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Congresista ultraconservador pone el debate migratorio al rojo vivo

Congresista ultraconservador pone el debate migratorio al rojo vivo

Por Carlos Rajo

Cuando se suponía que el Partido Republicano había dejado atrás su retórica anti inmigrante y que había aprendido de la elección presidencial de 2012 y que por ello quería acercarse a los latinos, surge ahora la figura del ultra conservador congresista de Iowa, Steve King.

Al parecer no mucho ha cambiado entre ciertos sectores del partido republicano en su visión sobre los inmigrantes latinos, con King a la cabeza, por supuesto.

Según el congresista, por cada uno de esos jóvenes “soñadores” o “dreamers” (como se les conoce en inglés) que un día fueron traídos al país de pequeños por sus padres y que luego triunfaron en sus estudios y salieron los mejores de su clase, hay “por ahí otros 100 que pesan 130 libras, que tienen pantorrillas del tamaño de melones debido a que vienen cargando por el desierto 75 libras de marihuana”. 

En una frase, según el republicano King, por cada legítimo “dreamer” hay 100 más que son narcotraficantes.

Un detalle: aun si fuese cierto lo que dice, de dónde saca el congresista la cifra exacta de los 100. Pero bien, esto es lo de menos. El punto es que con lo dicho King ha generado un intenso debate no sólo entre los latinos que se muestran ofendidos, sino entre los mismos republicanos quienes bien sea por sinceridad o porque ven el daño político que les ha causado lo dicho por su congresista se dan golpes de pecho criticando a King.

Tanto el Presidente de la Cámara baja -‘Speaker’ por su nombre en inglés- John Boehner como su segundo, el también congresista Eric Cantor han tratado de alejarse de lo dicho por King. “Puede haber honestos desacuerdos sobre el contenido de ciertas políticas sin necesidad de usar un lenguaje de odio”, señaló Boehner. “Todo el mundo necesita recordar esto”.

Lo de los desacuerdos en el contenido de las políticas se refiere a que King es el líder no oficial del grupo de gente -tanto congresistas como público en general- que se opone a la reforma migratoria, en particular a la idea de legalizar a los once millones de indocumentados (entre ellos los ‘dreamers’). Según Boehner, es válido tener esta posición anti inmigrante siempre y cuando no se digan cosas que ofenden o aun peor que sean “lenguaje de odio”.

Qué bueno que tanto el líder Boehner como otros dirigentes del partido republicano se distancien de lo dicho por King. De seguro que entienden el daño que las palabras del congresista causan a los republicanos vis a vis su necesidad de acercarse a los latinos. El problema sin embargo, es que lo de King no puede verse aislado del resto del partido republicano.

En primer lugar, porque lo del congresista de Iowa no es de una sola persona. Quizá sea sólo él quien tiene el atrevimiento o los malos modales de decir este tipo de cosas en público, pero la idea de que entre los indocumentados que cruzan la frontera hay muchos narcotraficantes no es nueva entre los sectores anti inmigrantes. 

Por cierto, hay que dejar claro que no somos ingenuos, de seguro que hay gente que trafica con droga que cruza la frontera, pero estos en general no tienen que ver con el típico indocumentado que arriesga su vida con el único objetivo de buscar trabajo y mejoras en Estados Unidos. 

Pero decíamos, lo de King es la expresión de una vena anti inmigrante, nativista y anti “el otro” (siendo ‘el otro’ quien es latino) que permea buena parte del partido republicano. En términos políticos éste pensamiento se expresa en las posiciones de los congresistas republicanos quienes han dicho que de ninguna manera aceptarán la ley de reforma migratoria que aprobó el Senado. 

Una de las razones por las cuales gente como King pueden darse el lujo de decir ese tipo de cosas y no pagar mayores consecuencias políticas es porque vienen de distritos congresionales donde la mayoría de los votantes está en contra de la reforma migratoria. 

La idea esa de los líderes del partido de acercarse a los latinos no resuena con congresistas como King. Él sabe que tiene asegurados sus votos y por más ofensivo que sea lo que diga contra los latinos aun así será reelecto. Y esto por supuesto, se aplica a decenas de otros congresistas en distritos similares. De ahí su decisión de rechazar la ley del Senado, aun sabiendo que con ello alejan el voto latino.

La responsabilidad por lo dicho es únicamente de King por supuesto, sin embargo, los líderes del partido, comenzando por el propio “Speaker” Boehner, también tienen que ver con esto. King de alguna manera ha ocupado el vacío que Boeher mismo ha dejado en el debate migratorio. 

Ha sido Boehner quien de manera tajante le bajó el pulgar a ley del Senado señalando que esta “llegaba muerta” a la Cámara baja. Una ley que no hay que olvidar no es nada del otro mundo en eso de supuestamente favorecer a lo que los republicanos llaman “ilegales”, tan así que fue apoyada por 14 senadores republicanos.

Y todavía más: Boehner ha rehusado decir cuál es su posición sobre el punto de la legalización y camino a la ciudadanía para los indocumentados, tema central en la ley del Senado. De nuevo, al no decir nada, deja el camino abierto a que personajes como King influencien el debate migratorio. 

Boehner es además de líder de la Cámara baja líder nacional del partido republicano, y como tal entiende -uno supondría- el daño que las palabras de King le hacen al partido en esa estrategia de ganarse al menos cierta parte del voto latino. Voto sin el cual los republicanos la tendrán difícil para regresar a la Casa Blanca. El “Speaker” está obligado a ejercer un mejor liderazgo entre sus congresistas. Lo de King, desde donde se le vea, es un insulto a los latinos y no ayuda en nada absolutamente a mejorar la relación entre republicanos y votantes hispanos. 

Ojalá que el debate migratorio que se dará pronto en la Cámara baja sea un tanto más civilizado. El congresista King tiene el derecho a pensar lo que quiera de los “dreamers”, inclusive a decir que muchos de ellos han sido los mejores en sus escuelas  -lo cual es cierto-, pero lo que no puede hacer es meter a todo el resto en el mismo costal. Aun peor, señalándolos como narcotraficantes. Este es el 2013, no el 2006 o el 2007, años también de debate migratorio en los cuales, sin embargo, todavía no se mostraba el poder del voto latino.