada con respecto a su nivel de grado y está preocupada de que lo mismo pudiera ocurrirle a Lolly.

Niña Lolly estudia en su casa.
Niña Lolly estudia en su casa.Angélica González vía NBC News

El maestro Kevin Culley abriga preocupaciones similares por sus estudiantes en la escuela primaria Joseph J. Rhoads en Dallas, Texas. Esperaba ver algunos puntajes más bajos de lo habitual cuando sus alumnos de matemáticas de tercer grado tomaran la evaluación MAP este año, pero no esperaba ver que muchos de ellos estuvieran atrasados con respecto a su grado. “Esos puntajes dieron un poco de miedo”, lamentó.

En un intento para estimular a los estudiantes, ha renovado sus lecciones para incluir dinámicas y juegos de matemáticas competitivos que enseñan conceptos de tercer grado, junto con una revisión de segundo grado, tanto para sus estudiantes en el aula como para aquellos que lo ven en una transmisión en vivo desde sus hogares. Pero le preocupa lo que les podría pasar a sus estudiantes si no se ponen al día antes de tomar el examen STAAR estatal de Texas en la primavera. 

El examen puede afectar si los estudiantes con bajo rendimiento avanzan al siguiente grado, y los puntajes se utilizan para evaluar a los maestros y las escuelas primarias.

“La prueba es algo que se cierne sobre sus cabezas, y realmente me preocupa cómo esto afectará su confianza”, apuntó Culley. "Una vez que se ha roto la confianza de un niño, es difícil lograr que siga adelante", concluyó.